Con encuentro académico, la UNAM Campus Morelia celebra al Parícutin en su aniversario

El pico michoacano fue el tema central de encuentros y conversatorios con motivo de los 80 años de que hizo erupción

Juan Bustos / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. El gobierno del estado celebró este lunes los 80 años del Parícutin, con un pastel alusivo al nacimiento del volcán más joven del mundo; además, como parte de los festejos, en la Escuela Nacional de Estudios Superior (ENES) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Morelia inició el “Congreso Internacional del Parícutin, 80 años”; es de esta forma que se conmemora uno de los hechos que más asombro causó en el mundo en la primera mitad del siglo XX.

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Sobre el tema, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, tras su ya tradicional conferencia de prensa de cada lunes, partió un pastel con funcionarios y reporteros, además de dar a conocer un video conmemorativo sobre las ocho décadas del Parícutin. Al tiempo, invitaron a la ciudadanía a participar en las diversas actividades como foros, congresos y conversatorios que se están realizando al respecto en Morelia y la región de la Meseta Purépecha.

A ocho décadas

Cabe recordar que el 20 de febrero de 1943, hace exactamente 80 años, el volcán Parícutin hizo erupción por primera vez en la región de Michoacán; un campesino de la zona de Parangaricutiro fue el primero en descubrir el cono que se estaba formando y ya emanaba vapor y lanzaba rocas.

La actividad volcánica duró más de nueve años, convirtiéndose en uno de los eventos volcánicos más estudiados y documentados en la historia moderna. El pico se extinguió en 1952, pero la lava que arrojó durante casi una década obligó a los habitantes de locaciones cercanas a salir y establecerse en otros puntos.

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Los relatos y la evidencia física señalan que durante la erupción el volcán Parícutin arrojó lava, ceniza y roca fundida que cubrieron un área de más de 200 kilómetros cuadrados. San Juan Parangaricutiro, una población ubicada cerca del volcán, fue completamente destruida, y sus habitantes tuvieron que ser evacuados.

El volcán creció rápidamente, alcanzando una altura de más de 400 metros en solo unos pocos años; lo particular de este fenómeno geofísico fue que expertos pudieron observar el proceso completo de la formación de un volcán, desde el inicio de la erupción hasta su extinción.

El poder de la naturaleza

El volcán Parícutin es también un recordatorio impresionante del poder de la naturaleza y un testimonio duradero del impacto que puede tener un evento natural en la vida de las personas, aunque también se convertido en un icono de la entidad.

De acuerdo a los testimonios de la época, en el tranquilo valle de Cuiyusuru los lugareños realizaban sus tareas diarias, los animales pastaban y los cultivos crecían en las fértiles tierras de la región, cuando de repente la tierra comenzó a temblar y un rugido ensordecedor llenó el aire que dio paso al nacimiento del volcán.

El coloso creció a 424 metros desde el nivel original del valle hasta alcanzar una altura de 2 mil 808.6 metros sobre el nivel del mar; la lava arrasó con todo a su paso afectando a los poblados de San Salvador Combutsio y San Juan Parangaricutiro, que fueron los primeros en ser afectados por el volcán y evacuados, aunque la destrucción también alcanzó a Angahuan, Zacán y Zirosto.

Relatan los testimonios que la lava se deslizó lentamente, destruyendo casas, tragándose a parte del ganado y campos de cultivo. La ceniza cubrió todo, interrumpiendo la vida cotidiana y todos los pobladores de las comunidades cercanas tuvieron que huir para salvar sus vidas, buscando refugio en pueblos vecinos. Fundaron también San Juan Nuevo, una población que nació a raíz de este fenómeno.

Alertan los enjambres sísmicos

Durante el inicio del el “Congreso Internacional del Parícutin, 80 años” de la UNAM, se señaló que entre los precursores del nacimiento de un volcán se encuentran los enjambres sísmicos, como los ocurridos en la zona michoacana y también en Islandia y España en años recientes, según apuntó el director del Instituto de Geofísica (IGEF) de la UNAM, José Luis Macías Vázquez.

Para definir con precisión la ubicación de esos microsismos debemos contar con una red sísmica local que los detecte y pueda pronosticar el movimiento de magma a profundidad, consideró el director, ante los recientes enjambres sísmicos en la misma zona del Parícutin.