Juan Bustos / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La pandemia de la enfermedad del coronavirus (COVID-19), y en particular la medida de contingencia sanitaria y aislamiento, tuvo efectos negativos en la educación donde los egresados de todos los niveles presentan deficiencias, se tuvo una gran pérdida de matrícula, se notó la falta de infraestructura y conectividad. Las lecciones son muchas, pero los aprendizajes sobre este contexto son muy pocos, aseguran especialistas. Este jueves 16 de marzo se cumplen 3 años de la medida en Michoacán, que pretendió mitigar los contagios enviando a su casa a los alumnos. Pero no es culpa sólo de la pandemia; la contingencia sólo desnudó la crisis en el sector educativo, mientras que actualmente tampoco se ha formulado un nuevo paradigma que responda realmente a las necesidades socioeducativas frente un mundo que cambió a partir de la COVID-19: más del 50 por ciento de los alumnos no tuvo clases continuas, las pérdidas de matrícula fueron desde el 10 por ciento en educación básica y hasta un 20 por ciento en media superior, y la Nueva Escuela Mexicana (NEM) parte de un esquema donde parece que la pandemia ni siquiera existió.. Fue el lunes 16 de marzo de 2020 cuando el Gobierno de Michoacán, que encabezaba Silvano Aureoles Conejo, adelantó la suspensión de actividades escolares, sin saber que se extenderían dos años sin actividades presenciales, en medio la implementación sobre la marcha de un modelo educativo a la distancia y virtual que nunca terminó de consolidarse. En entrevista con La Voz de Michoacán, Francisco Guzmán Marín, profesor investigador de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), destacó que precisamente la crisis del sector educativo viene de antes de la pandemia, donde ya en el modelo tradicional los estudiantes no estaban recibiendo la formación para un contexto como el que ya se vivía. “La escuela ya estaba en crisis, la pandemia lo vino a revelar; no se estaba adaptando a las condiciones históricas que se estaban presentando, creo que la contingencia sanitaria no creó una crisis educativa, sino que exacerbó una que se ya había venido gestando desde hace más de 30 años”. Expuso que la crisis de calidad educativa tiene que ver con la falta de capacidad de las escuelas para adaptarse a las condiciones de la vida contemporánea ya la velocidad del conocimiento y sus cambios debido a las nuevas tecnologías. El especialista en educación indicó que, si bien hubo un regreso presencial a actividades con la nueva administración, es solo un tema de señalar que existe gobernanza, “pero el asunto es que no ha cambiado nada, la Nueva Escuela Mexicana fue una estrategia de los políticos para crear una imagen de estabilidad social y cultural, pero no aborda la crisis de la educación que ha continuado”. Indicó que “se sigue teniendo como referencia los paradigmas educativos del siglo XIX con maestros formados en el siglo XX y alumnos del siglo XXI”, aunado los saldos de la pandemia; las propuestas de la Nueva Escuela Mexicana que plantea el gobierno federal nos muestra que no aprende de la experiencia y repite los mismos esquemas. Agregó que, si bien temas como la conectividad se mantienen como pendientes, no sirve de nada si no se tiene un modelo educativo o un paradigma claro en torno a qué es lo que tienen que aprender las niñas y los niños. Sin diagnóstico Para Erik Avilés Martínez, presidente de Mexicanos Primero Capítulo de Michoacán, la autoridad educativa, a tres años del confinamiento, no ha podido realizar un diagnóstico claro estudiante por estudiante en cuanto a la situación socioemocional, el estado socioeconómico y los aprendizajes perdidos por la pandemia. Resaltó que sin contar con piezas de evidencia no es posible diseñar políticas públicas precisas, efectivas ni focalizadas a nivel individual que permitan revertir los daños generados por la pandemia en la formación integral de la niñez y juventud en Michoacán. Avilés Martínez indicó que la generación actualmente en formación ha visto violentado su derecho a conocer su propio nivel de aprendizaje, a recibir canalización y atención inmediata para remediar problemas en materia de pérdida de aprendizajes, de situaciones socioemocionales y socioeconómicas, aun siendo incalculable el daño acumulado durante tres años en los cuales se han soslayado sus garantías individuales. “Han pasado mil 095 días sin que se haya rendido cuentas a cada estudiante respecto a la situación” dijo. Reiteró que las afectaciones han sido en gran escala, toda vez que, aunque las autoridades no han hecho el diagnóstico puntual, también es cierto que las cifras agregadas en materia de violencia familiar y cuestiones de trastornos, enfermedades mentales y suicidios se encuentran en sus máximos picos históricos, a la par que las cifras de abandono escolar, de migración y de carencias de toda índole.