Juan Bustos / La Voz de Michoacán Morelia, Mich. La tradición del Día de las Ánimas se conserva a pesar de fenómenos como el turismo invasivo y la influencia cultural producto de fenómenos como la migración, sin embargo, desde la política pública debe apoyarse a evitar los excesos de los visitantes, expuso Amaruc Lucas Hernández, coordinador del Centro Nicolaita de Estudios de Pueblos Originarios. Señaló que parte de la tradición es que también miembros de la comunidad van y dejan una ofrenda y en retribución dan de comer, “este elemento no es tomado con debido respeto por los turistas, quienes van y toman los alimentos, pero fuera de la tradición, sin que les signifique algo”. Explicó que en este sentido, la intervención del turismo no acabará con la tradición, pero se debe prevenir un malestar social creciente en las comunidades, que es el no respeto a la tradición y sólo ser vistos como folclore. “Las autoridades de todos los órdenes deben acercarse a las comunidades y buscar alternativas de atención a los visitantes, en Santa Fe se ha propuesto organizar un mercado de antojitos con los elementos culturales que en la plaza se buscan”. Lamentó que muchas veces los turistas entran en los hogares sin respeto al espacio y hasta toman alimentos, “han existido planteamientos de comunidades de que incluso se tendrían que cerrar carreteras para evitar la llegada de turistas, por las consentías de una vista sin respeto”. Entrevista el investigador subrayó que la celebración tiene hondas raíces en el periodo prehispánico, “para los purépechas no había separación del cuerpo y el alma, esa es una concepción heredada de la conquista que se integra con los elementos culturales de nuestro pueblo”. Detalló que en la tradición purépecha solo los guerreros muertos en batalla, las mujeres muertas en el parto y las personas muertas por un rayo, eran los que iban al Sol, “pero las personas que morían de muerte natural o bajo otras circunstancias volvían a la tierra”. Apuntó que esto fue con la llegada de los españoles, con el proyecto de establecer un nuevo orden social y nuevas prácticas, “el establecimiento de las nuevas prácticas teologales y el rechazo a los pecados capitales”. Explicó que la idea del alma entre los europeos fue el tema central para cambiar y acabar con la mentalidad, las prácticas y la cosmovisión de los indígenas, algunas prácticas que iban en contra de los cánones de la religión católica, como el ritual de los sacrificios, la poligamia, la borrachera y algunos otros. “Era preferible para los europeos que los indígenas se casaran con una sola mujer, no practicaran los sacrificios, no cometieran adulterio ni los excesos de la bebida y comida en días de ayuno”. Sin embargo, a pesar de este nuevo orden, las tradiciones resisten y se ven en los altares que comienzan a instalarse, donde el simbolismo indígena está presente en los colores, sabores y olores. Explicó que todo lo que tiene que ver con las frutas, la comida, los instrumentos de trabajo, los juguetes de los niños y la vestimenta, son elementos que se heredan desde la cultura, “son prácticas ancestrales”. Detalló que la madrugada del 1 de noviembre es dedicada a los niños, se ven los elementos importantes, “en los altares de Santa Fe de la Laguna podemos ver los caballitos, se pone una capilla con papel de china y el niño Dios”. Explicó que para el 2 de noviembre corresponde a los adultos, donde se pone la cruz está adornado por pan, fruta y dulces, “en varias comunidades tiene sus propias características, en Santa Fe son los arcos la entrada al templo, por ejemplo”. Señaló que, por ejemplo, la flor de cempasúchil es una flor ancestral de los pueblos originarios que remite al dios principal, el Sol, elementos como los copaleros y las velas son muy particulares de la región, porque son dados por los padrinos. “Es importante porque el humo del copal y su aroma guían según la tradición el alma en su tortuoso camino”, dijo.