Jorge Manzo/La Voz de Michoacán El 11 de abril de 1967 la vida cambió radicalmente para la familia López Orduña. Nació Juan Bosco, el décimo de once hermanos, con una condición que lo hacía especial: sin maldad. El pronóstico de sobrevivencia era de unos meses, luego pasó a años, y así, el universo le ha regalado todos los días la oportunidad de contagiar de alegría a quienes forman parte de su día a día. “Cato” para los amigos, nació con síndrome de down. No fue sencillo para la familia adaptarse a él, pero así tenía que ser. El amor de sus padres, y la protección de sus hermanos, le permitieron superarse día a día, por encima de cualquier cosa. A él es a quien le deben aprender su entusiasmo de salir a diario a trabajar, y a colaborar en la fábrica de café que les heredó su abuelo. Salvador López Martínez le heredó a su hijo el amor por el café. Desde hace 37 años decidió incorporarse a la empresa tradicional, en donde desempeña varias funciones. Fue una decisión sorpresiva. A él le gusta atender de manera personalizada a la clientela. Supervisa que los trabajadores hagan lo que les corresponda, y si es necesario también le entra al trabajo rudo. El síndrome de down no es una enfermedad, sino una condición resultado de una alteración genética. Ocurre aproximadamente en 1 de cada 691 nacimientos. “Claro que sí se puede salir adelante”, comparte la familia de “Cato”, quien reconoce en él a una persona leal, entregada, y llena de energía y de vida. “Con un solo abrazo de él, todo cambia”. “Cato” todos los días excepto los domingos y días feriados acude a la fábrica de café que está a espaldas de la Casa de la Cultura. Es muy puntual, cuando por alguna razón llega tarde manifiesta su molestia. Zapatos bien boleados, ropa planchada e impecable, son su carta de presentación. Es amable, y disfruta compartir con sus compañeros de trabajo sus anécdotas. En sus pensamientos sólo está Dios, y el agradecimiento a la vida. La función que desempeña en la empresa es “llevar cosas a los cafés”. Él recuerda que eso lo hace desde hace 24 años, pero en realidad tiene 13 años más realizando ese trabajo. Él tiene un salario, y aunque en casa no le falta nada, lo hace porque le gusta ocuparse en lo que ha sido de su familia. Él le agradece a Avilés, un trabajador de confianza de su padre, y a sus amigas las empleadas del café, porque le han enseñado lo que hoy sabe. Trabaja directamente con Martín, el noveno de los hermanos, y con “El güero”, chofer y repartidor de la compañía. Los viernes recibe su nómina. Los fines de semana disfruta de tomar un whisky, tequila o mezcal. Él sabe que cuenta con el cariño de sus compañeros de trabajo: su cualidad es ser solidario y entregado. Él es feliz dedicándole gran parte de sus días a la empresa, en donde lo ven con agrado. Él hace que las cosas sean distintas, las relaja, y le inyecta buen ánimo y energía al ambiente, comparte Adriana Rojas, encargada de nuevos proyectos del Café Europa. Sol Calderón, gerente operativo de esta empresa, le agradece a “Cato” por todo lo que hace por la empresa, y por el cariño que les regala día a día. A él le han aprendido, y más que una carga –como pudiera ser considerada una persona con síndrome de down para otras-, se ha convertido en un gran aliado con quien han podido trabajar y entablar una gran amistad. Martín López Orduña, su hermano, trabaja hombro a hombro con él. Recuerda cuando les anunció a sus padres la decisión de irse a trabajar. En primer momento fue de sorpresa, pero poco a poco fueron entendiendo que él podía hacerlo. Lo único que le dieron a cambio fue amor y seguridad para que pudiera valerse por sí solo. Salió muchas veces de casa rumbo a la fábrica, en aquellos tiempos ubicada a pasos de la plaza Valladolid. Se subió al transporte, viajó solo, y se pudo valer por sí mismo. Él ahora recorre con toda confianza las sucursales para verificar que todo esté operando con normalidad. Sabe cuáles son los procesos que deben seguir para que no se pierda la calidad. Andrea López, su sobrina y comadre de grado, recuerda que la historia de Juan ha sido enriquecedora para la familia. “El amor que le dieron mis abuelos y mis tíos y eso le ha permitido ser quien ahora es”, comparte. Goza de una inteligencia sorprendente, es una persona lúcida, y decidida. Hoy, a la distancia, agradecen a la vida que haya llegado “Cato” para cambiarles todo. En unos días cumplirá sus 54 años de edad. Recuerda con mucho aprecio a sus padres, a quienes los tiene en su corazón. Él planea festejarse con sus amigos más cercanos y con su familia. Es probable que deguste su platillo favorito: el mole, y no falten unas bebidas que lo pongan más feliz de lo que ya es. Foto: Víctor Ramírez / La Voz de Michoacán. Desde que llegó a nuestras vidas nos sorprendió y nos cambió la vida. Es una persona trabajadora, amorosa y entregada”. Martín López Orduña, hermano. Es una persona inteligente, y el acompañamiento de mis abuelos y de mis tíos ha sido vital para que salga adelante”. Andrea López, sobrina. Cato hace que los días sean más ligeros, que el ambiente de trabajo sea mucho mejor. Gracias Cato, porque estoy segura que, sin ti, esto no sería lo mismo. Tú haces que las cosas sean distintas”. Sol Calderón, compañera. https://www.youtube.com/watch?v=AMN313EyeuA UNO DE CADA MIL NACE CON TRISOMÍA 21 La mayor recurrencia de nacimientos con este síndrome se da en mujeres que se embarazan después de los 35 años de edad. Es la causa genética más común de discapacidad intelectual en todo el mundo. Las principales alteraciones en el desarrollo de las personas con síndrome de Down se presentan en las áreas cognitiva (desarrollo intelectual y aprendizaje) y motora (en los primeros años). A nivel mundial, se estima que la incidencia de este síndrome se encuentra entre 1 de cada mil y 1 de cada mil 100 recién nacidos. Asimismo, en México de acuerdo con datos preliminares de la Dirección General de Información en Salud durante 2018, nacieron 351 niñas y 338 niños (689 en total) con síndrome de Down. En 2014 se publicó el resultado de la investigación “Prevalencia del Síndrome de Down en México utilizando los certificados de nacimiento vivo y de muerte fetal durante el periodo 2008-2011”. Para ello se conjuntaron las bases de datos de nacimiento vivo y de muerte fetal durante el periodo 2008-2011 y se seleccionaron los códigos con base en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) del capítulo XVII: «Malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas». El resultado fue que se construyó una base de datos con 8 millones 250mil 375 nacimientos; el 99.2% correspondió a nacidos vivos y el 0.8% a defunciones fetales y se diagnosticaron 3,076 casos con Síndrome de Down; de estos, el 96.6% fue en nacidos vivos y el 3.4% en muertes fetales. Por sexo, 1,451 fueros masculinos y 1,619 femeninos y en 6 casos no se registraron los datos. La prevalencia de Síndrome de Down resultó de 3.7 por cada 10,000 nacimientos para el periodo de análisis. Con relación a los resultados por grupos quinquenales de edad materna, a mayor edad la tasa también es más elevada. Sobresalieron los tres últimos grupos de edad: de 35 a 39 años con 12.09; de 40 a 44 años, con 37.41; y mayores de 45 años con 43.59 por cada 10 mil nacimientos. Ya que el Síndrome de Down dura toda la vida, la atención a las personas con esta afección se enfoca en ayudarles a desarrollar su máximo potencial. Por ello el Sistema Nacional DIF mediante los Centros de Rehabilitación brinda a este sector de la población los servicios de terapia del lenguaje, ocupacional y física, a fin de contribuir en la inclusión educativa, laboral y social de este sector de la población. La intervención de una niña o niño con Síndrome de Down debe ser, de preferencia, en los primeros días de vida. La diferencia entre un niño atendido a temprana edad y un niño que se le apoya tardíamente, es la oportunidad de potencializar su desarrollo.