Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La tecnología para inhibir las lluvias en las zonas de monocultivos sigue evolucionando y burlando los esquemas de supervisión ambiental. Luego de años de lucha, los cañones antigranizo cedieron y en su lugar aparecieron los cohetones antigranizo. Estos dispositivos portátiles permiten disparar proyectiles con tecnología similar a la que emplearon los cañones durante años. El modelo permite pasar prácticamente inadvertidos a ojos de las autoridades locales, quienes, a pesar de la vigilancia, no han detectado uso de cañones este año. Sobre su fabricación, importación, comercialización y utilización no existen datos certeros. Desde hace al menos una década tanto en México como en el sur del contingente comenzó el auge de la tecnología antigranizo, entre ello, el uso de los cohetones que, a diferencia de los cañones, son mucho más accesibles en términos económicos. En lo que va de la temporada de lluvias de este 2022 no se ha presentado una sola denuncia por uso de cañones antigranizo en todo el estado de Michoacán. No obstante, comunidades siguen advirtieron la dispersión de los fenómenos de precipitación del mismo modo que sucedió durante años con los enormes cañones instalados en las huertas de aguacate y otros frutos de alto rendimiento. El caso más relevante radica al sur de la ciudad de Morelia, en el que es considerado como el tercer polo de desarrollo del aguacate. Madero, Acuitzio, Huiramba y la zona sur de la capital convergen en el desarrollo del aguacate a expensas de las reservas forestales y acuíferas. Integrantes del Consejo Promotor para la Conservación de Madero denunciaron la situación que han advertido en tanto que vigilantes de sus recursos naturales. Destacaron que si bien la prohibición legal en el artículo 37 de la Ley Ambiental de Michoacán ha sido cumplimentada, los cohetones son empleados en lugar de los cañones. Lo anterior les ha dificultado tanto a los ambientalistas como a las autoridades detectar los lugares de lanzamiento. Mientras un cañón antigranizo con toda la instalación de gases, monitoreo meteorológico y otros insumos de puede llegar a costar hasta 2 millones de pesos, los cohetones cuestan menos de mil pesos, según los reportes de 2018 a nivel nacional. El punto en donde más se ha detectado el uso de estos dispositivos es actualmente el norte del municipio de Madero, en donde en años pasados se desmantelaron cañones antigranizo de gran volumen. El funcionamiento de los cohetones tiene incluso un mayor impacto que en el caso de los cañones operados con alta tecnología. Especialistas destacan que una vez que el cohete lanzado por una sola persona alcanza una nube, explota y el contenido químico que lleva en su interior, como yoduro de plata mezclado con algún material explosivo, provoca que el granizo se desintegre, ya que este material atrae las moléculas de agua. Además, la explosión también desplaza la nube, por lo que no sólo se evita la tormenta de granizo, sino que también provoca que la nube se aleje. Tendría un impacto negativo en la contaminación en las cosechas y en el agua, ya que el yoduro de plata se precipitaría junto a la lluvia. El problema más grave de estos cohetes, y la causa de su prohibición, es el peligro que puede conllevar su explosión en la superficie. Si bien en México no se han reportado accidentes, a nivel Latinoamérica, países del sur han reportado afectaciones a la salud por explosiones derivadas de dichos artefactos explosivos cuya procedencia sigue siendo uno de los aspectos de mayor preocupación. Desde 2018, la discusión científica respecto a si los dispositivos dañan o no el medio ambiente se ha sostenido a nivel nacional con una tendencia a la restricción por ley en Michoacán. Cada año, después de la temporada de incendios forestales y con el inicio de las primeras lluvias, las denuncias contra cañones antigranizo, así como las movilizaciones sociales, se dan a conocer con mayor intensidad. Hasta el año pasado se tenían detectadas cuatro regiones en donde proliferan los dispositivos que han generado incluso movilizaciones entre comunidades indígenas y rurales por su relación con la escasez de lluvias. En los cuatro casos el punto coincide con la presencia de huertas de aguacate y otros monocultivos.