Jorge Ávila / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En el estado de Sonora, las reses se están muriendo de sed; en el sur de Veracruz y el centro de Michoacán, la mayor parte de los lagos se han prácticamente evaporado, y en la Ciudad de México, el agua está racionada desde hace semanas. Muchos mexicanos tienen que recurrir al costoso suministro de pipas. El 84 por ciento del territorio nacional sufre actualmente de sequía, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Esto facilita los incendios forestales, que en los últimos diez años se han intensificado, según la Comisión Nacional Forestal (Conafor). La dependencia ha registrado 4 mil 129 incendios en 30 de los 32 estados en lo que va de año. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, habla de la peor sequía en 30 años y critica a los ricos que, sin embargo, riegan sus jardines y campos de golf. Otros culpan al fenómeno climático “La Niña”, pero científicos y ecologistas dicen, empero, que lo que ha fallado es la política, que sólo se centra en soluciones a corto plazo. Foto: Samuel Herrera Jr., La Voz de Michoacán. Recortes presupuestarios y prioridades equivocadas “La respuesta a las catástrofes se caracteriza por la falta de prevención en todos los niveles de la política y la administración pública (....). El problema se agudiza aún más en México debido al desmantelamiento de las instituciones ambientales encargadas de diseñar, implementar, coordinar y evaluar las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, así como los temas forestales”, señaló un grupo de organizaciones ambientalistas, entre ellas el Centro de Derecho Ambiental (Cemda), Greenpeace, Iniciativa Climática México y Pronatura Veracruz. Según el informe, el presupuesto de la Comisión Forestal se redujo en 43 por ciento desde 2012, mientras que el de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) se redujo un 75 por ciento desde 2018. Luego, en 2019, se disolvió el Fondo Fiduciario contra las Catástrofes Naturales, que financiaba la lucha contra los incendios forestales. Ni el gobierno actual ni los anteriores han priorizado la adaptación al cambio climático, afirma Diego Pérez Salicrup, director del Instituto de Sostenibilidad y Ecosistemas de la UNAM. Para él, esto se debe a un círculo vicioso de percepciones distorsionadas entre la población y las falsas exigencias resultantes a los políticos, que a su vez responden con una gestión de crisis a corto plazo en lugar de estrategias a largo plazo. “Hoy en México, el 75 por ciento de la población vive en las ciudades, lejos de la rutina diaria del campo y la naturaleza. Esta población, que tiene mucho peso político, ve el fuego como algo amenazante. Olvidan que muchos ecosistemas se autorregulan mediante pequeños incendios controlados, precisamente para evitar una acumulación excesiva de material inflamable y, por tanto, incendios potencialmente más peligrosos”, agrega Pérez Salicrup. Foto: La Voz de Michoacán. Poner freno a los especuladores del suelo Observadores advierten que algunos incendios son deliberadamente provocados por especuladores inmobiliarios bien financiados que se apropian así de tierras para monocultivos como el aguacate o para proyectos turísticos. Una vez incendiado el bosque primario, los ayuntamientos se apresuran a autorizar su uso económico. “Hoy en día, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales no tiene ni la capacidad ni los medios institucionales para conciliar adecuadamente los datos y evitar estos cambios de uso del suelo”, critican Greenpeace y Cemda. Cuestionable reforestación En estos días, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció la desaparición definitiva del glaciar de Ayoloco, en la cima del volcán Iztaccíhuatl, al sureste de la Ciudad de México. “Uno de los efectos inmediatos de esta desaparición es el acceso al agua dulce con el que contaba la Ciudad de México. Sin la presencia de las capas de hielo, la temperatura en la zona también incrementará y los ciclos de la lluvia se verán gravemente condicionados”, advirtió el investigador Hugo Delgado. La sequía también está alimentando la especulación sobre los precios de los alimentos. Los precios del maíz, por ejemplo, subieron un 40 por ciento este año, y los de la soya, un 50 por ciento, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA). Esto está afectando desproporcionadamente a los pobres, que gastan una mayor parte de su dinero familiar en alimentos básicos. Por su parte, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está respondiendo con un programa de reforestación. México se encuentra entre los diez países con mayor deforestación de bosque primario del mundo, según Global Forest Watch. Entre 2001 y 2018 se perdieron en promedio 212 mil 070 hectáreas de bosque cada año, según la Conafor. No está claro si el programa de reforestación puede invertir la tendencia. Según Pérez, ni siquiera tiene ese objetivo: “Es principalmente para aliviar la pobreza rural y aumentar la cobertura de árboles en las zonas agrícolas”. Pero eso tiene consecuencias perversas, según investigaciones: el bosque primario se tala para luego ser reforestado con subvenciones gubernamentales y árboles no autóctonos. Y si los agricultores muestran interés en regenerar el bosque natural, no reciben dinero por ello. Morelia no escapa En la ciudad de Morelia, el polígono del Cerro del Águila provee del 40 por ciento del agua que consume la capital, pero sus faldas, compuestas por roca volcánica, que permite una gran filtración de agua al subsuelo, se han visto severamente diezmadas por la proliferación de fraccionamientos, como Villas del Pedregal, donde los mismos vecinos ya resienten la falta del vital líquido. Aunado a ello, las faldas del cerro, e incluso zonas más altas, ya han sufrido los daños causados por quienes, luego de comprar a propietarios originales, han reemplazado extensas áreas de bosque de pino y encino por huertas de aguacate. Así, al haber enormes manchones de aguacate, y sólo aguacate, el suelo se va erosionando, por lo que la retención de suelo y la filtración de agua se reducen más cada año, lo que, por ende, pone en riesgo a uno de los principales proveedores de agua de la capital: el Manantial de La Mintzita, que además se ha visto seriamente afectado por la operación de piperos particulares, gente que acaba con la vegetación con el fin de instalar cabañas y la fábrica papelera de la zona, en torno a la cual no hay certeza sobre si realmente está saneando sus aguas. Puedes leer la información completa en nuestro reportaje “El Cerro del Águila. Tesoro ecológico de Morelia que urge preservar”.