Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, La Voz de Michaocán. Sin protección para la pérdida de terrenos para siembra, la desertificación avanza rápidamente en el estado de Michoacán. Por los daños ambientales de la última década, corren el riesgo de perderse por este fenómeno hasta un 40 por ciento de las tierras de cultivo de la entidad. Los factores son múltiples, señala la autoridad estatal en la materia: la explotacióndes medida, el cambio climático, la ausencia de la lluvia y la misma naturaleza han incidido. A la ‘ecuación de desastre’ se suma que para este 2020 el Seguro por Daño Catastrófico, que hasta el año 2019 garantizaba al menos un respiro por perdidas económicas a los agricultores locales y hoy día se encuentra únicamente en términos de negociación con la Federación para el despliegue de los recursos económicos. Rubén Medina Niño, titular dela Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario (Sedrua), señaló que la información de medios científicos y universidades revela que la tierra de Michoacán enfrenta un proceso acelerado de degradación, la cual tendría una repercusión directa en los sectores productivos del estado. Se espera que sea en julio cuando se pueda definir con la Federación, y tomando en cuenta el panorama anterior, el establecimiento del seguro por daños catastróficos. El fondo que se empleaba para otorgar garantías a los agricultores que pierden sus cultivos por los daños de temporal desapareció en la Federación al igual que muchos otros recursos. Manifestó Rubén Medina que, si bien hay voluntad, tendrá que revisarse algún otro esquema para proteger a los trabajadores del campo. “Todavía con esto hay quienes queman los esquimos agrícolas en las parcelas y eso esteriliza las parcelas. Quemar los residuos de los cultivos anterior mata la microbiología y los procesos biológicos que se desarrollan en los suelos y generamos comunicación a que dejen las proactivas que erosionan”, dijo el titular de Sedrua. “Tenemos que buscar cómo recuperar la fertilidad de los suelos y tenemos que revertirlos entre todos, que no sumemos prácticas que deterioran los suelos e incorporar materia orgánica a los cultivos”, explicó. La degradación de los suelos es un proceso multifactorial: erosión, acidificación, salinización, pérdida de humus y carbono, des-equilibrios nutrimentales, compactación, encostramiento, anegamiento, contaminación, cambio climático que se expresa en sequías y menores tasas de precipitación, pérdida de biodiversidad, manejo irracional e insustentable de las tierras, y los acuíferos, todo suma. En México, desde al año 2003 los expertos revelaban que el 44 por ciento de los suelos se encontraban afectados por algún proceso de degradación, reconociendo que este fenómeno reduce la producción de alimentos en un 12 por ciento; por ello, en el futuro a nivel mundial, millones de pobladores migrarán de sus localidades ante la pérdida de los recursos naturales, estimándose que para el año 2050 al menos 700 millones de personas sufrirán eléxodo migratorio. El estado de Michoacán cerrará el año con más de 100 mil hectáreas de cultivos de diferentes regiones en pérdida total por sequía, informa la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario (Sedrua). En Michoacán la tendencia no es muy diferente. De un millón de hectáreas de diferentes tipos de cultivos se advierten que hasta 40 por ciento presentan rasgos acelerados de degradación con la tendencia a la desertificación. Para este año, la mancha de sequía moderada y extrema siguen creciendo sobre el estado y ha puesto en jaque a prácticamente todo el territorio por la falta de agua. Con base al escenario anterior, destacó el funcionario estatal que se viene incorporando materia orgánica humificada a la tierra, mediante el compostaje y lalombricultura, así como la inoculación al suelo de un consorcio microbiano que restaura la biología del suelo y mediante bacterias se fija nitrógeno atmosférico. Asimismo, detalló que la incorporación de materia orgánica favorece las condiciones de almacenamiento de agua, se incrementa la fertilidad del suelo. Además, con la aplicación de insumos de especialidad que se suministran vía foliar, como nutrientes y aminoácidos, se aumenta la producción y la calidad de los alimentos. Rubén Medina sostuvo que la desertificación es un fenómeno donde las variaciones climáticas y las actividades antropogénicas conducen a que los suelos pierdan fertilidad, en consecuencia, las tierras agrícolas y los ecosistemas pierden productividad, incluso dejan de cumplir con la función de producir bienes y servicios como la producción de alimentos.