Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Con casi 230 años de antigüedad, la calle Manuel García Pueblita se mantiene como uno de los más antiguos vestigios de las calles empedradas del Centro Histórico de Morelia. Como si fuera una cápsula del tiempo, el andador recuerda la época colonial y el nacimiento de la antigua Valladolid. Ubicada en la periferia norte del primer cuadro de la capital michoacana, a unos 200 metros bajo la casa de la cultura, la vialidad se niega a desaparecer sus principales características: las rústicas rocas de río que fueron colocadas para dar solidez al suelo y evitar los encharcamientos. Archivos refieren que la rúa data de 1794, cuando era llamada Callejón del Sauz; en 1840, con el cambio de nomenclatura se le conoció como la Calle del Indio Tristre; en 1929 se le dio su actual nombre. Los vecinos de la vialidad han operado por evitar modificar en medida de lo posible la calle que, en muchos de los casos, los morelianos incluso pasan desapercibida a pesar de la belleza arquitectónica e histórica. Han pasado ya más de 93 años desde que se le dio el nombre de Manuel García Pueblita en honor al militar patzcuarense que luchó contra la primera intervención estadounidense en suelo mexicano en la Batalla de la Angostura. La trascendencia del militar michoacano alcanzó su participación en la Revolución de Ayutla, para derrocar a Antonio López de Santa Anna. Asimismo, se reconoció como uno de los principales militares en la Guerra de Reforma. Lo anterior, fue el argumento que el ayuntamiento capitalino retomó hace casi un siglo para nombrar la vialidad que, con el paso de los años, se preservaría como un reducto de la ingeniería civil decimonónica. A diferencia de otras calles del Centro Histórico, la García Pueblita se salvó por estar prácticamente debajo de un pequeño acantilado que le permitió pasar casi desapercibida ante la voracidad del espacio comercial del primer cuadro de la capital michoacana. Desde hace al menos tres décadas, el Ayuntamiento de Morelia mandó construir una réplica del monumental acueducto en miniatura y con los detalles de la cantera rosa que coronan a la calle que es considerada como una cápsula del tiempo en la zona de monumentos de la llamada Ciudad de la Cantera Rosa. Conservar el empedrado les ha traído beneficios tangibles a las viviendas que enmarcan la vialidad; debido a que la composición estructural del camino absorbe el agua de la lluvia, los muros de las casas se han conservado en mejor estado ante la humedad. No así las casas de otras zonas del Centro Histórico, donde luego de que se sustituyó el empedrado por asfalto y concreto, la humedad en la cantera se ha vuelto uno de los principales problemas para los colonos. La sola existencia de la García Pueblita genera dudas en los vecinos de la zona. ¿Por qué no volvemos a tener calles empedradas en si tenemos una ciudad colonial?, señalan tras advertir que la traza urbana de Morelia fue el principal argumento y motivo histórico-arquitectónico para que la urbe alcanzará el nombramiento de Ciudad Patrimonio ante la UNESCO hace ya más de 30 años. El uso de las calles empedradas fue impulsado desde la Europa del siglo XVIII hasta las colonias en América como un mecanismo sanitario en las zonas urbanas. El empedrado permite la infiltración del agua de lluvia mientras que, a su vez, evita la formación de charcos y lodazales que además de tener una repercusión en la salud, terminaban por afectar el tránsito de mercancías y de movilidad. Cabe destacar, que a pesar de los años de antigüedad del empedrado y de ser usada diariamente por automóviles particulares, la vialidad se encuentra en mejores condiciones que muchas de las calles de concreto hidráulico de última generación y de costosos proyectos de reencarpetamiento con vida útil de apenas 5 años.