Arved Alcántara / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En el corazón de Morelia persiste un símbolo de comercio y tradición que ha resistido el paso del tiempo, forjando su identidad a lo largo de seis décadas. El Tianguis del Auditorio, conocido coloquialmente como El Audi, es un vestigio del viejo tipo de comercio, del trueque, del puesto en la calle y la confianza sobre la garantía. La génesis de este emblemático tianguis se remonta a comerciantes de la zona sur de Morelia que, décadas atrás, se congregaban en la plazuela hoy conocida como Carrillo. Derivados del maíz, maderas, dulces y ropas conformaban el colorido escaparate de aquellos días. Con el avance de la urbanización en la segunda mitad del siglo XX, el Ayuntamiento tomó la decisión de construir el Auditorio Municipal en 1962. Pronto el lugar se vio rodeado por comerciantes los domingos; el tianguis adoptó el nombre que lo distingue. Hoy en día este mercado callejero, que abarca más de 5 manzanas y una docena de calles ha establecido su presencia dominical con la participación activa de más de 600 comerciantes. Atravesando una decena de vialidades, el Tianguis del Auditorio es cada domingo el epicentro de la actividad comercial en Morelia, el mercado al aire libre más grande de la ciudad, el más visitado y en donde hay de todo. Enclavado en la colonia Ventura Puente, El Audi es también una suerte de “Tepito moreliano”, un apelativo que refleja la diversidad de su oferta: desde ropa de segunda mano hasta plantas exóticas, vestidos de novia, cortes de cabello, videojuegos, música y libros; cada puesto es un escaparate de curiosidades que atraen a miles de visitantes semana tras semana. Como en Tepito, hay algunos puestos con objetos de dudosa procedencia. Es también un lugar para cazar gangas. Los aficionados a los tesoros escondidos encuentran aquí un paraíso. Entre las lonas y puestos móviles, se revelan auténticas joyas entre artículos de segunda mano. Cada domingo, aquellos que han adoptado la tradición de explorar este mercado descubren objetos con historias propias, sumándolos a sus posesiones con un sentido de conexión única. Videojuegos, juguetes, libros y hasta numismática, entre los atractivos para coleccionistas. El Tianguis del Auditorio no solo es un festín para los buscadores de tesoros, sino también para los amantes de la gastronomía. Tacos de tripa, soricua, carnitas y pollo hasta exquisitos platillos tradicionales como tamales y pozole; el mercado no es un destino culinario, pero entre horas de recorridos por sus veredas de puestos muchas veces es imposible resistirse a un taquito. Durante las festividades decembrinas el Tianguis del Auditorio adquiere un papel central en las celebraciones de la ciudad. Miles de comerciantes de juguetes y regalos se congregan para atender las demandas de los Reyes Magos y Santa Claus. Así, en esas calles cada domingo distintas generaciones convergen en este espacio, ofreciendo algo para cada edad. Los más jóvenes se acercan a los puestos de videojuegos, música y ropa, mientras que los mayores encuentran verdaderas reliquias en forma de monedas, billetes, discos LP y otros objetos que, a pesar de los embates del tiempo, conservan su relevancia en el contexto del Tianguis del Auditorio. Desde su registro oficial en 1968, el Tianguis del Auditorio ha sido testigo de un crecimiento exponencial tanto en el número de comerciantes como en la diversidad de productos ofrecidos. A pesar de las inevitables transformaciones sociales y económicas, y de la sospecha de productos robados, el espacio reboza vida nos muestras las transacciones en su más pura esencia.