Arturo Molina / La Voz de Molina Enclavado en las inmediaciones del Bosque Cuauhtémoc y casi perdido entre el desarrollo urbano de la zona oriente de Morelia, el Templo de la Visitación se mantiene como uno de los fieles testigos del crecimiento de la Ciudad de la Cantera Rosa de finales del siglo XIX y principios del XX. Casi tan antiguo como parte del casco del Centro Histórico, el recinto religioso se mantiene vigente con una arquitectura que resalta en Morelia y que se diferencia de otros recintos religiosos de la época. La Rectoría de la Visitación de Morelia nació como una institución religiosa fundada en el siglo XVIII. Fue en ese entonces, cuando el obispo Francisco de Herrera se decidió por fundar la iglesia que más tarde se instauró como uno de los más conocidos de la antigua Morelia. La Visitación, como sector de la Arquidiócesis, formó parte de la Orden de la Visitación de la Santísima Virgen María, una orden monástica creada por San Francisco de Sales en el siglo XVI. El objetivo principal de la Rectoría de la Visitación de Morelia era ofrecer una educación religiosa a los jóvenes de la zona, así como promover la vida espiritual de la comunidad. Durante los siglos XVII y XVIII, la Rectoría de la Visitación fue un punto importante de la vida religiosa de Morelia y sus alrededores. Durante el siglo XIX se convirtió en una de las principales instituciones educativas de la ciudad, ofreciendo una amplia gama de cursos, desde el clásico latín hasta la filosofía cristiana. La Rectoría también se destacó por ser un importante centro de cultura y espiritualidad, albergando seminarios y programas de formación religiosa. El rumbo del inmueble tomó un giro distinto a partir del siglo XX. Las monjas llegaron en 1905, pero en 1916, a causa de los conflictos políticos de la época, mismos que envolvieron y despojaron a la Iglesia Católica de las propiedades del clero regular y secular, abandonaron el lugar. Posteriormente el edificio tuvo varios usos, entre ellos un asilo de ancianos por casi 40 años, uno de los periodos más largos entre sus nuevas funciones. Fue a partir del año de 1955, con la creciente zona urbana de Morelia y las necesidades médicas, que parte del antiguo edificio se cedió a la Cruz Roja. En el año de 1955, Michoacán vio instalar su propia unidad de auxilio. Durante este lapso, el templo fue parcialmente destruido. Era de una nave con dos coros, por corresponder a monjas. Se reconstruyó con tres naves separadas por pilastras, y ábside cuadrangular de mayor profundidad que las naves laterales; éstas cuentan con dos niveles y triforio. Tiene ventanales rectangulares en planta baja y arcos ojivales en la planta alta, con vitrales que hacen referencia a los santos de la familia visitandina, además del Sagrado Corazón, devoción sumamente difundida a finales del siglo XIX y principios del XX. El templo es de estilo ecléctico y muestra gran variedad de elementos de influencia medieval y neoclásica. Su fachada tiene dos cuerpos y remate; cuenta con cinco calles en las que alternan puertas y ventanas, la principal trilobulada, otras adinteladas, ojivales, y una doble con parteluz. Su proyecto original se atribuye a Adrián Giombini, en 1905, por su estrecha relación con el clero, la época y los elementos que incluía. En la actualidad el Templo de la Visitación sigue siendo una importante institución religiosa. Ofrece una amplia variedad de cursos y programas para la formación espiritual y educativa de la comunidad. También se mantiene como un centro de cultura y espiritualidad, albergando seminarios, actividades religiosas y reuniones.