IMÁGENES NUESTRAS | El Jardín de Villalongín, histórico y fotogénico

Es el preferido por quinceañeras, recién casados y graduados para tomarse la foto, pero también encierra misterios e historias de la antigua Valladolid.

Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En pleno 2022, el Jardín de Villalongín en Morelia es el espacio preferido por cientos de quinceañeras, novias y graduados como escenario para las fotos del recuerdo. La fuente monumental y la diosa Cloris enjaulada en los chorros de agua de hasta cuatro metros de altura le convirtieron en uno de los espacios más bellos de la llamada ciudad de la cantera rosa.

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No obstante, al igual que otras plazas, el Jardín de Villalongín encierra misterios e historias de la antigua Valladolid que incluyen batallas y rescates de la que alguna vez fuera la prisión de mujeres insurgentes a principios del siglo XIX.

Los orígenes de la fotogénica plaza se pueden rastrearse hasta el año de 1788, año en que fray Antonio de San Miguel adquirió la parte frontal de la Antigua Capilla de las Ánimas, con lo cual el espacio adquirió su primer nombre: Plaza de las Ánimas.

Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

El objetivo del arzobispo fue el crear una zona en donde la élite vallisoletana pudiera pasear y que contara con una fuente que más allá del aspecto ornamental prestara el servicio de abasto de agua a la creciente ciudad de cantera.

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En su momento, la plazuela contó con cuatro fuentes ubicadas en cada una de las esquinas. Los jardines poco a poco se fueron delimitando alrededor de estos puntos, lo que le valió el apodo del ‘Jardín de los cuatro oros’.

Durante la Guerra de Independencia, la Casa de las Ánimas fue habilitada como prisión para mujeres que participaron en la insurrección de don Miguel Hidalgo o para resguardar a las esposas de los cabecillas del movimiento armado en la antigua Valladolid de Michoacán.

La anécdota más importante que le valió para llevar el nombre de Plaza de Villalongín en nuestros días refiere el heroico rescate de la esposa del insurgente Manuel Villalongín, en el año de 1811.

Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.
Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

Durante el gobierno militar del teniente coronel Torcuato Trujillo en la intendencia de Valladolid se usó la persecución a los insurgentes y sus familias como mecanismo para reprimir la insurrección.

A pesar de que la ciudad se había convertido en una auténtica fortaleza protegida por las fuerzas realistas ordenadas por Félix María Calleja, un grupo de insurgentes encabezados por Manuel Villalongín logró entrar una madrugada y rescatar a su esposa y otras mujeres del cautiverio en el que las tenían sometidas las fuerzas españolas.

Dicho episodio pasó a la historia como el ejemplo de heroísmo y amor que caracterizaron a los insurgentes en la lucha por la independencia de México, por lo que al concluir la lucha armada, las plazas adoptaron los nombres de los héroes que les dieron patria.

La historia oficial señala que fue en el año de 1899 cuando la fuente monumental que ocupa el centro de la actual plaza fue colocada por órdenes del Gobierno del estado de Michoacán.

Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.

La orden vino del entonces mandatario estatal Mariano Jiménez, quien decretó que la fuente que había estado ubicada en la Plaza de Armas, junto a la histórica Catedral, fuera reubicada en la plazuela y se colocara una escultura con la figura de la diosa mitológica de las flores y de los jardines, Cloris.

Desde entonces, la vida alrededor de la plazuela ha incluido parte de la actividad nocturna a través de bares, restaurantes y hasta hoteles que aprovechan la belleza arquitectónica de uno de los espacios favoritos de los michoacanos, que no desaprovechan la visita para guardarla en un momento fotográfico y hasta compartirlo en redes sociales sin necesariamente conocer la historia detrás de este espacio.

Foto: Sam Herrera Jr., La Voz de Michoacán.