Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia Michoacán.- En silencio y alejado del brazo de las autoridades, los efectos del éxodo de población del fraccionamiento Misión del Valle siguen arraigados al asentamiento ubicado en la zona norte de la capital del estado. Las que alguna vez fueron viviendas habitadas por familias, ahora son espacios abandonados, con cristales rotos y barricadas improvisadas para contener la invasión. Una especie de pueblo fantasma a las afueras de Morelia. Han pasado 4 años desde que esta casa editorial documentó por primera ocasión el fenómeno social de abandono de viviendas provocado principalmente por la inseguridad, los altos costos de movilidad y otros factores. Desde entonces, el olvido se apoderó de la zona. Con el paso de los años la situación incluso se normalizó, pero no fue atendida. Ya nadie cuestiona por las más de mil casas, mismas que incluso sellaron con tabique y concreto en puertas y ventanas después de que fueron invadidas por delincuentes para ser utilizadas para operaciones ilícitas. La Voz de Michoacán recorrió de nueva cuenta el fraccionamiento ubicado entre los límites de Morelia y Tarímbaro, en dónde logró documentar los estragos del abandono de viviendas, la falta de servicios y otros problemas. Hace apenas 2 años llegó para quedarse el cuartel de la Guardia Nacional, con lo que se logró disminuir un tanto la presencia de la delincuencia organizada, las casas de seguridad, el tráfico de drogas y otros delitos de alto impacto que alguna vez gozaron de impunidad en la zona. De cualquier forma, los que se atrevieron a quedarse han tenido que luchar, organizarse y expulsar a los delincuentes. Mantas, cartulinas y hasta letreros a las afueras de las casas advierten a los ladrones que serán “linchados” a quienes se sorprendan delinquiendo. Lo anterior incluso ya se ha concretado. 1 mil casas abandonadas No obstante, los robos a transeúntes, el robo a casa habitación y sobre todo la violencia doméstica siguen siendo el pan de cada día en el olvidado fraccionamiento. “Estamos muy lejos la ciudad de Morelia para que nos atiendan, pero también quedamos fuera de Tarímbaro, entonces no tenemos a quién acercarnos. Hace poco llegó la Guardia, pero es todo lo que tenemos y no siempre atienden los llamados” manifestó uno de los colonos, quien prefirió omitir su nombre. Prácticamente en cada calle hay al menos tres viviendas abandonadas. Arbustos y pastizales crecieron tanto que incluso obstruyen de manera natural las viviendas que fueron saqueadas en tuberías, cableado, puertas, herrería y prácticamente todo lo que se puede revender. En los casos más extremos, sellos de seguridad de la Fiscalía General de Michoacán (FGE) revelan que los domicilios incluso al ser invadidos por adictos y delincuentes fueron escenas del crimen como secuestros, homicidios y centros de distribución de las drogas que terminaron por distribuirse a los más jóvenes. El hartazgo fue la principal causa por la que las familias prefirieron perder su patrimonio. Los constantes robos de sus viviendas, el acoso de los grupos delincuenciales, los extensos tiempos de traslado desde los centros de trabajo al hogar y los costos expulsaron a casi una cuarta parte del fraccionamiento. El abandono no es solo por parte de los colonos. Tanto las vialidades, como las áreas verdes, servicios como el agua, el alumbrado público y otras obligaciones del gobierno han sido dejados de atender. En su lugar, autenticas “fallas geológicas” han inhabilitado por completo la carpeta asfáltica del mencionado fraccionamiento. El principal indicador para detectar una casa abandonada, es la ausencia total de los tinacos: en la mayoría de los casos se debe a que ya fueron robados. Quienes han decidido quedarse, han tenido que reforzar y sujetar sus tinacos con pesadas estructuras metálicas para evitar que corran la misma suerte.