Dulce Olivo / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En el corazón de Morelia, se desarrolló este Viernes Santo la Procesión del Silencio, una de las actividades religiosas más esperadas de semana Santa, que fusiona la devoción con la unión familiar en los distintos rincones públicos del estado. La Procesión del Silencio, catalogada como una de las más emblemáticas y representativas de Michoacán, conmemoró su edición número 48 en la ciudad de Morelia. Organizada por la asociación civil Tradiciones Michoacanas, este evento convocó a una multitud que se congregó desde la tarde en la Calzada Fray Antonio de San Miguel. La marcha, que dio inicio puntualmente a las 19:00 horas, recorrió la avenida Madero para finalmente concluir en el templo de Capuchinas, donde las 19 cofradías participantes se unieron en un acto de fervor. La devoción de los creyentes en esta procesión se hizo evidente con la participación de las cofradías, portando imágenes religiosas, algunas de las cuales datan de finales del siglo XVI. Esta antigüedad añadió un valor histórico al evento, sumergiendo a los presentes en una atmósfera de reflexión. El recorrido de aproximadamente 3 kilómetros, desde la Calzada Fray Antonio de San Miguel hasta el Templo de Capuchinas, se detuvo en varios puntos para realizar ceremonias de Pésame. La Plaza Valladolid se erigió como un espacio de contemplación, donde se entonaron saetas, expresiones musicales que evocaban el dolor de Cristo durante su pasión, manteniendo viva una tradición arraigada en la cultura religiosa. Cada cofradía participante adoptó una imagen icónica y una forma particular de vestirse, desde atuendos negros hasta vestimentas de verdugo o romano, celebrando así la diversidad de expresiones devocionales. Esta variedad reflejó la riqueza de la tradición religiosa mexicana y la profunda conexión que los fieles mantienen con su fe. El llamado del Ayuntamiento de Morelia a vivir esta experiencia única durante la Semana Santa resonó en las calles del Centro Histórico, donde la Procesión del Silencio se erigió como uno de los eventos sacros con más tradición en México. Con la participación de 20 cofradías, este evento se consolidó como un vínculo entre el pasado y el presente, entre la espiritualidad y la comunidad. La Procesión del Silencio de Morelia trascendió el mero acto religioso para convertirse en una manifestación impresionante y sobrecogedora del sentimiento religioso del pueblo mexicano. En un mundo lleno de ruido y distracciones, esta procesión ofreció un momento de introspección y recogimiento, recordando a los fieles la importancia de la fe y la tradición en sus vidas. Así, entre el canto de saetas, el resplandor de las veladoras y el sonido del tambor, la Procesión del Silencio de Morelia se consolidó como un faro de espiritualidad en medio de la noche, guiando a los creyentes en su camino hacia la reflexión y la comunión con lo divino. Un legado de fe que continúa enriqueciendo el tejido cultural y espiritual de Michoacán.