Redacción / La Voz de Michoacán Aguililla, Michoacán. El presidente municipal de Aguililla, César Arturo Valencia Caballero, es velado en su casa paterna en medio de un fuerte dispositivo de seguridad en el que participan el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional, Fiscalía General del Estado y la Policía Michoacán. En el ambiente una tensa calma, aún no llegaba la carroza con los restos de Valencia Caballero cuando otra noticia sacudió a la comunidad: la confirmación del homicidio René Cervantes Gaytán, asesor del munícipe y persona de todas sus confianzas, cuyo cuerpo inerte fue encontrado esta mañana por fuera de su camioneta en las Parcelas de Castillo. El hecho dolió doblemente, prácticamente simultaneo al asesinato del acalde se reportó la desaparición de René, en medio del desconcierto aún existía la esperanza de que fuera localizado con bien, pero de tajo ese anhelo se derrumbó: el joven funcionario también murió por balas de criminales. Fue cerca del mediodía de este viernes cuando arribó el cuerpo del alcalde que fue asesinado a balazos durante la tarde de ayer, cuando viajaba en una camioneta hacia su domicilio. La primera parada fue el Templo Parroquial, donde con amigos, familiares y conocidos se rezó el rosario de la misericordia. El dolor era evidente, era imposible contener el llanto, cuando los deudos volteaban al centro de la iglesia y ahí estaba, dentro de un ataúd, César Arturo, quien apenas esta semana realizaba reuniones con autoridades federales y estatales buscando acercar programas en beneficio de Aguililla. Las calles volvieron a llenarse de patrullas, de personal pericial. Ya llegó un cuerpo, pero ahora se está a la espera de un segundo fallecido. César y René se volverán a reunir, ya no será en el Ayuntamiento donde tanto compartieron buscando rescatar a Aguililla de las manos de los delincuentes, ahora lo harán mañana, durante una misa de cuerpo presente en la capilla del Refugio. El golpe ha sido fuerte, contundente y ha pegado en cada uno de los aguilillenses, que desde el pasado 4 de febrero, con el arribo de las fuerzas federales, comenzaron a recuperar poco a poco la confianza de regresar sus hogares, de trabajar sus tierras, de realizar actividades que en otros lugares pareciera tan común, como ir a una tienda y encontrar víveres para consumir, salir a la plaza o asistir a misa. Hace poco más de un mes que los pobladores comenzaron una cuesta arriba para devolver a Aguililla la grandeza que caracteriza a su gente, luego de haber padecido una guerra entre grupos delictivos que por meses mantuvieron trozadas las carreteras y sitiado al pueblo. “Estamos tristes, estamos dolidos, estamos siendo precavidos, pero estamos bien, estamos orantes y estamos unidos”, son las palabras del Padre Gilberto, el hombre de fe, el párroco de la comunidad. Y precisamente, en esa unidad esperan despedir el domingo a dos personas que, más que políticos, son recordados como hombres de bien que siempre trabajaron por el rescate de Aguililla.