Angélica Ayala / La Voz de Michoacán Pátzcuaro, Michoacán. Los festejos en honor a la Virgen Inmaculada de la Salud, patrona de Pátzcuaro y de la Arquidiócesis de Morelia, fueron diferentes a años anteriores debido a la COVID-19. Este año todo se realizó bajo las medidas estrictas de sanidad, no hubo el recorrido por las calles, ni tampoco los tumultos adentro de la Basílica pues el aforo de personas fue controlado y los vítores a la Virgen de la Salud fueron muy pocos durante la bajada de su nicho, más bien las oraciones solemnes por el cantor retumbaban en el lugar. Durante todo el día el ir y venir de los fieles se mantuvo en la iglesia, ahora sólo la puerta principal era la entrada, mientras que la lateral, la salida, con la respectiva aplicación del gel antibacterial, la toma de temperatura a todos sin excepción y la sana distancia, con lo que se mantuvo una celebración tranquila y ordenada y los fieles atendieron las indicaciones sanitarias. A pesar de las restricciones sanitarias, la fe y el agradecimiento a la Virgen de Tata Vasco, que mandó elaborar en el año de 1540 con la técnica ancestral de pasta de caña de maíz, bulbos de orquídeas y con baba de nopal, que es considerada una de las imágenes más veneradas en Michoacán y catalogada como de las cinco más antiguas de México, estuvo presente. Foto, Angélica Ayala. Este año la celebración cambió por culpa del coronavirus. De aquel festejo donde se podía apreciar a los fieles entrar y salir, ahora sólo unos cuantos, aunque todo el día hubo afluencia. Por la tarde, con el rosario y la misa solmene, siempre lucía repleta la Basílica, pero ahora sólo el aforo permitido por la Secretaria de Salud, sólo dos personas por banca y respetando la sana distancia; así sucedió durante todas las misas de este martes. Ahora la Virgen de la Salud no salió de su Basílica, no recorrió las calles principales del centro de Pátzcuaro, no fueron colocados los altares para que ella descansara, no repicaron las campanas para anunciar su salida, pero sí para anunciar la bajada de su nicho, que se realizó al terminar la concelebración solemne. Las indicaciones fueron claras: solo cinco o diez segundos pueden estar frente a la imagen, santiguarse, sin arrodillarse, llenarse de su amor en ese breve tiempo. En el momento en que vio bajar a la Virgen, sus ojos se le llenaron de lágrimas, mucha gente no pudo contener la emoción de tener tan cerca a la madre de Dios, sus manos por inercia empezaron a aplaudir a la imagen que con todo cuidado bajaban los Caballeros de la Virgen de la Salud, mientras tanto otros más acordonaban el área, bloqueaban el paso hacia el altar con sillas y los más privilegiados de tenerla frente a ellas, fueron aquellos medios de comunicación que en transmisión en vivo por Facebook daban a conocer el acontecimiento. Foto, Angélica Ayala. Las primeras en pasar fueron las Damas de la Virgen, quienes no salieron del templo, permanecieron ahí, no así las demás personas que, a petición del sacerdote al pasar por enfrente de la Imagen Virtuosa, tendrían que retirarse, no se podían quedar para seguir acompañando a la Virgen hasta que regresara nuevamente a su nicho, después de los cinco o diez segundos de estar frente a ella, tenían que dirigirse a la salida. “Respeten la sana distancia, van a ir pasando conforme estaban en la banca”, era la indicación de quienes formaban parte de la organización, para algunos causó molestia el no poder estar más tiempo delante de la imagen, que por esta ocasión no fue protegida, la posaron así tal cual es, no hubo la estructura de plástico que comúnmente la protege, así ataviada con su vestido color azul marino con blanco y con hilos de oro, la Virgen Inmaculada de La Salud vio pasar a cada uno de los asistentes que se formaron para pasar frente a ella. Foto, Angélica Ayala. Mientras tanto, afuera, en el atrio por la entrada principal, se quedaron varias decenas de personas que no alcanzaron a entrar, ahí sin ninguna sana distancia se aglutinaron para ver “desde lejos” a la Virgen, aunque había sillas y pantallas para seguir la transmisión, todos se acercaron a la puerta para ver bajar a la Virgen. Ahí esperaron hasta que les tocó el turno para poder entrar, formarse y pasar frente a la imagen, así cerquitas, a sólo uno o dos metros de distancia. Debido a la pandemia por la COVID-19, no fue instalado ningún tipo de comercio ni se realizó la tradicional venta de mandarinas, cacahuates, zapotes y guanábanas, fruta tradicional de esta festividad, ni tampoco las muñecas de cartón o los juguetes de latón.