José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Michoacán. Vecinos del eje poniente de la avenida Constitución de la cabecera municipal están solicitando a las autoridades locales que inicien el procedimiento de reubicación de un establo doméstico que se encuentra en las cercanías. Entre los solicitantes de esta petición se encuentran las autoridades eclesiásticas del Santuario de Guadalupe, el Convento de las Madres Adoratrices y las autoridades de la Escuela Primaria Benito Juárez, que se ubican justo frente al domicilio en que desde hace al menos nueve años genera complicaciones derivadas de los malos olores y los riesgos a la salud. De acuerdo con los quejosos, han intentado ya un acercamiento con el propietario de este domicilio particular para solicitar la reubicación de las tres reses que se ubican en su patio trasero; sin embargo, y bajo el argumento de que los semovientes se encuentran en su propiedad, el dueño del domicilio se ha negado a la petición, lo que hace varios años hizo necesaria la intervención de la Policía local; sin embargo, al cambio de administración municipal de ese entonces el problema siguió. “Deja que se le acumule el excremento hasta que reúne un camión para sacarlo de su corral y venderlo, mientras nosotros tenemos que aguantar los olores, las moscas y un sinnúmero de molestias. Fuimos a ver al secretario del Ayuntamiento, nos mandó con la síndica para un careo con el dueño pero lo que queremos es que la autoridad actúe”, señaló Roberto Cuevas, padre de un alumno la Escuela Benito Juárez, quien aseguró que con el regreso a clases los alumnos deben soportar de manera cotidiana los olores que se generan apenas cruzando la calle. “Es intolerable y necesitamos que la autoridad tome cartas en el asunto, no sé para qué tendríamos que hacer un careo o una conciliación si el señor ya dijo que no va a sacar sus vacas porque están en su corral”. Aseguró que, de no encontrar solución en el ámbito municipal, recurrirán entonces a la Jurisdicción Sanitaria o en su defecto a la Secretaría de Salud del estado y la Secretaría de Educación para que ellos interactúen con la alcaldía para poder solucionar este problema. Establos urbanos e invasión Con origen agroganadero, el municipio de Jiquilpan conserva aún una serie de establos y zahúrdas en diferentes puntos de la ciudad, lo que ha llevado a que vecinos de esta localidad eleven quejas ante la autoridad local, aunque en ocasiones es la misma autoridad la que propicia la existencia de establos, zahúrdas y caballerizas. Durante la administración municipal anterior, vecinos del eje oriente de la calle Octaviana Sánchez de esta ciudad demandaron la intervención de la autoridad local para que una pequeña caballeriza que se encuentra en este espacio fuera reubicada debido a las molestias que genera y a que representa un riesgo a la salud. La caballeriza, destacan, pertenecía a David Guerra, quien se desempeñaba entonces como director de Alumbrado Público de este municipio, a quien, aseguraron, se comentó en diversas ocasiones que se encontraba violando reglamentos locales; sin embargo, los comentarios de los vecinos fueron desatendidos por el entonces funcionario y quien fuera también regidor durante la administración 2008-2012. El instrumento legal citado por los vecinos establece la prohibición para instalar caballerizas, establos, zahúrdas y criaderos de aves en las zonas urbanas; en este caso, los vecinos agregaron que además de las molestias debido a la generación de moscas se lidia también con la contaminación del Río Jiquilpan, que se encuentra apenas a unos metros de esta caballeriza y en el que los hogares vecinos de esta cuadra vierten sus aguas residuales, lo que convierte a esta zona de la ciudad en un verdadero caldo de cultivo para enfermedades gastrointestinales e infecciones de la piel. En la calle Allende, en el barrio de Los Callejones, vecinos denunciaron la apropiación por parte de un particular de poco más de 100 metros cuadrados que corresponden a la zona federal del Río Jiquilpan, donde asentó unos potreros, lo que a final de cuentas derivó en un establo clandestino de 5 por 20 metros que es lo que corresponde a la zona federal de la parte sur-oriente del Río Jiquilpan, en el que el hombre atiende a media docena de animales entre caballos y becerros, toda vez que dice poseer escrituras que le acreditan la propiedad de esta zona federal. En este caso ni siquiera personal de la Comisión Nacional del Agua ha logrado meter al hombre a lo que marca la normatividad vigente en materia de asentamientos humanos; de hecho, se conoció que el hombre logró que personal del Organismo Operador de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento (OOAPAS) le instalara una toma de agua potable.