Rogelio Arellano / La Voz de Michoacán Uruapan, Michoacán. El crimen con altas dosis de violencia extrema es el reflejo de que, en los corazones de algunos hombres, de algunas familias y de las instituciones, existe el desprecio y la cizaña; sin embargo, todavía es tiempo del arrepentimiento a través de la conversión hacia los buenos deseos y propósitos, señaló el cura Sergio Alejandro Arroyo Rodríguez, párroco del Templo de Guadalupe, al señalar que la Cuaresma es el periodo de reflexión adecuado para lograr ese cambio entre quienes pecan con delinquir y hacer el mal. “La militarización de Michoacán y del país no va a venir a solucionar estos problemas”, externó el sacerdote perteneciente a la Diócesis de Zamora luego de que el recinto a su cargo se sumó a otras decenas que existen en esta ciudad para celebrar el Miércoles de Ceniza. “En el corazón de todo ser humano puede estar presente el desprecio y la cizaña, pero también los deseos y propósitos de ser mejor; no hay nada más traicionero y enconado que el corazón del hombre, es un corazón con el que también amamos y odiamos, por eso es tiempo de revisar el corazón”, añadió el presbítero. Destacó que para la Cuaresma de este año, el exhorto del Papa Francisco se refiere a “no cansarnos de hacer el bien, pero también de permitir que Dios saque la violencia, porque la violencia en la sociedad es manifestación de que hay violencia en el corazón de las personas, de las familias, de las instituciones y la solución no va a venir con militarizar el país” insistió. “Se trata de lograr la conversión, desde el que desecha los pecadillos hasta los que cometen pecados más graves como delinquir o quitar la vida a otros. ¡Arrepiéntete!, todavía es tiempo, dejemos que Dios reine en nuestros corazones”, dijo el entrevistado en alusión a quienes son parte de los grupos delictivos cuyo distintivo como crimen organizado, en su mayoría se destacan por la comisión de actos de barbarie. “La fiesta más grande los católicos es la Pascua. La segunda es la Navidad y así como nos preparamos con el adviento en para la Nochebuena, en la Pascua nos preparamos con un tiempo litúrgico que se llama Cuaresma, que se traduce en 40 días de preparación en la cual se nos invita a renovar nuestra oración a través del dialogo con Dios, porque solamente en este diálogo honesto y sincero podemos descubrir que cosa no va bien en nuestra vida”. También la Pascua nos invita a las obras de penitencia, como el ayuno, la abstinencia y la caridad fraterna. “La Cuaresma es para nosotros un tiempo de preparación, de purificación, para cambiar el ritmo de la vida tal y como los hizo Jesús al internarse en el desierto durante 40 días y 40 noches antes de iniciar su predicación evangélica”. Estamos por celebrar la fiesta de la Pascua del Señor, la fiesta más grande. “El misterio pascual lo iniciaremos el Jueves Santo para seguir con el viernes de la pasión y el sábado de gloria por la muerte y resurrección de Jesús”. De esta forma, abundó, la preparación debe estar enfocada a lograr ese cambio de vida, siendo generosos con lo que somos y con lo que tenemos, porque esos son signos de conversión. La ceniza al colocárnosla, las palabras son, arrepiéntete y cree en el Evangelio. Ponerse la ceniza es signo de que quiero cambiar, de que yo quiero un cambio en mi vida, sino no tiene ningún sentido la ceniza, será un rito vacío”. El colocarnos la ceniza es una señal de penitencia. “Es una manifestación de que queremos un cambio en nuestra vida, por ello en la cuaresma se habla mucho del ayuno, que es algo que entre los católicos se puede realizar cuando seamos mayores de edad y hasta los 59 años y consiste en racionalizar los alimentos, no se trata de ser radicalizar a puro pan y agua, no podemos ir en contra de la salud del ser humano”. Estos ayunos se precisan solamente el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo. “El Papa nos indica que este día debe ser de una oración muy intensa y profunda con abstinencia de comer carne lo que incluye los viernes de cuaresma y viernes santo”.