Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. En la religión Católica, con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye en Pentecostés. La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos. Es así que la Octava de Pascua llega mañana a su fin con el Domingo II de Pascua, también llamado Domingo de la Divina Misericordia de acuerdo con la Agencia Católica de Informaciones. Según las escrituras, con la Pascua Dios da a los cristianos la esperanza por la resurrección y por una nueva forma de vida, representada en el regreso de Cristo de entre los muertos. Los evangelios relatan las distintas apariciones del Resucitado a sus discípulos y seguidores para que crean en su presencia viva y real, tras su muerte en la cruz. Durante este tiempo Pascual, la primera lectura, habitualmente tomada del Antiguo Testamento, se cambia por una de los Hechos de los Apóstoles para mostrar la continuidad de la presencia de Cristo en la primera y pequeña Iglesia primitiva. ¿Cuándo termina el tiempo Pascual? El Tiempo Pascual, que dura cincuenta días, finaliza el Domingo de Pentecostés, que es la festividad de la venida del espíritu santo y tiene lugar siete semanas o cincuenta días después del Domingo de Resurrección. La fiesta de Pentecostés es uno de los domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto. Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada segunda Pascua, la actualmente la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo.