Por su protección y apoyo, morelianos coinciden en la gratitud hacia la Virgen de Guadalupe

En la entrada del Santuario de Guadalupe se percibían filas inmensas de personas con favores qué pedir o algunos qué pagar; sus lugares de origen son distintos, sus plegarias aún más diversas, pero a todos los une el fenómeno de ser guadalupanos.

Foto, Víctor Ramírez.

Daire Zúñiga / La Voz de Michoacán

Como muestra de gratitud a los milagritos concedidos por la Virgen de Guadalupe, miles de peregrinos llegaron este 12 de diciembre al ahora Santuario Diocesano en Morelia, mejor conocido como templo de San Diego, donde agotados y emocionados por haber cumplido la promesa de una manda, se acercaban a la figura que para ellos simboliza esperanza y fortaleza en la vida.

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Desde las primeras horas del día, los guadalupanos comenzaron a arribar al Santuario y entre los puestos de comida y las tradicionales cañas, la fila para ingresar al templo avanzaba con fieles que, en un acto de devoción y compromiso, acudían descalzos o de rodillas, con los pies temblorosos y las manos aferradas a rosarios o imágenes de la Virgen.

Entre la multitud está la señora Rita Ortiz, una mujer que contó que la Virgen le ha ayudado a mejorar su situación de salud tras recibir un diagnóstico de cáncer, por lo que acudió desde Estados Unidos a la capital michoacana para agradecer las bendiciones de "la patrona de México".

Mencionó que la fe es el principal motor que la motiva a participar en esta celebración, y compartió que realizar esta manda ha sido “gratificante” para ella, ya que “la Virgen de Guadalupe representa la protección y apoyo” en los momentos complejos de la vida.

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Por su parte, Gabriela García Muñoz se detuvo a charlar esta casa editorial y compartió que desde hace nueve años acude al templo de San Diego para agradecer por la vida de sus hijos, especialmente por la salud de su hija, quien nació con complicaciones y fue dada de alta justo el día de la Virgen de Guadalupe.

“Me alivié el 20 de noviembre, el 21 mi niña entró al hospital, estaba recién nacida, se quedó unos días y me la entregaron el 12 de diciembre” narró la mujer, y recalcó que esta fecha se ha convertido en una tradición en la que prepara los atuendos típicos de guare para agradecer por estar con bien junto a su familia.

Para esta tradición católica es común vestir a los niños como Juan Diego, el santo indígena que, según la creencia católica, fue testigo de la aparición de la Virgen en el cerro del Tepeyac, en 1531.

Gabriela mencionó que cumplir con las promesas hechas a la Virgen “es un acto de fe y gratitud”, y resaltó que acudir a esta celebración cada año la llena de emoción, al ver a las personas que con esperanza realizan sus peticiones en el templo.

Al fondo un mariachi entonaba “Las Mañanitas” por cuarta o quinta vez en el día cuando Verónica Durán, acompañada de su madre, Margarita García y sus dos hijas, salieron del Santuario y compartieron la historia por la que cada año agradecen a la Morenita.

Verónica relató que hace 15 años una de sus hijas tuvo complicaciones de salud y, aunque los médicos aseguraron que su esperanza de vida era de 12 meses, hoy permanece con su familia.

“Vengo desde mi casa descalza y en el templo entro hincada cada año, mientras Dios y la Virgen me permitan verla para agradecer por la salud de mi hija”.

La señora Margarita García mencionó que la Virgen es la protectora de los suyos, pues ha permitido que se mantengan sanas y unidas, por lo que cada año acompaña a su hija y nietas para agradecer el milagro.

Al mediodía de este jueves y bajo un sol intenso, Edith Mota Sánchez platicó que cada año, el día 12 de diciembre y tradicionalmente a las 8:00 horas sale de su casa para caminar junto con su familia y vecinos de la colonia Colinas del Sur hasta el Santuario de Guadalupe y festejar el cumpleaños de la Virgen, ya que la veneran como una forma de agradecer las bendiciones que les concede a lo largo de los meses.

“Este año vine a agradecer que una sobrina estuvo enferma y ya se recuperó, nos dejó llegar hasta acá”, expresó.

Edith mencionó que, aunque las mandas son duras, la fe es el principal motor que la alienta a llegar hasta el templo para ver a la Virgen y celebrar con fervor la tradición católica.

Así continuó el desfile de peregrinos y plegarias. Las familias acompañan a los suyos, las mujeres resguardan a sus maridos, las hijas sirven de apoyo a sus madres y los niños marcan el paso, mientras las bandas musicales acompañan con sus entonaciones el colorido mosaico de fe.

Comenzando en la entrada del Santuario de Guadalupe se percibían filas inmensas de personas con favores qué pedir o algunos qué pagar; sus lugares de origen son distintos, sus plegarias aún más diversas, pero a todos los une el fenómeno de ser guadalupanos.