Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. El cardenal Alberto Suarez Inda lamentó que, contrario a su visión de que no existen fronteras entre regiones como Michoacán y Guanajuato, actualmente se vive una dispersión y desintegración de la sociedad que, según propuso, no puede ser resuelta mediante recetas fáciles, sino que se requiere que tanto las autoridades religiosas como laicas cumplan con sus respectivos papeles privilegiando las propuestas y el diálogo. “Guanajuato es mi tierra natal, Michoacán es mi segunda tierra, pero no hay fronteras aquí, somos todavía parte de la diócesis. Nos da un santo orgullo ser parte de esta santa iglesia. Desagraciadamente vivimos momentos difíciles, de una sociedad que muchas veces se olvida de su historia, una sociedad que se dispersa y que pierde su integración, pero tenemos que seguir trabajando por recuperar y mirar hacia adelante, la Iglesia no puede ser estática”, expresó el líder católico. Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán. Esta declaración se dio en el marco de la presentación de su libro autobiográfico “Memorias de gratitud” que tuvo lugar en la capital michoacana. En este contexto, Roberto Ramírez Delgado, presidente de la Fundación Ciudadana para el Desarrollo Integral de Michoacán (Fucidim), cuestionó el cardenal sobre qué se puede hacer para atacar con mayor fuerza la marcada polarización que se vive actualmente en la sociedad. “No es fácil la respuesta, pero lo importante es que cada quien cumpla su vocación, los laicos como laicos y los obispos como obispos; que cada uno trate de aportar lo mejor de sí mismo en una actitud de dialogo, de paciencia, pero también de cierta audacia, de no apocarnos ante las dificultades sino saber que tenemos algo que dar muy valioso, que es nuestra visión de una sociedad”. “Lo que más cuenta es la reconciliación, el dialogo y la unidad dentro de lo múltiple y lo variado. Respetarnos, pero al mismo tiempo tener el atrevimiento de ofrecer lo mejor de nosotros mismos. No podemos dar recetas fáciles, pero lo importante es tener actitudes de confianza, de audacia y también de humildad”, expresó el ex arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia. PRESENTA SUS MEMORIAS “Los obispos somos eslabones de una cadena desde Vasco de Quiroga hasta Carlos Garfias Merlos en la sucesión apostólica, cada eslabón tiene su cierta importancia porque sin el eslabón se rompe la cadena. En los planes de la providencia me tocó recibir y entregar lo había recibido, recibí de Don Estanislao el báculo de Tata Vasco y yo pude entregar ese báculo a monseñor Carlos, a quien deseamos de corazón un ministerio muy fecundo”, fue la forma en que Suarez Inda inició la presentación de su libro “Memorias de gratitud”. Cuestionado por un religioso sobe la visión de “Iglesia universal” que plasmó en el libro, el cardenal de 82 años de edad recordó que durante su juventud tuvo la oportunidad de residir y estudiar en la ciudad de Roma, donde convivió con religiosos de más de 20 países. “Dios me concedió vivir esa experiencia de Iglesia universal y al mismo tiempo no olvidando las raíces y volviendo a la tierra”. Los integrantes del presídium destacaron que en el libro se observa un “memoria prodigiosa” de parte del cardenal que logra recordar “nombre, lugares, fechas y acontecimientos”. Así como también se hizo mencionó una sensación de coherencia, en tanto que el religioso señala tanto aciertos como errores a lo largo de su carrera católica. Una integrante de la familia del autor, tomó la palabra para agradecer el factor de unidad que ha significado entre sus seres queridos, no obstante que también le preguntó qué fue lo que hubiera querido hacer en su carrera y no logró. Alberto Suarez Inda reconoció que hubiera querido dar más apoyo a algunos sacerdotes que terminaron por renunciar al hábito. “Me hubiera gustado haber acompañar de manera más oportuna, más eficaz a hermanos sacerdotes que en un determinado momento dejaron el ministerio. Me hubiera gustado acompañar a tantos familiares y amigos en momentos difíciles de su vida matrimonial, aconsejar, consolar. Hay mucho que uno no pudo hacer, a veces por falta de tino o de dedicación o de generosidad. Pero confía uno en que dios suple lo que uno muchas veces no logra hacer”.