Juan Carlos Huante / La Voz de Michoacán Tlalpujahua, Michoacán. Pasadas las 7 de la noche, entre el repique de campanas, el sonar de tambores y rezos, uno a uno fueron saliendo del imponente recinto de estilo barroco el Señor de Zapateros, del Monte, de San Lorenzo, del Convento, de Remedios, de la zona Alfarera. También el Señor de Monte Alegre, de Tlacotepec, de Sandia, de la Estanzuela, de la Misericordia, de Santa María de Los Ángeles..., y varios más; detrás de cada uno, imágenes de la virgen María en su advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Como cada año, el Miércoles de la Semana Mayor (Semana Santa), una multitudinaria procesión presidida por Cristos y Vírgenes Dolorosas colmaron las calles de Tlalpujahua, Pueblo Mágico michoacano impregnado de un encantador toque rústico, aunque, según testimonios de algunos pobladores, ahora hubo menos gente que en otras ocasiones. Este día, en la tradición que data de más de 250 años, se desbordan las expresiones de fe en quienes acompañan la peregrinación de las imágenes de nazarenos sufrientes y de su madre María que llora el dolor de su hijo flagelado y crucificado. Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante.Foto, Juan Carlos Huante. Personas con máscara, niños, devotos de todas las edades, cargan en andas las efigies religiosas, las más antiguas elaboradas de pasta de caña de maíz y orquídea, herencia de Tata Vasco. El ambiente es silente, propio de una ocasión fúnebre; solo se escuchan plegarias y cantos melancólicos en los contingentes. Fueron 36 imágenes de las cofradías de varias comunidades de la región que este año recorrieron los caminos empedrados de esta población de raíces mineras, situada al oriente del estado. Después del repique de campanas que marcó el inicio y de alrededor de hora y media de recorrido, el cortejo regresó al Santuario de Nuestra Señora del Carmen, que desde hace unos meses tiene nueva iluminación en su exterior. EL CONTEXTO La historia indica que de esta celebración se empezó a conocer en 1730, cuando el Juez Eclesiástico, Dr. Don Felipe Neri Valleza, visitó las comunidades de la región, donde recogió la tradición oral certificándola con testimonio de personas de prestigio y credibilidad en su decir. Entonces se recopilaron algunas crónicas en las que aparecieron los primeros mayordomos y cargueros, que luego se convirtieron en cofradías para rendir culto a las imágenes de Cristos crucificados y de la Virgen María en su advocación de la Dolorosa durante los miércoles de cada Semana Santa. Así surgieron diversas procesiones en la región de minas de Tlalpujahua que, con la llegada de los evangelizadores, eran aprovechadas para orar por la calma de epidemias, el buen temporal u otros motivos de beneficio comunitario. A la fecha, días antes de la Semana Mayor, comunidades de la parroquia tlalpujahuense empiezan a arribar al pueblo, acompañadas de sus Cristos y Dolorosas, para participar de esta celebración y preservarla.