Sondeo | ¿Qué dicen los michoacanos de la prohibición de narcocorridos en bodas y bares?
El debate continúa: cultura, seguridad y libertad de expresión.


Ashley Rodríguez / La Voz de Michoacán
Morelia, Michoacán. – En medio de una creciente preocupación por los niveles de violencia en México, autoridades de distintos Estados han comenzado a tomar medidas más estrictas contra lo que consideran “la glorificación del crimen organizado”.
El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, firmó un decreto que prohíbe la interpretación y reproducción de narcocorridos en eventos públicos, como parte de una estrategia para reducir la violencia en el Estado. La medida, que entró en vigor el 17 de abril de 2025, busca evitar la apología del delito en espacios abiertos al público, como plazas, auditorios, estadios y ferias.
Una de las decisiones más polémicas ha sido la prohibición de narcocorridos en bares, salones de fiestas y eventos como bodas, XV años o bautizos. Esta medida ha generado una fuerte discusión entre la ciudadanía: ¿es una herramienta legítima para frenar la violencia simbólica, o un acto de censura que invade las libertades individuales, incluso en contextos privados?
¿Qué son los narcocorridos y por qué generan tanta polémica?
Los narcocorridos son un subgénero del corrido mexicano que narran las historias de personajes relacionados con el narcotráfico. Aunque algunos los consideran una forma de crónica popular contemporánea, otros los ven como una apología del delito. Las letras suelen describir lujos, poder, violencia y un estilo de vida ligado a actividades ilícitas.
Este tipo de música ha ganado gran popularidad en los últimos años, especialmente entre jóvenes, y se ha convertido en una constante en fiestas privadas, bares y eventos públicos.
La encuesta: ¿qué opinan los ciudadanos?
A través de una encuesta realizada en Facebook por La Voz de Michoacán, se pidió a los usuarios su opinión sobre esta prohibición. La pregunta fue directa:
Las respuestas mostraron una sociedad dividida. Mientras algunos respaldan la medida como una forma de proteger a las nuevas generaciones de mensajes que normalizan la violencia, otros creen que se trata de un exceso de control, especialmente cuando se trata de fiestas privadas.
“No me gusta esa música, pero reconozco el derecho que tiene las personas de escuchar lo que se les pegue su gana, está censura por parte del gobierno es absurda, que paguen mejor a sus policías, que contraten más e inviertan más en educación y deporte para fomentar otro tipo de ideales, la prohibición y censura no ayudan en nada y es una medida estúpida” dijo Liliana López.
“Perdón, pero las bodas, 15 años, bautizos, y demás fiestas familiares, eso son, familiares. En mi fiesta yo decido qué música poner”, señaló Ángel Reyes.
“La prohibición en eventos públicos me parece hasta cierto punto prudente, aunque la censura no es correcta, pero la prohibición en eventos privados va contra muchos derechos como la libre expresión o libre desarrollo de la personalidad”, mencionó Jorge Cortés.


Por su parte, Jorge Luis Espinoza opinó “Muy bien. De por sí nuestros jóvenes andan desubicados y luego esas canciones los alientan a ser peores…”
Mientras que Arey RT opinó: “Sí está bien, pero, ¿qué nos ganamos de que los prohíban?, si los cárteles siguen haciendo a diario lo que dicen las canciones. ¡Deberían parar el narcotráfico primero!”
Finalmente, Alfredo Hernández concluyó: “Excelente, porque de ahí parte la indisciplina social… imagínense, los papás bailan y cantan esas cosas, por eso la rebeldía y la falta de respeto a los padres y a la sociedad en general… necesitamos cambiar mentes y criterios.”

Por otro lado, autoridades locales han defendido la medida argumentando que la música tiene un fuerte poder simbólico y que no se puede seguir permitiendo que se glorifique a quienes han causado tanto dolor en comunidades enteras.
La discusión sigue abierta y no hay una respuesta única. Lo que sí es claro es que el tema de los narcocorridos ha dejado de ser solo una cuestión musical para convertirse en un fenómeno social y cultural que merece análisis profundo.
Mientras tanto, la pregunta persiste: ¿es esta prohibición una herramienta útil en la lucha contra la violencia o una forma de censura que vulnera las libertades individuales?