La designación como cardenal del obispo mexicano Alberto Suárez Inda, proveniente de una arquidiócesis que nunca antes había tenido un purpurado, ha sido una de las sorpresas en la lista de los futuros “príncipes de la Iglesia” anunciada hoy por el Papa. Al finalizar la bendición dominical con el Angelus, asomado a su estudio personal en el Palacio Apostólico y ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, Francisco dio a conocer los nombres de los 20 cardenales que él mismo consagrará el 14 de febrero próximo. Unos 15 son purpurados “electores” por tener menos de 80 años y por ello están habilitados para ingresar a un Cónclave para elegir a un futuro Papa. Entre ellos fue incluido Suárez Inda, no obstante ya lleva casi un año que presentó su renuncia obligatoria al puesto de arzobispo de Morelia, en Michoacán. Nacido en Celaya (Guanajuato), el 30 de enero de 1939, el mismo día de 2014 envió al Vaticano su dimisión al alcanzar el límite de edad para la jubilación obligatoria de los obispos, establecida en 75 años por la ley fundamental de la Iglesia católica, el Código del Derecho Canónico. Eso no pareció importarle al Papa que en lugar de aceptarle la renuncia lo eligió sorpresivamente como nuevo cardenal, en un gesto de cercanía no sólo con México sino también con una zona del país golpeada por la violencia. En 1953 Suárez Inda ingresó al Seminario Diocesano de Morelia donde cursó Humanidades y cinco años más tarde viajó a Roma donde estudió Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana, como alumno del Colegio Pío Latino Americano. Ordenado sacerdote en Celaya el 8 de agosto de 1964, fue designado obispo de Tacámbaro el 5 de noviembre de 1985. Participó en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo y en el Sínodo de América; fue presidente de la Comisión Episcopal de la Previsión Social del Clero y presidente de la Comisión Episcopal del Clero por dos trienios. Juan Pablo II le nombró como el octavo arzobispo de Morelia el 20 de enero de 1995. Además se desempeñó como vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano por dos periodos, entre 2004 y 2009. Fue también presidente de la Comisión del Episcopado para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana. La elección del arzobispo de Morelia es ya una sorpresa en sí, considerando que la arquidiócesis mexicana de Monterrey era históricamente cardenalicia y el Papa podía haber elegido a su pastor, Rogelio Cabrera López, como purpurado. A esta decisión imprevista se suman otras sorpresas entre los nuevos cardenales de Francisco, como explicó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. “Se nota la presencia de los países que no habían tenido nunca un cardenal como Cabo Verde, Tonga, Myanmar, de comunidades eclesiales pequeñas o en situación de minoría”, indicó. “El obispo de Tonga es presidente de la conferencia episcopal del Océano Pacífico, la diócesis de Santiago de Cabo Verde es una de las más antiguas diócesis africanas, la de Morelia en México es una región golpeada por la violencia”, agregó. Advirtió que la característica más evidente en la elección de los nuevos purpurados “electores” es la universalidad: Entre ellos están representados 14 países distintos, de los cuales seis actualmente no tenían un cardenal y algunos no lo habían tenido nunca. Abundó que de los “electores” cinco provienen de Europa, tres de Asia, tres de América Latina, dos de Asia y dos de Oceanía. “Respecto al número de 120 electores, había 12 espacios ‘libres’ en el Colegio Cardenalicio hoy y en los próximos meses. El Papa superó ligeramente este número, pero se mantuvo muy cercano a él, de tal forma que sustancialmente lo respetó”, dijo. “No hay nuevos cardenales de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) porque su número es ya consistente y permaneció estable desde el año pasado”, añadió. Lombardi destacó que en el grupo fue considerado un solo cardenal de la Curia de Roma, es decir el gobierno central de la Iglesia, porque actualmente los purpurados “romanos” suman un cuarto del total de los electores. Además precisó que se confirma cómo el pontífice no se considera obligado por la tradición de las llamadas “sedes cardenalicias”, es decir las diócesis en las cuales el cardenalato era considerado casi “automático” para sus titulares. “Tenemos, al contrario, diversos nombramientos de arzobispos y obispos de sedes que en el pasado no habían tenido un cardenal. Eso vale, por ejemplo, para Italia, España y México”, estableció.