Verónica Torres / La Voz de Michoacán. A partir de hoy todos los servicios de la Clínica de Medicina Familiar (CMF) del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) serán proporcionados en sus nuevas instalaciones ubicadas en el antiguo Hospital “Vasco de Quiroga”. Por lo que, en las viejas instalaciones, a un costado de la delegación, habrá personal de atención al derechohabiente informando a todo usuario que se traslade al norte de la ciudad, hacia la salida a Salamanca, para su atención médica. Desde ayer por la tarde, la unidad médica abrió sus puertas para la atención médica del turno vespertino, por lo que hubo alrededor de 100 usuarios que tuvieron que acudir a las antiguas instalaciones por atención médica a medicas. De un lado para otro El ISSSTE en Michoacán informó desde la semana pasada que los servicios médicos estarían a medias a partir de este lunes en sus nuevas instalaciones, pero por falta de tiempo para coordinarse y terminar de acomodar todos los servicios, muebles, archivos y demás cosas que se requieren para la atención médica, se tuvo que suspender de manera parcial para que pudiera abrir durante la tarde. Sin embargo, el enojo y la rabia de algunos usuarios se dejó ver entre el pasillo de lo que era la antigua Clínica de Medicina Familiar. Desde las 7 de la mañana, la señora María López arribó a las nuevas instalaciones en el norte de la ciudad, “cuando llegué, los policías me dijeron que no había consulta, que me fuera a mi casa o a las otras instalaciones para ver qué podía solucionar”. Más de 90 pesos tuvo que gastar en taxi para el traslado de su casa-clínica-casa-clínica desde los 4 puntos cardinales de la ciudad, “la mayoría de los que estamos aquí somos adultos mayores y a todos nos retacharon para atrás, prometieron que la consulta ya sería allá y no habría afectaciones”. La atención médica se la ofreció un médico de guardia, quien desconoce el historial clínico de la paciente, además de que su archivo, como el de tantos, se encontraban en las nuevas instalaciones imposibilitando una eficiente atención médica. Misma situación pasó Luz Magallán, quien a sus 65 años de edad aseguró no poder caminar completamente y no contar con el recurso suficiente para trasladarse de un lado a otro, “sólo ocupo que me den una recetas médicas para surtir un tratamiento para mi mamá que está en cama; tiene 88 años de edad, entonces llego y está completamente cerrado y no me dejeron entrar”.