Paola Franco/ La Voz de Michoacán. Cientos de feligreses celebraron ayer el Día de la Candelaria en la capital michoacana, llevando a sus niños dioses a bendecir, por primera vez con una insignia de segundo orden que en días pasados llegó de Jerusalén al templo de San Francisco; la solemnidad religiosa fue combinada con la tradicional tamaliza que tuvo lugar en diversos rincones de la ciudad. “Reconocer que la tradición cristiana tiene su principio en los fieles”, es el mensaje de esta celebración religiosa con la que se cierra un ciclo litúrgico, se finaliza el periodo de fiestas navideñas, compartió Fray José Manuel Amezquita, Guardián del Templo de San Francisco, quien hace 15 días recibió el obsequio de la insignia del Niño Dios, enviada desde “Tierra Santa”. La fiesta católica dio lugar al desfile de niños dioses por las calles morelianas; con atuendos diversos, las imágenes de los niños con “su mejor vestido” iban en manos de amas de casa, niños, policías uniformados, formando parte del paisaje del día. El 90 por ciento de la población festeja “la Candelaria”, asegura la Arquidiócesis de Morelia; las familias entrevistadas por este medio, piensan lo mismo “de una o de otra forma, este día lo celebran casi todos, porque es ya hasta una tradición familiar, hasta hay padrinos para vestir al niño, todos lo visten aunque no vengan al templo”, compartió Lourdes María Sánchez al salir del templo de San Francisco. Con una gran concurrencia, el templo franciscano fue el espacio donde la reliquia de segundo orden, al ser posada sobre los niños dioses, les dio la condición de insignia de tercer grado; así las filas de creyentes avanzaban al altar mayor para la “bendición especial” de su niño. “Esta presentación se convierte también en el compromiso de nosotros de bautizarnos por ser hijos de Dios, Jesucristo se nos pone como ejemplo”, externó Fray José Manuel Amezquita, mientras colocaba la insignia en un niño dios con un llamativo traje de San Juditas. “El Niño Jesús se hace presente y lo adoramos”, dice en latín, la insignia que mandaron pedir a Tierra Santa, haciendo del templo de San Francisco uno de los más visitados el Día de Ayer. Pero los morelianos no olvidaron la fiesta en la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, conocida como la Virgen de la Candelaria; donde la música, los puestos de antojitos mexicanos, los juegos mecánicos y más variedades congregaron a cientos de devotos. Los cirios y las velas son elementos tradicionales del 2 de febrero que no faltaron ayer en los recintos religiosos, como una representación de la luz que Jesús trajo al mundo. Las canciones de cuna también resonaron ayer en los templos de Morelia, donde se llevó la tradición católica “al pie de la letra”; el Santo Niño de Atocha, el de los Olivos y el de La Abundancia fueron de los más reiterativos en las filas de los templos. La Catedral de Morelia luego de su misa de medio día reunió también a cientos de feligreses que acudían incluso a las pilas de agua bendita para bendecir a los “niños”. En los templos se rememoró así, cuando el Niño Jesús fue presentado en el Templo de Jerusalén por la Virgen María y San José para cumplir con un rito judío de alabanza y acción de gracias. Según la tradición y la Sagrada Escritura cuando María y José cumplían con el rito, se acercó un hombre llamado Simeón quien alabando y glorificando a Dios se expresó del niño como el Salvador del mundo y la “luz que alumbra a las naciones”. No sólo fue el ritual religioso, también la tradicional “tamaliza” tuvo lugar en diversos espacios el día de ayer; el ofrecimiento de los tamales y el atole o chocolate se recuerda la ofrenda que llevaban los padres del Niño Jesús, para cumplir con el doble rito, de purificación de la madre y consagración del hijo. Como parte del festejo se bendijeron las imágenes del Niño Dios, aparecieron las velas, agua y en algunos templos también semillas, todo ello en alusión a la presencia del Niño Dios que viene a salvarnos y que nos ofrece su gracia y su luz, de acuerdo a la tradición cristiana, así la capital michoacana combinó la celebración religiosa con el convivio familiar. -