Oscar Mendoza/La Voz de Michoacán Capula, Michoacán. A dos cuadras de la plaza principal en Capula, se encuentra el negocio de venta de comida que atiende Hugo Alejandro, un ingeniero industrial retirado que antes de ofrecer corundas rellenas, se dedicaba a ser guía de turistas por los pueblos y comunidades de Michoacán, y quien ante la posibilidad de que la tenencia de Morelia adquiera el nombramiento de Pueblo Mágico, decidió instalarse en la calle Vasco de Quiroga, la principal de esta comunidad. Para algunos vecinos, Hugo Alejandro podría ser un oportunista, que aprovechándose de la coyuntura turística, busca vender comida tradicional en la zona, aunque él mismo, reconoce una admiración por las costumbres del pueblo, explica a sus clientes las diferencias entre una técnica y otra y muestra su entusiasmo ante las obras de cableado subterráneo y las farolas que adornan la calle para que en un futuro, Capula se sume a los 8 Pueblos Mágicos que hay en Michoacán. Siete cuadras más adelante sobre la misma calle Vasco de Quiroga, la avenida principal de Capula cuyas fachadas ya lucen pintadas con los tradicionales colores rojo y blanco y las recién instaladas farolas, se encuentra el Mercado Local de Artesanías en el que desde hace 30 años, poco más de 50 artesanos ofrecen sus piezas que van desde la alfarería, objetos de barro para el uso doméstico u ornamental y lo que ha dado fama internacional a Capula: las catrinas. Catrinas de todos los colores y todos los tamaños es lo que cualquier visitante a la tenencia puede encontrar a su alrededor en los locales que exhiben a la figura creada por el artista gráfico José Guadalupe Posada. No, yo no vendo catrinas pero aquí en Capula pues es lo que más se vende. Y sí, está bien que quieran que se haga Pueblo Mágico pero que le apuren porque llevan casi cuatro años diciendo que ya casi, y hace uno, nos dijeron que la propuesta se rechazó porque el tejado de las casas no era el mismo. A mí me parece bien porque nos beneficia a todos los artesanos que vendemos alfarería”, dice Ana, una de las pocas artesanas que reabrió su puesto con puntualidad tras el cierre de medio día. A pesar de la variedad de artesanías en el puesto de Ana, la clásicas catrinas que el escultor y pintor Juan Torres Calderón propuso a la comunidad en 1981 no aparecen en el Mercado. Hay que regresar hacía la entrada de Capula, para volver a vislumbrar a las populares figuras huesudas, con sombrero floreado y vestidos coloridos, con los que la comunidad artesana pudo mezclar la técnica del barro con la singular escultura y que desde hace más de una década, le da nombre a una feria de carácter internacional en el pueblo. Cuando hicimos la Feria de la Catrina empezó como un cómite para hacer valer la autoría de la comunidad de Capula sobre la figura. Veíamos que las compraban aquí pero el pueblo no era conocido. No estábamos en el mapa. Ibas a Pátzcuaro, veías a la escultura de la catrina que la estaban pintando y decían que era originaria de ahí mismo. Y eso no es cierto. Fue aquí en Capula donde se creó a la catrina tradicional y a partir de ese legitimo reclamo, hicimos la Feria de la Catrina”, explica Alejandro Jacobo Pineda uno de los principales involucrados desde su inicio y hasta la fecha, en la Feria Artesanal y Cultura de la Catrina que se realiza en Capula antes, durante y después de la Noche de Muertos. Para más información checa nuestra edición impresa del 15 de marzo.