Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita: una joya sin brillo

Estábamos mejor cuando estábamos peor. Dicho popular

Erandi Avalos / La Voz de Michoacán

El debate interno entre callarse o expresar las reflexiones derivadas de la observación de la cultura en Michoacán es cada día más complicado. La buena intención de abonar a un mejor desarrollo de la cultura y el arte en Michoacán, por lo general es percibida por las autoridades como una amenaza que es mejor ignorar. Los perfiles poco adecuados para los muchos puestos, así como la falta de apertura y vínculo con una gran parte de los agentes culturales del estado es cada día más notoria y muchos hemos optado por buscar otros rumbos para realizar nuestra labor.

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Hace tres años publiqué sobre el entonces reciente nombramiento de Sofía Stamatio al frente del Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro, añadiendo algunos datos del rescate de tan precioso edificio. Hace unos días, me enteré con tristeza que ha renunciado a la encomienda que tuvo a bien ofrecerle la entonces secretaria de Cultura Gabriela Molina. Sofía Stamatio explica las razones, que no son secreto para nadie: “Aceptar que no existen las condiciones necesarias para poder hacer frente a tres años más, ha sido una de las decisiones más difíciles que he debido tomar. Renunciar no ha sido sólo una apuesta por mi salud física y mental, sino una declaración de principios frente a un modelo institucional que desdeña a las comunidades, a sus necesidades y a sus expresiones. Me gustaría haber podido hacer más, pero confío en que el camino andado hasta ahora permitirá que el Jesuita y su comunidad mantengan viva esa fuerza vital y creadora que tanto necesitamos”.

Las razones de esta renuncia no son poca cosa ni se quedan en una cuestión personal. Llevan, como la caja de Pandora, los males institucionales que impiden el desarrollo del arte y la cultura en todo su esplendor. Una renuncia de ese tipo evidencía las condiciones de precariedad y tensión a las que se enfrenta alguien que sí quiere hacer bien su función, que sí le interesa desquitar su sueldo. El precio es muy alto y nadie está obligado a pagarlo porque el bienestar personal debe anteponerse a cualquier trabajo, pero en el caso de los agentes culturales en México que no lo hacen por un “hueso” sino por convicción, eso se paga con sangre, sudor y lágrimas. Así, un espacio que Sofía Stamatio había logrado levantar después de un periodo de nula actividad, queda de nuevo a la deriva.

Nunca, desde que fue rescatado por un grupo de patzcuarenses entre los que destacaron: Daniel Márquez, Alma Gloria Chávez y Ángeles García, este Centro Cultural ha logrado su máximo potencial. Se recuerda con afecto al maestro Francisco Rodríguez Oñate, siempre presto a colaborar; pero ni él logró que este recinto llegara al nivel que puede tener. Por lo menos ahora hay una oferta de talleres permanentes y la comunidad de talleristas es grande. Exposiciones de baja, media y aceptable calidad se mostraron continuamente y el taller de gráfica, con altas y bajas, tuvo algunos chispazos y hoy está abierto de nuevo. Pero sin apoyo, simplemente no se puede llegar a despegar un elefante tan grande y tan blanco como este.

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Puedo comprender que esta renuncia no haya sido una decisión fácil porque mucha gente local apoyó a Sofía Stamatio y reconoció su esfuerzo. Porque escuchando a la comunidad y abriendo puertas junto a su equipo, mantuvieron una programación que tiene mérito. Porque seguramente se encariñó con el espacio y la gente. Porque dejar un empleo seguro en un lugar donde es casi imposible tener trabajo estable en el área de arte y cultura (Pátzcuaro) debe ser muy difícil. Renunciar a eso por ser congruente con ella misma, merece un aplauso de pie. En toda mi carrera, no vi a nadie más que lo hiciera.

¿Cuándo entenderán en los tres niveles de gobierno que el arte y la cultura son prioridad? ¿Cuándo los altos funcionarios de estas áreas tendrán el valor de exigir la dignificación de los espacios, agentes culturales y artistas en Michoacán? Ojala que pronto.