Confianza

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Jaime Darío Oseguera Méndez

 

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Estamos a la espera de que las reglas y leyes de la cuarta transformación se materialicen. Hemos visto algunos visos muy interesantes de lo que Morena pretende hacer a través de las iniciativas de ley presentadas en el Congreso de la Unión.

Me ha parecido muy interesante esta propuesta de hace unos díaspara bajar las excesivas comisiones de los bancos. Los apretaron y recularon los senadores. Eso lo debieron haber aprobado si en realidad quieren transformar al país. Es un abuso lo que hacen los bancos con los usuarios. La tolerancia a esos abusos es complicidad. Ojalá les pusieran un alto, independientemente del amago de los dueños del país por hacer caer la bolsa de valores y las amenazas, algunas veladas y otras explícitas. Bien harían en ponerle un alto a la oligarquía bancaria. Aquí estamos conociendo a la nueva clase gobernante. Parece que no tienen los tamaños para hacerlo a pesar de los treinta millones de votos que los legitiman.

En fin, me ha llamado mucho la atención esta iniciativa que circula esta semana relativa a la Ley Sobre el Fomento a la Confianza. No es un dechado de virtudes en técnica legislativa, es más diría que hasta está mal redactada, pero alienta mucho su contenido.

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En apenas dieciséis artículos se pretende cambiar la cultura de la desconfianza, sospecha y apatía que tenemos los ciudadanos entre nosotros mismos y con respecto del gobierno. El primer artículo de la iniciativa la define: “La presente Ley tiene como objeto establecer las bases para la instrumentación de acciones y programas sectoriales que las dependencias de la Administración Pública Federal deberán implementar a efecto de otorgar beneficios y facilidades administrativas relacionados con la actividad económica que desempeñan las personas físicas y morales, en el ámbito de jurisdicción.” La propia iniciativa de ley dice que el objetivo es brindar las facilidades administrativas para que la gente realice más y mejores actividades económicas con el gobierno, a través del respeto al estado de derecho, promoviendo la salida de la informalidad y, con ese objetivo hacer que la economía salga adelante.

La confianza es un ingrediente central en las actividades económicas, por eso me gusta la idea que se establece en la iniciativa: “Generar un entorno de confianza entre las personas físicas y morales que 
realicen actividades económicas y la Administración Pública Federal, basado en el cumplimiento voluntario y permanente de las obligaciones regulatorias y fiscales, y el otorgamiento de facilidades administrativas por parte de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal.”

Creer en la gente, depositar la confianza en que se van a conducir de manera adecuada, es una apuesta para que el ciudadano confíe en el gobierno. Eso en el fondo es lo que me parece relevante. No creo que sea una apuesta ingenua. Es riesgoso, no sé si sea la mejor manera de hacerlo, pero este país tiene que recuperar la confianza.

Una buena parte de la crisis permanente en la que vivimos, tiene que ver con la confianza. La confianza es el cemento de una comunidad. Es el mecanismo a través del cual se hacen respetar las reglas formales e informales. Donde existe confianza entre las partes de los procesos económicos, los costos de transacción tienden a ser menores y se facilita el intercambio. Confianza de que las partes cumplan sus responsabilidades, que la autoridad realice sus funciones; de que quien incumpla sea verdaderamente sancionado y de que no se tenga que recurrir a la trampa o la corrupción para resolver los problemas cotidianos.

Hoy estamos avasallados por una crisis de desconfianza. La gente desconfía de que los litros de gasolina sean en realidad de litro; de que el kilo en el mercado no esté disminuido por la báscula. Muchos desconfían cuando el médico dice que la cesárea es obligatoria en lugar del parto natural o que hay que tomar tales o cuales estudios; desconfiamos del dentista que quiere sacar una muela y obviamente del funcionamiento del gobierno.

En muchos lugares se desconfía más de la policía que de los delincuentes. Hay desconfianza en la manera como se conducen muchos funcionarios; de las licitaciones, los concursos y los programas de gobierno.

Para que una sociedad funcione debe haber cohesión social. Es decir, la interacción entre los individuos debe ser fluida con base en reglas claras, respetadas y asegurarse de haya quien garantice su cumplimiento. La cohesión social se fortalece en la medida que los individuos generan solidaridad, cooperación, lo que en sociología se conoce como el capital social. A mayor capital social mejor funcionamiento de las actividades económicas y mayor bienestar.

Gran parte de esa crisis de confianza es provocada por la corrupción y la impunidad. Ahí es donde se debe poner el énfasis. Por eso al principio me referí a limitar a los bancos de las tropelías que cometen impunemente. Es un robo en despoblado. Lo mismo sucede con las compañías telefónicas, seguros y otros grandes negocios propiedad de los dueños del país. Mientras no se acabe con ese nivel de impunidad será difícil volver a creer.

Mención especial merece esta iniciativa de Ley Sobre el Fomento a la Confianza y su aplicación en materia fiscal. La pretensión es que el contribuyente se inscriba al padrón de confianza y, de ese listado, se hará un sorteo para revisar el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Es decir, se hará verificación de un número reducido de contribuyentes registrados, mediante un sorteo en el que será seleccionado sólo el uno por ciento. La base del ejercicio es que a todos los demás se les creerá lo que declararon fiscalmente, porque es de buena fe.

Esto nos puede llevar a una caída dramática de los impuestos, en un momento donde hipotéticamente el gobierno va a necesitar más dinero. Suena como una especie de amnistía fiscal. A mí, me parece que sería más fácil simplificar el esquema de contribución, disminuir los impuestos y permitir que sea más fácil pagarlos.

En realidad, la dificultad que le veo a la iniciativa, es que se tiene que crear un órgano de la Secretaría de Economía que a su vez tendrá que coordinarse con todas las dependencias de los tres niveles de gobierno para realizar las actividades encaminadas a crear confianza. Se tendría que levantar un padrón en el que los ciudadanos se registren para participar de los beneficios de estos programas.

Vamos a ver qué pasa con la iniciativa. No me gusta que haya más leyes que crean más burocracia solo para hacer algo que deberían de hacer los gobiernos sin que nadie los fuerce.