Por Ada Estela Vargas. Incluso en el exclusivo (Antes) campo de golf de Altozano, llegó el crimen. Es escandaloso el alto índice de criminalidad en Morelia, la antes cantada y pacífica “ancla en el tiempo” que dijera Maillefert. Las notas de este diario, de la televisión o las redes sociales dan cuenta cabal de personas que pierden la vida a balazos, con armas blancas o como les da la gana a los asesinos. Se requeriría un policía por personas, llama la atención que se gobierne un municipio considerado no importante y vivan en una zona residencial exclusiva de la parte alta de Morelia. Será gobierno a distancia y a pesar de no ser rico de para eso. Misterio en el crimen en Altozano. También hay muchos conductores asesinados, tanto de vehículos citadinos como foráneos. Los taxistas en muchas ocasiones reciben llamadas pidiendo en esos domicilios llevar a otros, paquetes, ellos ignoran su contenido y quizás en ciertos casos se deba a eso, a los misteriosos encargos. Matan inocentes. Pero…y…¿Otros casos?...según parece, no se resuelven. De la misma forma, los accidentes de tránsito son una plaga, muertos, heridos, graves daños materiales, etc. y no hay campaña para concientizar porque mucha de esa gente iba sin ingerir alcohol, aparte que el estado de las carreteras es terrible. Agregue el pésimo transporte público de Morelia, unidades obsoletas, destartaladas, conducidas por choferes mal pagados y carrereados por los checadores de tiempo. Unidades sin vidrios o con ellos pero cerrados porque no funcionan, puertas que no se abren, pisos con agujeros son la verguenza de una ciudad tan hermosa considerada Patrimonio de la Humanidad. Y de los baches ni se diga, el peligro es muy grande y para reírse de sus penas, la gente se inventó la frase “Adopte un bache”: los hay en forma de corazón, de lago, profundos como una pasión ingrata. Ahí parara la cosa, pero como decía aquél famoso conductor, aún hay más. Porque al subir para Santa María, en avenida Camelinas y en la calzada Ventura Puente, los viejos árboles claman justicia elevando sus ramas secas y como queriendo caer sobre el que pase. ¿Robos a las casas, asaltos? Son el pan de cada día. Si roban dentro de un templo, qué se puede esperar de la gente sin conciencia, sin valores, sin sentimientos. Hipócritas que se hincan ante Dios y le hacen zalemas al diablo. Morelia la hermosa, la bella que arrastra suspiros en sus calles, la que despierta al poeta dormido que todos llevan para cantar sus portentos, para narrar sus callejoncitos y sus callecitas, para hablar de ese ángel que cuida una pila o de ese feo gallo que vigila otra y que es tan feo, que ya no se lo roban. Estatuas sin placas, registros callejeros sin tapas, puro robadero, pura delincuencia. Y aun así, su herencia colonial trae turistas, sean bienvenidos.