Jorge Manzo / La Voz de Michoacán Michoacán. ¿Lanzar disparos de arma de fuego al aire?, ¿pirotecnia?, todo esto se ha convertido en una “tradición” heredada para recibir la Noche Buena y el nuevo año en algunos rincones de Michoacán, sin embargo, detrás de esta práctica que, a pesar de que hay campañas en contra por su letalidad sigue realizándose al interior del estado, dejando secuelas letales en hogares. Si bien no hay un dato real que indique el tamaño de la problemática y de sus consecuencias, ya es común que cada temporada navideña se reporten viviendas con agujeros en sus techos de madera o cartón debido a las llamadas balas perdidas. Esto, en el mejor de los casos, pues hospitales han presentado casos de víctimas e incluso muertes por lesiones. Un caso que conmocionó a las redes sociales el año pasado, fue el de un menor de edad que se encontraba en casa durmiendo, tenía 6 años de edad y la lámina galvanizada de su hogar fue insuficiente para protegerlo de la bala perdida, misma que lamentablemente le quitó la vida; otras familias así acostumbran a darle la bienvenida al año. El hecho ocurrió en Apatzingán. Es muy común ver a niños, e incluso, a adultos, quemando cohetitos de todo tipo y tamaño, a pesar de los riesgos que esto implica. Especialistas reconocen que en esta temporada se registra hasta un 30 por ciento en la demanda de servicios de urgencias debido a accidentes, entre ellos, por el manejo de la pirotecnia. Lo más lamentable es que hay niños que llegan a perder sus extremidades. La incidencia es del 80 por ciento en menores de edad y un 20 por ciento en adultos. Es por ello que es importante que se evite esta práctica, pues más allá de lo colorido que pueda representar quemar cebollitas, barrenos o cualquier otro artefacto, las secuelas pueden ser letales.