Raúl Castellano En mis artículos, con frecuencia, me refiero a temas muy diferentes; sin embargo, puede que de la impresión, de que me gusta hablar de lo malo, pero desde luego no tengo una inclinación por lo negativo. Ocurre que hay muchas, demasiadas, cosas negativas, muchas cosas malas, en el mundo y en este México nuestro. Algunos de esos temas, como el que hoy me ocupa, no solo afecta a muchos países, casi a todos y, desde luego, a nosotros. Hace ya como seis años, aquí mismo, me referí al grave problema del agua en el mundo, en un artículo al que titulé, Mundo Sediento y, revisando su contenido, veo que no solo las cosas no han mejorado, sino todo lo contrario. En el mundo hay billones de especies que, con el hombre comparten un elemento común: el agua. Tan solo los seres humanos alcanzan ya una cifra increíble. Somos 7.4 mil millones que quizá por el hecho de que a la Tierra se le llama “El Planeta Azul”, porque de ese color se le ve desde la estratósfera, debido a que la mayor parte es agua, tenemos la falsa idea de que es un recurso natural renovable e ilimitado y nos hemos dedicado a transformar el hábitat de millones y dificultado su acceso al agua. A lo largo del tiempo, el hombre ha ido en contra de la vocación natural se los suelos y ha construido ciudades por doquier, drenando y desecando lagos, y abusando de la extracción de agua de los acuíferos. El agua también se desperdicia, sobre todo, en el cultivo de alimentos y pastizales para la ganadería; y con estos mismos fines se destruyen manglares y humedales. La construcción de presas para generar energía eléctrica, interrumpe el flujo de los ríos y con ello, la derrama natural del preciado líquido. Se desforestan selvas y se talan bosques, que atraen las lluvias y se comienzan a usar los ríos para arrojar los desechos de las ciudades y de las propias fábricas, contaminándolos hasta el punto de que no se puede utilizar el líquido para ningún otro uso. Las cosas han ido hasta el punto en que vivimos una crisis del agua, respecto de la cual se debe actuar ya, pues no hay tiempo que perder. Aquí el problema consiste en que, debiéndose tomar acciones de fondo, nadie parece estar dispuesto a asumir los costos políticos. Pero entre más tarde será mucho peor. Todos sabemos que el agua es un elemento renovable y algo , que no todos toman en cuenta, que es también un elemento clave de los ecosistemas. El ciclo del agua nos lo enseñaron desde la escuela primaria: el agua cae en forma de lluvia, granizo o nieve que se desprende de las nubes; se filtra en la tierra y va a dar a los acuíferos, donde se almacena. También, aumenta el torrente de los ríos que van a dar a diversos cuerpos de agua, como lagos y lagunas, cuyos escurrimientos van a dar, finalmente, al mar. Aproximadamente, dos tercios del agua se evapora; otra parte es absorbida por la vegetación y luego se transpira, en forma de gas, que se condensa en las nubes y se precipita sobre la tierra, completando el ciclo. Nuestro planeta, en efecto se ve azul por el agua que contiene, pero el 97.5% de esa agua es salada y corresponde a los mares que forman las 3/4 partes de la Tierra. Solo se tiene el 2.5% de agua dulce y de esa, el 68.9% está congelada en los polos, un 30.8% es agua subterránea y tan solo el 0.3 % es superficial, formando lagos, lagunas, ríos y humedales. No obstante la poca agua dulce de la que se dispone, podría ser suficiente, sin embargo, el problema radica en que para renovar su ciclo de renovación, el agua necesita de manera indispensable, de los ecosistemas que se dan de manera natural, pero cuando se alteran, el agua escasea o se agota. Del total del agua dulce del planeta, tanto superficial como subterránea, solo el 0.6% puede utilizarse para consumo humano. No obstante la poca cantidad de agua dulce para consumo humano, y se considera que lo sería también hasta el año 2050, y considerando que la población aumentara hasta 10 mil millones de seres humanos. Sin embargo, si se mantienen las formas abusivas e irracionales del uso del agua, si se siguen destruyendo o alterando los ecosistemas, el agua será insuficiente. Ahora bien, los porcentajes son engañosos en la realidad. Veamos: el continente americano tiene el 47% del agua del mundo, Asia 32%, África 9%, Europa 7%, y Australia y Oceanía 6%.