Paola Franco/ La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. “Que los niños tengan algo que yo no tuve”, dice José Antonio González Ramírez, quien diera vida por 50 años al payaso “Chicharito”. Desde la sala de su hogar nos narra cómo fue la vida para el payaso moreliano que por cinco décadas fabricó historias de alegría, en la capital michoacana y en rancherías a donde no llegaban los circos. Las arrugas en las manos no mienten, y a través de éstas se asoman los 70 años de edad que tiene José Antonio, quien recuerda cómo fue que ingresó a la “fábrica de las sonrisas”, cuando tenía 17 años y veía a los “maestros” de la alegría en el Barrio Carrillo. Ahí fue donde me nacieron las ganas de ser payaso, veía en las calles de la ciudad a Pirrimplín, el primer payaso que conocí… En un inicio me pintaba la cara con pinturas Vinci porque no sabía, con el calor toda se escurría, pero el Pirulí me enseñó a maquillarme”. Y aunque la influencia de los payasos callejeros motivó a “Chicharito”, otro de sus motores fue el recuerdo de su infancia. Yo sólo tuve madre, a mi padre lo conocí ya más grande, sufrí mucho. Fue por lo que me dieron ganas de darle algo a los niños”, relata con la voz entrecortada, mientras observa las fotos que tapizan la pared de su casa, congresos y giras de payasos son parte de sus recuerdos. Desde hace tres años se retiró, al cumplir 50 años de trayectoria; despedir al personaje que se divertía haciendo reír a las personas ha sido muy difícil, pero poco a poco el closet de “Chicharito” se vacía, los trajes y herramientas de trabajo las va regalando a las nuevas generaciones de payasos. “Dejé de engañar a los niños” ¿Por qué decir totalmente adiós al oficio que tanto le apasiona? Se le pregunta a José Antonio, quien responde de inmediato: “Para no engañar a los niños”. Con tristeza, y mientras se acomoda el sombrero que oculta sus canas, “Chicharito” nos cuenta que en sus últimas funciones llegó a dirigirse hacia el espacio en el que no había niños, ya que ha perdido paulatinamente la vista y actualmente conserva alrededor del 10 por ciento de ésta. La diabetes y la hipertensión lo acompañan, al igual que su bastón, pero el ánimo de hacer bromas no ha muerto y los trucos de magia no cesan en la casa o en la calle, cuando sale acompañado regularmente de su esposa o hijos. Con lágrimas en los ojos comparte lo difícil que es dejar el oficio que le ha dado vida por tantos años, gracias al cual también conoció a su esposa, en una escuela donde cantaban. Su pasión Ser payaso le dio grandes satisfacciones en la vida, José Antonio recuerda que ir a pueblitos donde no llegaba el circo era parte de su agenda, “y aunque lo hacía sin cobrar nada, casi siempre salía ganando más porque la pasaba bien, me regalaban que la gallinita, que el huevito, comía bien”. Por 15 años realizó giras en rancherías, llegaba a las escuelas de los lugares y ahí daba los espectáculos. Mientras nos muestra sus medallas, “Chicharito” nos comparte que trabajó con los Hermanos Vázquez, con Capulina y con Tatiana. Tras hacernos un truco de magia, José Antonio nos enseña una foto con María Elena Saldaña “La Güereja” y nos cuenta que fue su madrina, de ella aprendió mucho de su labor como payaso. Aunque el gobierno nunca ha apoyado al gremio en Morelia, los obstáculos nunca fueron más grandes que las ganas de llevar el show a más gente, las sonrisas a más niños, que al final es la razón de ser del verdadero payaso, nos cuenta mientras “echa un ojo” al puesto de palomitas que tiene afuera de su casa.