Luis Sigfrido Gómez Campos Gran problema enfrenta el gobierno de México frente a la ola de migrantes centroamericanos que se han dejado venir en caravanas que suman miles y, que en lugar de aminorar, va creciendo porque no se ataca el origen, sino el problema que, paradójicamente, presenta grandes contradicciones en su solución. Para el actual gobierno del presidente Peña Nieto, tal parece que todo es cuestión de tiempo. Los días que faltan para entregar la estafeta se le están haciendo eternos, por eso toda acción dilatoria para el avance de los grupos de centroamericanos, es oro molido. Mientras más tiempo tarden en llegar a la frontera de los Estados Unidosde Norteamérica, mejor. Es por eso que se ha prohibido a las empresas de transportistas y a los gobiernos locales, brinden todo apoyo para el traslado de los marchistas. Por su parte, algunos gobiernos “morenistas” se han distinguido por recibir con los brazos abiertos a nuestros hermanos, brindándoles hospedaje, alimentación y atención médica, anunciándoles que en la Ciudad de México serán recibidos por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien tiene una posición distinta a la del actual presidente en funciones. Mientras todo esto sucede en parte de nuestro territorio, los militares güeros se aprestan, por órdenes del neofascista Donald Trump, a reforzar sus fronteras con alambradas de púas y miles de soldados a lo largo de la línea divisoria con México, para repeler toda incursión desagradable de los morenos que, en su concepto, no van solos, sino acompañados de terroristas yihadistas que ponen en peligro la seguridad nacional del Estado gringo. Nadie ignora que todo esto no es sino parte de su campaña política para asustar con “el petate del muerto” a los racistas electores que muy pronto tendrán la oportunidad de refrendar su apoyo al presidente norteamericano en las elecciones intermedias. Y sí, seguramente lo logrará porque, aunque muchos hagan la distinción entre el pueblo norteamericano y su gobierno, una gran cantidad de ese pueblo eligió a un orate por presidente; por lo tanto, aunque a muchos les duela, una gran parte de ese electorado está igual de orate que su presidente. Pero, dejando de lado la cordura de los votantes norteamericanos, no debemos dejar de reconocer que el gobierno del güero fascista nos está dejando la peor parte del problema, hacerles “el trabajo sucio”, detener la caravana y resolver el problema antes de que llegue a sus fronteras. Pero es claro que el gobierno de México no tiene la solución. Este es un problema global que tiene que ser resuelto con la intervención de todos: organismos internacionales de ayuda humanitaria y económica; el gobierno de los Estados Unidos; el gobierno de México, y los gobiernos de los países centroamericanos. Y no es sólo con recomendaciones como se debe de cooperar. Resulta muy fácil para los expertos de los organismos internacionales recomendar apoyo para los centroamericanos en tránsito por nuestro territorio, pero deberían enfocar parte de sus esfuerzos en conseguir ayuda humanitaria y en exigirle al gobierno norteamericano que no sólo con amenazas de violencia resuelva un problema que él mismo ha creado durante muchos años. Los Estados Unidos de Norteamérica son la principal potencia económica del mundo gracias a la explotación de los recursos naturales de los países del TercerMundo; ellos son la causa del subdesarrollo de centro y Sudamérica. Nose pueden desmarcar de la miseria y la violencia que ellos han generado. Y la peor parte nos la endilgan a nosotros, a México, que siendo un país “de tránsito” tenemos que pagar con la culpa de toda la cocaína que se meten los drogadictos gringos, y cargar con la responsabilidad de detener a las caravanas de migrantes que van en busca del sueño americano y que tienen que pasar forzosamente por nuestro territorio. En México tenemos una tradición hospitalaria. Por lo menos en el artículo primero de la Constitución que nos rige se ofrece a toda persona una amplia protección de sus derechos humanosy prohibir “todo tipo de discriminación motivada por origen étnico o nacional, el genero, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. Nuestras leyes y nuestra Constitución en su parte inicial son tan generosos con todo ser humano, que nuestras autoridades están obligadas a proporcionar todo el apoyo humanitario que los migrantes centroamericanos requieran. Tal vez el gobierno mexicano tendría capacidadpara atender y resolver el problema de las actuales caravanas de centroamericanos; pero si el flujo migratorio se acrecienta y llega a la frontera de los Estados Unidos, no habrá capacidad ni de este gobierno ni del de Andrés Manuel López Obrador, para enfrentarlo decorosamente. Es urgente que el gobierno del país más rico del planeta enfrente este grave problema con sentido humanitario y no con represión. luissigfrido@hotmail.com