Víctor E. Rodríguez Méndez Al fondo de sus instalaciones en la calle Ocampo, en un pequeño, pero significativo espacio, la imprenta y editorial FIMAX tiene un museo que resguarda viejos equipos que han sido parte de su propia historia de 90 años en la ciudad de Morelia, aunada a la tradición de imprentas y talleres de litografía en Michoacán, desde la llegada de la primera imprenta el 12 de octubre en 1812 en Real de Minas de Tlalpujahua. Las de FIMAX en su museo son dos prensas de impresión y una de encuadernación, una guillotina y dos linotipos que dejan constancia silenciosa de la transición de tres etapas importantes de las artes gráficas: desde la prensa manual, los clichés y los tipos móviles, pasando por las máquinas de linotipo y la prensa automática para tipografía, hasta llegar al offset actual. José Salvador Ramírez Magaña, 44 años, y Fidel Ramírez Magaña, 43 años, son los actuales herederos de la tradición que inició su abuelo Fidel Ramírez Aguirre y su padre Salvador Ramírez Lara. Las antiguas máquinas que conforman el museo son para José Salvador Ramírez Magaña, actual gerente de la empresa, “un tesoro para la familia, pero también para los morelianos y michoacanos”, dice en entrevista. “Gracias a estas máquinas primero se logró una empresa familiar, que viene en una tercera generación, pero también se pudo plasmar en sus letras impresas mucha de nuestra cultura”. En tanto, para Fidel Ramírez Magaña se trata de “un gran legado que debemos seguir conservando; son seis maquinitas que, sin embargo, son muy representativas por toda la historia tanto cultural como familiar que pasaron por ellas”. Un arte para cultivar FIMAX es una imprenta y editorial moreliana desde 1934. Sus fundadores, Fidel Ramírez Aguirre y Máximo Vieyra Rincón, adquirieron el taller de imprenta a las autoridades eclesiásticas, quienes lo habían abierto años antes con el fin de impartir el arte y oficio de la tipografía en la Escuela Superior de Música Sagrada en plena guerra cristera. Ese año, el de la llegada del general Lázaro Cárdenas a la presidencia del país (quien trabajó como impresor a sus 16 años en Jiquilpan) con su proyecto de nacionalismo económico, con escasos recursos la entonces llamada Imprenta FIMAX (palabra compuesta por las primeras letras del nombre de los dos fundadores) inició labores con la urgencia de subsistir. Así llegaron sus primeros trabajos: recibos, notas, membretes, facturas, programas e invitaciones, así como publicaciones como manifiestos, boletines, periódicos, calaveras y revistas. Su primera obra editorial fue la novela Don Nadie, de Luis Calderón Vega, publicada en 1935. Entre otras impresiones destacadas en sus primeros años estuvieron la Revista Universidad Michoacana, la revista musical Schola Cantorum (por encargo de Miguel Bernal Jiménez) y el número inicial de los Anales del Museo Michoacano. Su primera ubicación fue en el número 94 de la esquina de las calles Aquiles Serdán y Morelos Norte, para después trasladarse al número 100 de la calle Benito Juárez en los cuarenta del siglo XX; posteriormente, con el crecimiento de la imprenta, se trasladó al número 53 de Aquiles Serdán, y desde 1960 se encuentra en el número 140 de la calle Melchor Ocampo, siempre en el Centro Histórico de Morelia. Muchos de esos años estuvieron marcados por un genuino amor al arte y al oficio de la impresión, en los que se generaron cientos de ediciones didácticas, culturales y doctrinarias. A la muerte de Máximo Vieyra, en 1949, apareció en escena el joven Salvador Ramírez Lara y sus hermanas Rosa María, Aurorita y Luz María, quienes impulsaron la modernización de sus equipos con la adquisición de la primera prensa automática para tipografía y el primer linotipo en Morelia, que marcaron una nueva etapa en la vida de FIMAX con un auge importante en las artes gráficas de la localidad. Y es que un objetivo medular de la imprenta ha sido la difusión del pensamiento y la cultura, según lo definía el propio Fidel Ramírez Aguirre, para quien la tipografía no era solamente un oficio del que se puede vivir, sino “un arte que debemos cultivar”. Con este fin la imprenta se convirtió también en una editorial que ha producido títulos propios, como lo es el libro Familias y Casas de la Vieja Valladolid, del sacerdote Gabriel Ibarrola, cuya primera edición se hizo en 1960, lo que dio paso luego al inicio de las colecciones Estudios Michoacanos y Fuentes de la Laguna Tarasca o Purépecha y a infinidad de títulos más. Semillero de impresores y garante cultural Fidel Ramírez Magaña no oculta que la industria editorial ha sido afectada severamente en las últimas décadas. Asegura que la tecnología primero fue una aliada de la de la imprenta, pero después fue su “enemigo” con la invasión de las fotocopias y de los libros digitales, que representaron “un golpe muy fuerte, aunado al costo económico de lo digital”. Por tanto, el futuro del libro impreso se ve “un poco difícil”, dice. “El mercado ha disminuido muchísimo y va a seguir disminuyendo, al grado de que tener una biblioteca física va a ser un lujo, va a ser un estatus muy interesante el tener un libro físico, y no digital”. Por su parte, José Salvador Ramírez Magaña considera que FIMAX ha durado 90 años básicamente “por la enseñanza que nos dejó, primero, nuestro abuelo, y luego mi papá, por el amor a las artes y a la cultura, y sobre todo por el cariño a un negocio que pudiera trascender en la historia”. Aparte de lo económico que ayudó a la familia, agrega, la imprenta ha dejado huella en la sociedad moreliana. “Es una forma de dejar plasmada la historia y creo que eso es lo que nos ha seguido motivando y por eso le tenemos un gran cariño a las artes gráficas y a la imprenta, por eso ha trascendido de una generación a otra; aparte, se ha formado también una gran familia con los trabajadores, porque gracias a ellos es como se ha podido trascender por generaciones, porque ellos también le tuvieron mucho amor a la imprenta y al compromiso del proyecto”. Además, señala José Salvador, FIMAX ha sido un semillero de impresores, lo que ha servido para “generar nuevas economías y nuevos emprendimientos, porque ellos mismos en sus propias imprentas se vuelven otros semilleros y dan oportunidad a más jóvenes para que puedan incorporarse a la vida laboral”. La característica esencial de FIMAX, según José Salvador Ramírez, es la de ser una empresa familiar que ha tenido un compromiso con la cultura y la sociedad. “Ha buscado también la manera de regresar algo a la sociedad a través de su trabajo. Creo que la corresponsabilidad social es muy importante en cualquier empresa”. Como editorial, añade, ha sido apostarles a escritores y al talento cultural como investigadores y gente de la academia; impulsar a quienes, a veces, en otros lados se les cerraron puertas. Menciona, por ejemplo, el caso Benedict Warren, quien recibió muchos reconocimientos, y de quien FIMAX publicó La Conquista de Michoacán, 1521-1530, traducida al español por Agustín García Alcaraz, en 1977, entre otras publicaciones. El editor moreliano menciona también como uno de sus grandes logros el hecho de que el investigador y escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, Premio Nobel de Literatura de 2008, haya referido varias obras publicadas por FIMAX en sus trabajos de investigación sobre la historia de Michoacán. La tradición continúa Los talleres de FIMAX registran el paso de muchos trabajadores que llegaron a fundar sus propias imprentas, así como registra también el trabajo intelectual de muchas personas escritoras, historiadoras y artistas visuales, con lo que se ha consolidado su prestigio, permanencia y vigencia. Por ello es que la empresa michoacana ha resistido a los embates de la tecnologización y su impacto negativo en la industria editorial. José Salvador señala que, si bien los nuevos procesos de modernización han tenido un efecto negativo hacia las imprentas, particularmente, también “hay que verlo como una oportunidad”. Es el caso, por ejemplo, de las redes sociales, según apunta. “Han sido una nueva ventana hacia muchos lectores para dar a conocer nuestros libros, y gracias a ello en la época de pandemia esta empresa sobrevivió de su venta de libros a domicilio, tanto así que fue el tiempo en que más libros hemos vendido. La tecnología y las redes sociales a veces terminan ayudando y buscamos que sea un tema a favor”. El editor cree, por tanto, que el libro impreso va a seguir “siempre vigente”, con todo y que los e-books se han erigido como una gran competencia. “No hay como tener un libro físico, el olor a papel y a tinta, el tener una presentación de un libro como parte ceremonial de todo un proceso, creo que eso siempre va a seguir existiendo”. Con sus 90 años a cuestas, para FIMAX el reto continuo es continuar con el legado cultural. Salvador Ramírez señala que como empresa deben seguir modernizándose, a la par que seguir buscando más alianzas comerciales. Recalca que la unión comercial es un instrumento que genera comunidad entre los impresores. “Si socializamos nuestros propios trabajos y compartimos cada quien sus fortalezas (tecnología, maquinaria, habilidades), al cliente le podemos dar un mejor producto con un precio más económico y con mayor rapidez en la entrega. Si estamos organizados como gremio tendremos mejores oportunidades”. De acuerdo con José Salvador, en el futuro FIMAX se propone reeditar ciertos libros que para su familia son muy importantes, como es el caso de Familias y Casas de la Vieja Valladolid y de la Historia del Escudo de Michoacán, un libro pequeño que para la familia Ramírez Magaña tiene un doble valor: por su contenido y porque su abuelo Fidel fue el autor del lema del escudo oficial michoacano. Es así que los hermanos Ramírez Magaña se muestran orgullosos de continuar con el legado de su padre y su abuelo, pese a que “no les llegamos ni a los talones por sus conocimientos como artistas de las artes gráficas”, según dice José Salvador. Asumen la responsabilidad de semejante herencia y prometen nuevos e interesantes proyectos para seguir persistiendo. Remata Fidel: “Es un gran un orgullo pertenecer a la descendencia de mi abuelo y de mi papá, pero también es una responsabilidad pesada por todo el tema cultural que nos han dejado. Tenemos que seguir produciendo ediciones de calidad que aporten a la historia y la cultura de Michoacán y el país”.