Juan Bustos / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Templos como los de San Agustín, San José, de La Cruz, el Carmen, La Merced y hasta la misma Catedral tendrían daños extensivos, de tipo estructural o incluso algunos podrían colapsar si se presentase un movimiento telúrico como el septiembre de 2017, con epicentro a cerca de 100 kilómetros, debido a la alta vulnerabilidad sísmica que presentan varios edificios del Centro Histórico de Morelia, dio a conocer Guillermo Martínez Ruiz, investigador de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), al presentar a esta casta editorial estudios de investigación que han realizado durante la última década. La Facultad, desde el 2008 y a través de su Maestría en Ingeniería en el Área de Estructuras, ha desarrollado estudios y diagnósticos sobre los edificios históricos, particularmente de los edificios religiosos, donde a través de la instalación de dispositivos y software de modelado se han simulado los edificios y las situaciones que enfrentarían para saber su comportamiento en caso de algún futuro sismo. En entrevista, el investigador indicó que en el país la mayor parte de los edificios se encuentran en zonas de alta muy alta sismicidad, esto se deriva de que la instalación de los mismos se dio en los asentamientos humanos prehispánicos, que a su vez fueron en territorios cultivables, asociados a la actividad volcánica. Daño acumulado El académico nicolaita expuso que los edificios son modelos con memorias; todas las estructuras después de un evento sísmico tienen daños, ya sea muy pequeños o graves, “pero muchas veces se quedan sin que los veamos, incluso como restauradores los maquillamos”, pero del mismo tiempo uno va conociendo su “trayectoria hacia la degradación”. Indicó que los inmuebles que están en riesgo en el corazón de Morelia datan de los siglos XVI y XIX; “si llega a ver un evento nuevo se tienen un número indeterminado de degradaciones encima, a lo que se agrega que no tienen una estructura de varilla, sino que son piedra sobre piedra”, expuso. También puedes leer: Patrimonio Histórico, bajo lupa: detectan daño en el Acueducto y monumentos del Centro de Morelia Los edificios, tras tantos años, han tenido ya intervenciones en su estructura, ya sea positivas o negativas, “toda esa suma de factores genera inestabilidad”. En el caso de los edificios religiosos tienen formas muy irregulares y son grandes tienen naves o claustros; las torres, por ejemplo, sobresalen mucho, como el caso de la Catedral, por encima de la nave principal. Todo esto tiene efectos indeseables de torsión durante un sismo, además de problemas propios de su construcción, muchos duraron decenas de años en edificarse”. Martínez Ruiz subrayó que un ejemplo de lo que ha pasado con este tipo de edificios y su vulnerabilidad fue lo que sucedió en Oaxaca, en 1999, con un sismo que dañó severamente el Patrimonio Histórico. Explicó que para realizar los estudios se contemplan tres variables, lo que tiene que ver con la intensidad de los sismos y su periodo de duración; los periodos de vibración naturales del terreno, de 0.2 a 0.4 segundos en el caso de la zona de Centro Histórico, y el periodo de oscilación de los mismos edificios. Los terremotos también traen un tiempo de vibración y dependiendo de la distancia del epicentro y el terreno que va a atravesar, ya sea roca o suelos blandos, al llegar a un punto, por ejemplo, en Catedral, si sucediera un terremoto como el septiembre de 2017, a 100 kilómetros traerá sus periodos propios, que es el periodo del temblor, el periodo del edificio y el periodo de los terrenos”, profundizó. Abundó que si estos periodos coinciden en una misma duración se equipara a una soprano cantando de manera muy aguda, que puede reventar una copa de cristal, lo que provoca un fenómeno de “resonancia dinámica”, entonces los edificios van a entrar en resonancia y su desplazamiento va crecer lo que genera daños mayores. Eso ocurrió en el terremoto de 1985, porque el suelo de la Ciudad de México vibra en dos segundos, el temblor que se originó en la costa michoacana llegó atenuado en su vibración igual dos segundos y los edificios que vibraban, también dos segundos, que eran los que tenían cerca de 20 niveles, eso derivó en su desplome”, dijo. El investigador explicó que para el caso de Morelia este ‘genoma sísmico’ es factible y que se han registrado ya antes en la historia de la entidad; “en las fuentes históricas tenemos una crónica de que se registró un sismo el 19 de junio de 1858, en Pátzcuaro, que incluso derivó en que una de las torres de la catedral de esa ciudad se colapsara; podemos ver la campana ahí cuando vas al edificio”. Detalló que la crónica de esa época dice que el temblor duró más de un minuto y hubo muchos elementos que colapsaron, por lo que la zona de Morelia no sería ajena a este fenómeno, como se suele pensar. El académico expuso que se podrían dar condiciones similares en Morelia al comparar lo que pasó con el temblor que tuvo su origen en Morelos el 19 de septiembre de 2017, donde los periodos de vibración de suelo y edificios con la provocada por la fuerza del sismo implicó el colapso de muchos edificios religiosos históricos en Morelos. Reiteró que si se presenta un fenómeno oscilatorio a menos de 100 kilómetros de Morelia y coinciden con los periodos de vibración que se tienen, además de los daños que se han acumulado durante cientos de años, aunque muchos puedan ser imperceptibles, podría derivar daños importantes de los edificios. “Analizamos la vulnerabilidad sísmica para las naves de los principales 13 edificios religiosos de Morelia planteando como escenario la ocurrencia del sismo del 19 de septiembre de 2017 con epicentro a 100 kilómetros de la ciudad”, dijo y expuso que existe el riesgo de que un movimiento de esta naturaleza les cause daño estructural. El análisis Detalló que en el caso de Templo de San Agustín, que data de 1550, se registraría un daño extensivo, mientras que el templo de San Francisco se tendría un daño moderado, aunque en ambos casos pone en entredicho la integridad de la estructura. Por ejemplo si vemos el Templo de San Francisco observamos que hay una grieta en la torre que no sabemos de cuando data”. Explicó que el análisis de los edificios no contempla los inmuebles a un costado, “es un elemento adicional, sólo analizamos los templos, pero si contemplamos su relación con los claustros que tiene al costado hay cambios y mayor riesgo”. Agregó que Templo del Carmen, que data de 1596 y que es concoide por sus cúpulas, se colapsaría si se presenta un fenómeno como el de Morelos de hace dos años, de igual forma se presentarían en el Templo de la Cruz (1680) y Templo de San José (1760). En otros casos habría daño moderado, como en los de Guadalupe y Las Monjas. Sobre la actual Biblioteca Pública Universitaria, dice no habría tanto problema. Sin embargo, explicó que en caso de templos como el de San Agustín, que tiene un claustro que actualmente funciona como albergue estudiantil o el caso del de Guadalupe, que tiene en lo que fuera su claustro a la Facultad de Derecho, podrían originar un colapso por la misma presión que generan estos edificios sobre los inmuebles religiosos. “La Catedral de Morelia, que es un edificio con una nave muy hermosa pero muy amplia, si se da un sismo de las características que hablamos, podría tener daño extensivo”, advirtió. Una década de investigación Reiteró que la Facultad de Ingeniería ha hecho este diagnóstico a través de diez años con el establecimiento de la Maestría en Estructuras y el trabajo de los investigadores, en donde se realizan simulaciones y maquetas para conocer cómo reaccionaría individualmente cada edificio ante distintos tipos de movimiento. “La intensión no es alarmar, sino que este trabajo ayude a generar las estrategias de atención, la Facultad de Ingeniería tiene esa capacidad técnica para coadyuvar con los gobiernos de los diferentes órdenes”. Detalló Guillermo Martínez que muchas veces se hacen intervenciones en los edificios con acero y cemento, cuando son materiales incompatibles, por lo que se requiere el acompañamiento también para este tipo de “remiendos”. Destacó también el trabajo desde la Facultad en temas como el establecimiento de la red sísmica nicolaita que se estableció en la ciudad de Morelia, cuenta actualmente con diez nodos de análisis y es parte central del sistema de investigación.