Fue el último día de octubre con su luna casi llena, el elegido por 70 personas para visitar el Panteón Municipal de Morelia, no se supo si fueron los vivos los más curiosos o las ánimas que interrogaban la presencia de los invitados, que acudieron a la cita de las autoridades para inaugurar un recorrido nocturno, en su segunda edición. En punto de las 20:00 horas, en la recepción del cementerio, padres, madres, hijas e hijos pequeños, adolescentes, jóvenes y novios esperaban impacientes para entrar a la última morada de 35 mil michoacanos. Con ansias tomaban fotos desde la puerta principal, luego a oscuras, siguiendo la voz del guía de turistas y de mujeres vestidas de Catrinas, originarias de Capula, caminaron por el sendero únicamente iluminado por veladoras de vidrio y papel encerado colocado estratégicamente para ambientar el espacio, la lluvia chispeaba. Suman 19 mil lápidas en tierra y 16 mil espacios en gaveta los que se acomodan en hileras y por veredas, sólo rompe su lúcida geometría cuadrada, la rotonda de los hombres ilustres michoacanos donde inició el recorrido con la figura de un hombre vestido a la usanza del siglo pasado con su sombrero de copa alta, surgió entre vapor y a contra luz, con un quinqué en mano daba la bienvenida al público. Comenzó haciendo memoria de las dotadas inteligencias y acertados dones de Fray Manuel de Navarrete, periodista y escritor; el Teniente Isidro Alemán, los ex gobernadores, Benigno Serrato, Justo Sierra Mendoza, Rafael Carrillo y Bruno Patiño, así como Epitacio Huerta y el hijo de Don Melchor Ocampo de igual nombre y apellido, Manzo, cuyos restos o sólo monumentos dan testimonio de su existencia. Para más información consulte la edición impresa de este 31 de octubre.