Gobierno, entre pendientes Jorge A. Amaral A mitad de su gobierno, es mucho lo que le queda pendiente a Silvano Aureoles Conejo, pero tampoco hay que caer en el nihilismo político en que los detractores de cualquier personaje incurren parea denostar. Cierto, durante este gobierno se recuperó mucho del potencial turístico del estado, esto al devolverle al turista la confianza en acudir a ciertas partes de la entidad y sentirse a salvo; Michoacán es líder en producción agrícola en distintos cultivos; gracias a la tala de bosques, la excavación de hoyas en los cerros y otras facilidades, hoy por hoy Michoacán mantiene su supremacía como productor aguacatero. Además de lo anterior, hubo algunos avances en materia de inclusión hacia la comunidad de la diversidad sexual, como el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el cambio de género en actas de nacimiento y demás aspectos que abonan a la inclusión. Pero hay pendientes en seguridad, en desarrollo económico lo avanzado no ha sido suficiente, quedan escuelas de “palitos” por atender, hay zonas del estado donde la seguridad es un sueño guajiro porque están en disputa entre cárteles, los ejecutados siguen amaneciendo por toda la entidad, no pudo negociar con los alcaldes morenistas la firma del hoy sepultado Mando Único, comunidades indígenas siguen exigiendo su autonomía simple y sencillamente porque no confían en las autoridades de ningún nivel y la relación con la mayoría de la prensa se basa más en el temor a Comunicación Social que en la cordialidad. En fin, a la mitad del sexenio, con la nueva Legislatura pero el mismo gobernador pueden suceder tres cosas: que el Congreso se ponga a sacar los asuntos de la congeladora y así haya avances en los rubros pendientes, que el Legislativo se ponga renuente a todo lo que venga del Ejecutivo y entonces la labor de ambos se estanque, o bien que la bancada perredista, acompañada de la panista, hagan contrapeso y permitan que todo siga como hasta ahora, quedando la cuarta transformación para otro día con más calma. Idiotas a secas A inicios de esta semana dos normalistas fueron atropellados mientras hacían labores de boteo en la carretera a Pátzcuaro, y de inmediato en las redes sociales de este diario los comentarios no se hicieron esperar. No comparto los argumentos de los normalistas, de hecho creo que están errados en mucho de lo que sostienen, pero de ahí a celebrar que los atropellaron, como sucedió hace años en Morelia, o festejar lo sucedido en Ayotzinapa, hay un mundo de diferencia. A veces la gente está tan frustrada con su vida, que celebra que lo malo les caiga encima a aquellos hacia quienes canaliza su ira y frustración, y en Facebook, la capital mundial del comentario estúpido, muchos michoacanos y morelianos, entre amas de casa, mecánicos y godínez, sacaron toda su ira celebrando, llamando héroe al automovilista que los atropelló. Dicho con total franqueza, sin eufemismos: los cibernautas que comentaron la nota en Facebook dejaron ver, en su gran mayoría, el nivel de estupidez, cretinismo y ligereza que puede alcanzar un salvaje si le dan la oportunidad de manifestar su opinión, al grado de que alguien los llamó “bandalos”, otro se alegró de que “reduci la velocidad” cuando los vio en la carretera, otro los catalogó como “canser”. No pienso citar todos los comentarios, ya hay demasiado estiércol en el mundo, pero de la indignación pasé a la risa al ver tanta gente a la que no se le puede llamar de otra forma que no sea idiotas. Es cuánto. Para escuchar el fin de semana: Kid Rock, el primer beso La evolución de Kid Rock es de esos fenómenos interesantes en la música, y es que desde su primer disco ha mutado tanto, que si escuchamos aquel “Grits sandwiches for breakfast”, de 1990, a “First kiss”, de 2015, hay un abismo. De rapero blanco a un rockero enojado en “American badass”, hoy Kid Rock es un cantautor maduro que ha encontrado en el rock sureño un nicho, y sus últimos álbumes lo reflejan, aunque esta evolución venía gestándose desde hace muchos años, pero de manera lenta y gradual, al grado de que ya para 2003, en su disco “Rock”, “Cadillac pussy” es un dueto con Hank Williams Jr. algo forzado, pero ya para 2012, en “Redneck paradise”, el dueto con Williams es una exquisitez country y los dos forman una amalgama extraordinaria. En “First kiss” se aprecia a un Kid Rock country rock, ya no con las letras furiosas del extraordinario “Devil without a cause”. ¿Temas a destacar de este disco?, sin duda la homónima del álbum, rememorando años de adolescencia, de los primeros amores; “Good times, cheap wine”, un reflejo de quienes no seguimos modas, no usamos pantalones entubados, no nos gusta Coldplay ni vamos con las tendencias, sólo música de la vieja escuela, un whiskey y ser auténticos. “Johnny Cash”, y es que, ¿qué más romántico que decirle a la prenda amada que se andará derechito y sobrio para ser su Johnny Cash (escuche “I walk the line”, de Cash, para entender la referencia)?, y sin duda “Jesus and Bocephus”, que habla de cómo se acogió al carpintero de Galilea para, con la ayuda de su gran amigo Hank Williams Jr., también apodado Bocephus, lograr el equilibrio. Así pues, “First kiss” es la concreción de la madurez musical y lírica de Kid Rock, una excelente opción para subir el volumen, servirse un whiskey o destaparse una cerveza y simplemente dejar que el disco corra. Salud.