Jaime Darío Oseguera Méndez La transición entre gobiernos ya se hizo demasiado larga. No por el tiempo sino por la cantidad de problemas que está provocando. Empieza a resultar tediosa y además a costarle al país. No me refiero por supuesto a la alternancia que es un valor importante de nuestra democracia, sino al frenesí con el que se abordaron los temas, decisiones y la agenda que se ha venido manejando desde la elección. La hipótesis de la silla vacía implica que hay dos gobiernos, uno electo y otro en funciones, que tienen gabinete, operan temas de políticas públicas, generan polémica, seguramente hasta cobran pero en los hechos nadie decide: los que salen no están mandando y los que entran aún no tienen la capacidad legal para resolver. El Secretario de Educación por ejemplo, sostiene con los alfileres más débiles el ataúd de la reforma educativa, diciendo que sigue vigente pero en realidad solo falta el tiro de gracia en el Congreso. El nuevo Secretario por su lado, se enfrenta aún sin herramientas a los maestros de todos los frentes. Radicales e institucionales, propios y extraños, en realidad tienen todo el sistema de educación pública en espera de ver qué va a pasar. O tal vez debemos decirlo más claro, todo mundo está esperando ver como va a pasar lo que ya nos anunciaron. Está sucediendo en PEMEX y en CFE o en el sector energético en general; con el aeropuerto y la caravana migrante por poner solamente unos ejemplos. Son los fierros en la lumbre que cada vez son más y más ardientes para el nuevo gobierno. Está claro que la elección puso nuevos actores y temas en la mesa. Los ciudadanos votaron por una opción política muy distinta de la que actualmente gobierna. Con elementos diametralmente diferentes entre ambos. No habría por qué esperar que el nuevo gobierno cambie su perspectiva. Lo que genera incertidumbre son los plazos. La indefinición de la transición ha generado polémicas innecesarias. Si aún no entran, no es conveniente tener tantos fierros en la lumbre. En su momento tendrán la legitimidad para tomar decisiones pero antes de tomar los bártulos, los nuevosdeberían resistir la tentación del protagonismo y, por lo que corresponde el anterior gobierno, ejercer su mandato hasta el último momento. La oligarquía, los grandes dueños del capital, quienes se verán beneficiados como siempre con los principales proyectos de infraestructura como el aeropuerto y las carreteras o los contratos de PEMEX por supuesto que van a presionar al nuevo gobierno y éste, en su exceso de confianza muy cercano a la ignorancia, sólo arenga, provoca, entra y sale: tiene cada vez más fierros en la lumbre. Es obvio que mientras no tomen protesta, no podrán decidir, entonces por qué este afán de polemizar sobre temas que deben enfrentar en su momento. Otro ejemplo ominoso es elnuevo aeropuerto. Su propuesta era cancelarlo, acusando derroche y falta de transparencia; la gente votó en ese sentido por el proyecto en general. No había más. Pero antes de llegar al gobierno, convoca a una consulta amañada, burda, que solo exhibe afanes demagógicos: no quiere tomar la decisión que ya había anunciado y trata de transferirle la responsabilidad a los “ciudadanos”. Cuáles, cuántos, quiénes son los que van a decidir un proyecto que el nuevo gobierno debió cancelar si es que tienen, como dijeron, visos de enorme corrupción en los contratos. Es una clara muestra de indefinición, que a su vez siempre precede a los malos gobiernos. De esta manera, ambas administraciones, por acción y omisión, solamente dan elementos a los dueños del capital para desestabilizar, amenazar y provocar incertidumbre. Parece un juego de vencidas entre niños en el que pierde es el país. La administración recién electa tenía que haber llegado a diciembre para tomar decisiones y punto. Desde el gobierno se pueden negociar y controlar las variables, pero no lo hicieron por imprudencia e impericia ¿Acaso exceso de ambición? Esperemos que el impronto y atravancamiento no sean el signo de los nuevos tiempos. En México la gente votó masivamente por quienes sostienen que debe revertirse la reforma energética, para cambiar la política de compra de combustibles y evitar la perforación a través del “fracking” y en teoría detener los aumentos a la gasolina. Pero haber adelantado algunas decisiones y declaraciones, genera polémica y las controversias afectan a la empresa. Otro fierro en la lumbre. Ya se escucha que “los mercados” que no son sino los dueños del capital, bajan la calificación crediticia de PEMEX y la del país en general o que puede haber un embate contra el peso. Se está desgastando antes de tiempo y eso no le conviene a nadie. Si le van a quitar los contratos a los grandes que lo hagan, con decisión; si van a cambiar el esquema sindical de la educación, con determinación, pero que esperen su momento. La cereza en el pastel. Ninguno de los dos gobiernos sabe bien a bien que hacer con la caravana migrante del sur. Puras ocurrencias. Que les van a dar trabajo, que les van a abrir albergues, que no deben violar la ley, etc. Sucede lo mismo: los actuales esperan y cuentan las horas para que se termine; los que entran desesperan y ven el mismo reloj en el ansia de iniciar. Mientras tanto y para nuestra preocupación, aumentan los fierros en la lumbre.