Michoacán cancela becas a China

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Sin-título-1   Javier Favela/La Voz de Michoacán.

Michoacán, el estado pionero en enviar becarios a China, renunció a un sueño de gloria y de grandeza que alimentó durante 8 años. La elite promotora extravió el rumbo, perdió la brújula y canceló el programa de formación de negocios que había mandado a  casi 90 estudiantes al otro lado del mundo, a 13 mil kilómetros de distancia.

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El caso del hijo del actual líder estatal del PRD fue la gota de derramó el vaso. El joven Víctor Báez Aguilar se matriculó en el Lejano Oriente, disfrutó por allá de una estancia temporal con un costo de 241 mil pesos con cargo al presupuesto público y abandonó prematuramente el estudio del chino mandarín. Entre los juniors de la clase gobernante, ir a estudiar a China se convirtió en símbolo de status. Ir a turistear a un destino exótico genera prestigio, brillo y caché en una sociedad como la moreliana, que cultiva con esmero las apariencias, bajo el asedio de la delincuencia y tan dependiente del erario.

Fantasías, ilusiones y dulces autoengaños se financiaron con el erario entre los años 2004 y 2012, hasta que el colapso financiero en Michoacán obligó a redefinir prioridades y se esfumó el ensueño que iniciaron las administraciones de Lázaro Cárdenas Batel y de Leonel Godoy de aprender a negociar al estilo chino-comunista. El programa llegó a su fin sin previo aviso, subrepticiamente y sin indicios de los frutos de la gran aventura estudiantil que prometía formar capital humano de expertos en el tema comercial México-China

La Secretaría de Desarrollo Económico, que encabeza Juan Pablo Arriaga Diez, ha dado trato confidencial a toda la información oficial relativa a los índices de deserción de los jóvenes aventureros que con sus conexiones políticas en los más altos niveles del gobierno se fueron a probar el sabor de lo lejano. Solo entre los becarios que regresaron de China y que ahora se dedican a dar clases en instituciones privadas como el Tecnológico de Monterrey, campus Morelia, circulan las versiones de los hijos de políticos que hicieron viajes a China, todo pagado, con el argumento o con el pretexto de insertarse en el país que se perfilaba como la primera potencia económica mundial para el año 2020.

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Los juniors se dedicaron a hacer turismo exótico. Se horrorizaron con el tercermundismo a flor de piel en la misma capital de China, en los Hutongs de Beijing, lejos del glamour oriental que retratan las postales retocadas. Varios se adentraron en la China provinciana, auténtica, gris, monótona y rutinaria (como dejaron constancia en las fotos que subieron al Facebook), después de maravillarse de los emporios empresariales erigidos en las grandes urbes costeras con inversión extranjera de Occidente. Otro tipo de cosas llamaron la atención de los hijos de papá. Que el ambulantaje, también en China, es el último eslabón de las mafias contrabandistas. Que a través de la triangulación de certificados de origen puede hacerse contrabando técnico, documentado, a México.

La mayoría de los jóvenes con “palancas” dejaron los estudios truncados, como aquel sobrino del exalcalde de Morelia, Salvador López Orduña, o aquel veinteañero que extrañaba los paseos en motoneta con sus cuates en el lago de Zirahuén. Antes del viaje, todos los becarios firmaron cartas-compromiso en las que se asumían como una elite de vanguardia o una punta de lanza para diseñar planes de exportación, negociar alianzas estratégicas o atraer inversiones. Consiguieron dormitorios gratis en las universidades de Hangzhow y de Shanghai. Varios de ellos se regresaron a los pocos meses porque no les gustó lo que probaron, nostálgicos del pozole y de los tacos de birria, habiendo dilapidado un gasto inicial de 15 mil dólares, hablando solo algunas frases de chino mandarín.

El gobierno de Michoacán tiene la paternidad del programa de formación de negocios México-China que después adoptaron otros gobernantes como Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, quienes “se pusieron las pilas” para ir a la conquista de China, el tercer importador de mercancías en el mundo, solo detrás de la Unión Europea y de Estados Unidos. Muchos becarios no pudieron lidiar con el shock cultural y desertaron.

La misión de los becarios era abrir un puente de comunicación extraordinario con China, “empezando por la relación humana, para conocernos, para tenernos confianza”, según delineó el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Gálvez Herrera, maravillado con las potencialidades de la economía emergente con el mayor empuje del mundo, que llegará a tener el 40 por ciento de la población del planeta dentro de 20 años. Tras 8 años de becas, “no hemos tenido éxito para atraer inversión de China”, admitió.

PARAÍSO DE LAS BARATIJAS

¿Qué logró Michoacán con sus muchachos en China? Una extraordinaria colección de anécdotas de viaje y un mutismo oficial en torno a los casos de éxito, si es que los ha habido. Se dice que algunos jóvenes adquirieron “otro nivel” y se engancharon con empresas internacionales, rompiendo todo vínculo con la entidad que financió sus estudios.

Los exbecarios Adrián, Minerva, Luis, José y Rafael viven agradecidos por la bella experiencia asiática y constataron personalmente que “venderles algo está en chino”. El regateo es parte de su cultura. Los chinos “negocian a gritos, te desgastan, te agotan y te ponen nervioso”. Regresaron con la percepción de que China es un pueblo que no disfruta de la vida y se mata trabajando. Desde que nace, el chino vive compitiendo con otros, por un empleo, por entrar a la universidad. “Es como tratar de ingresar al Servicio Exterior Mexicano: hay 2 mil aspirantes para ocupar 30 vacantes y algunas ya están apartadas para los recomendados”, ejemplificó José, quien solo disfrutó de media beca de 200 dólares.

En sus correrías estudiantiles, los jóvenes purépechas descubrieron que los productos mexicanos “made in China” ya habían inundado el continente asiático. Los chinos piratearon las guitarras de Paracho, los guaraches de Sahuayo, los sarapes de Saltillo, las guayaberas yucatecas y los retablos de la Virgen de Guadalupe, además de las marcas de lujo como Louis Vuitton, Prada, Guchi, Burberry o Chanel. Por las rendijas de las fronteras y puertos de los países vecinos se introducía la mercancía “mexicana”.

“Todo aquello es como ir a Moroleón. Consigues trajes Armani a 500 pesos”, refirió nostálgico otro exbecario, quien acabó fungiendo como traductor para clientes ocasionales.

China es la fábrica del planeta, con salarios equivalentes a 1,500 pesos al mes en promedio. Con marcas pirateadas y productos clonados, los consumidores pueden comprar 50 por ciento más barato. “El 92 por ciento de los artículos que vende Wal Mart vienen de China, salvo los perecederos, según un artículo que leí”, comentó el industrial  Alfonso Álvarez Miaja, quien gusta fotografiarse con “nuestros socios estratégicos” como Feng Xiao Ming y moverse en la estratosfera de las cifras macroeconómicas, aunque admitió desconocer datos del valor de las exportaciones-importaciones China-Michoacán.

El empresario Ricardo Rubí (quien fue detenido en el Michoacanazo del 2009 por presuntos nexos con el crimen organizado y luego liberado por falta de pruebas) llegó a soñar con forjar un imperio logístico con los becarios enviados al país más prometedor del mundo. Los estudiantes se sumergieron en ese gigantesco país, del tamaño de toda Europa, y por doquier se topaban con “millones de enclenques, feos, amarillentos y de pelos lacios”

Los chinos trabajan 60 horas a la semana. Al igual que ellos, México debe hacer grandes sacrificios, con brutal disciplina, para tener crecimiento económico, recetó Emilio Zorrilla-Vázquez, quien desde la ONU hizo planeación intersectorial para 25 países del mundo. China tiene una cosmovisión de hambruna, de sacrificio y de paciencia, al igual que los campesinos e indígenas de México, equiparó el también exasesor del Banco Mundial, postgraduado en Harvard y panegirista del expresidente Lázaro Cárdenas del Río.

China es un país de 1,300 millones de habitantes. Noventa millones de ellos se adjudican el apellido Li. Cada año nacen 15 millones de niñitos de ojos rasgados. “Un chino es gracioso, una multitud de chinos es una amenaza”, ponen el grito en el cielo los dueños de los changarros que han quebrado por obra y gracia del contrabando. Cabe agregar que México tiene 3 mil residentes chinos y 20 mil mexicanos de origen chino.

EL PRETEXTO DE BÁEZ

A partir del año 2004 Michoacán se aventuró a explorar las naciones allende el Océano Pacífico para conquistar a la nueva Especiaría, con el espíritu del portugués Magallanes. El gobernador Lázaro Cárdenas Batel (su progenitora, doña Celeste, nació en Lisboa) empezó a becar a generaciones de profesionistas, egresados de carreras económico-administrativas, para aprender el know how hacer negocios con China, la economía emergente con el mayor empuje del mundo en los albores del tercer milenio.

El programa de becarios nació anclado a otro sueño de grandeza que no acaba de cuajar. El prefijo macro o mega siempre acompaña a las obras planificadas en el tercermundista puerto de Lázaro Cárdenas, donde las imponentes siluetas industriales comenzaron a emerger desde hace 40 años. Los corporativos extranjeros controlados desde Londres, Kansas y Ámsterdam llevan lustros acariciando gigantescos proyectos como el de la construcción de la terminal ferroviaria más grande de América Latina.

Según proyecciones oficiales, al puerto de Lázaro Cárdenas llegarán naves post-Panamá, los barcos más grandes del mundo, con cargamentos de mercancías provenientes desde Shanghai, Singapur y Tokio. A la fecha el corporativo Hutchinson, el cual ostenta el liderazgo mundial en el movimiento de contenedores, ya está asentado en la desembocadura del río Balsas, a las orillas del Pacífico michoacano. En tanto, la acerera Mittal Steal exporta 40 mil toneladas de hierro por trimestre a China.

Simulaciones demagógicas como la del joven Víctor Báez explicarían en parte por qué el puerto lázarocardense no despega. Para “ganarse” la beca del gobierno a China, el hijo del dirigente perredista movió cielo, mar y tierra, asumiendo el desafío de capacitarse en el idioma chino mandarín, yendo de 18 a 20 horas efectivas de clase a la semana en Shanghai. En contraprestación, ofreció desarrollar estudios de mercado y planes de exportación a favor del puerto. Para ello, se inventó un supuesto proyecto que haría atractivo el recinto fiscalizado ubicado en la isla de la Palma, pero no presentó plan maestro y ni siquiera recopiló la información. La Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) detectó que Báez, ya estando en China, “por voluntad propia” decidió regresar a México, en diciembre de 2011, aunque ya estaba cubierto en su totalidad el gasto semestral por matrícula universitaria y dormitorio, incluyendo cursos extras contratados.

Katia Guzmán Ávalos, la entonces directora de Atracción de Inversión de Sedeco, alertó que el caso Báez constituía un caso delicado que atender para evitar observaciones al ejercicio presupuestal y reportaba: “Este muchacho no tendría derecho al pago de manutención, puesto que no estuvo en China, estudiando”. Según carta-compromiso que firmó el hijo del dirigente perredista, el 9 de julio de 2010, en la hipótesis de no concluir sus estudios, el becario se obligaba a reembolsar lo que ya se hubiera erogado por parte del programa de formación de negocios México-China. Fueron 241 mil pesos los que destinaron a sus estudios, a través de cheque nominativo y transferencia electrónica a la cuenta bancaria de una tal Fundación ProAsia A.C. De acuerdo con la carta-compromiso, Báez tenía que entregar reportes mensuales del avance de su investigación y, al regresar a México, prometía donar un semestre de servicio social a favor del pueblo.

A su retorno al estado, en realidad, el hijo del dirigente se dedicó a alardear de sus vivencias con sus amigos: que allá los artículos piratas son muy baratos, que los chinos de la calle piensan que todos los extranjeros son ricos, que a los orientales les encanta ir al karaoke o que cuesta unos 3 mil pesos el viaje redondo de Shanghai a Singapur.

TURISMO EXÓTICO

Todo fue maravilloso, mientras duró el sueño. Legiones de diputados, funcionarios y empresarios de Michoacán viajaron con viáticos de la Tesorería a China, se hospedaron en lujosos hoteles y convirtieron a los becarios en sus particulares guías de turistas. Había despreocupación general en las caravanas gubernamentales respecto del ejercicio presupuestal en fines personales, ya que el delito de peculado prescribe a los dos años.

Las nutridas comitivas iban estimuladas por empresarios como Ricardo Rubí, quien se asumió personalmente como un extraordinario promotor de China, hablando maravillas de aquellas tierras y de las grandes oportunidades de hacer alianzas de negocios.

Lázaro Cárdenas Batel nunca pudo ir con la investidura de gobernador. Llegó a preparar sus maletas pero canceló dos días antes, en uno de tantos conflictos en el estado.

Todos los turistas michoacanos entraron por la gran urbe de Shanghai, después de un viaje de 18 horas de vuelo, con escalas en Vancouver y Tokio. Incluso el entonces líder de la disidencia magisterial en Michoacán, Artemio Ortiz, aceptó la invitación de gobierno estatal para ver los progresos de los muchachos porque él quería ver el cadáver de Mao Tse Tung, “el Lázaro Cárdenas de los chinos”. Sin embargo, los exbecarios recuerdan a un profesor de paso agotado, aficionado a los masajes orientales (a 8 dólares la “madriza” de 70 minutos) y que se sorprendió de que los niños chinos se la pasaran casi todo el día en la escuela, durante 11 horas ininterrumpidas, desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde.

También los mexiquenses, desde los tiempos de Arturo Montiel, viajaron a China. El tour iniciaba en Shanghai, cuyo skyline asemeja al de Manhattan. Se hospedaban cerca de los rascacielos que alojan a los poderosos imperios empresariales y desde ahí tenía vista panorámica hacia las barriadas miserables y laberínticas que no han sido demolidas, pues hacen remembranza histórica de lo que fue la ciudad más podrida de Oriente, con historias de gángsteres, burdeles y fumaderos de opio. Fue centro del cine mudo en China en los años 20 y cuartel general de la Revolución Cultural en 1966. Hoy es una urbe de 15 millones de habitantes y centro financiero internacional que sobrepasará a Hong Kong.

Los visitantes distinguidos curioseaban un poco la vida de los estudiantes, cuyas becas de manutención de 2,400 pesos mensuales apenas les permitía un nivel mínimo de sobrevivencia. De ahí se iban a Xian, una capital tan antigua y prestigiada como la Roma imperial, cuya escala obligada es el tour para maravillarse con el ejército de 7 mil guerreros de terracota, que fue enterrado 3 siglos antes de Cristo y que atrae miles de turistas por año.

Si había tiempo, las comitivas iban a Hangzhow, descrita por Marco Polo como la ciudad más hermosa del mundo en el siglo XII y donde se ubica la universidad que alojaba una parte de los michoacanos. Ir a Beijing, a la Ciudad Prohibida y a la Muralla, completaba el recorrido, siempre evitando los viejos barrios con olor a arroz fermentado; “un olor rancio, apestoso, asqueroso que despiden los callejones tenebrosos y en la semipenumbra”.

CHOQUE CULTURAL

Los jóvenes becarios realmente emprendedores, y que sí fueron a estudiar, descubrieron cosas extrañas en el gusto de los chinos, como que el tequila le gusta a los orientales con té verde o que el aguacate los prefieren con leche de soya en presentación de helado. Los muchachos no solo iban a aprender el chino mandarín, sino a tomar clases especializadas en cultura y economía con visitas a empresas líderes, según se decía.

Los primeros becarios, todos menores de 30 años de edad, fueron a picar piedra. Algunos jóvenes pioneros llegaron a sufrir el choque cultural y ataques de ansiedad. Solamente los becarios relatan la historia de uno de sus compañeros que se suicidó en Shanghai, arrojándose de uno de los rascacielos. Ese tema es tabú, junto con el de los viajes turísticos de los funcionarios y el de los empresarios mexicanos contrabandistas.

Los becarios se matricularon en universidades de Shanghai y de Hangzhow, donde tomaban 3 horas de clase de chino mandarín, más una hora de tarea. En el aula aprendían a dibujar los garabatitos que componen el idioma (que tiene alrededor de 47 mil caracteres aunque cualquiera que domine 8 mil, ya la libra), así como a mover la boca para entonar los sonidos de palabras como “Nijao” (hola), “nijaoma” (¿cómo estás?) y “Móshico” (México).

Los fiesteros clasificaron al 95 por ciento de las muchachas chinas como tradicionalistas y con mucha tendencia al materialismo. “Piensan que todos los extranjeros somos ricos”. Los becarios vieron el pavoroso hacinamiento en los ruinosos apartamentos, estilo Infonavit, en la periferia de las megaciudades. Constataron que los chinos de la calle no saben nada de México, excepto por el fútbol y por las telenovelas de Televisa como Yesenia o donde aparecen Eduardo Capetillo y Victoria Rufo dialogando en chino. Iban con la lista de productos michoacanos como frutas y verduras frescas, café, azúcar, carne de vaca, de puerco y de aves, frijoles, aceite de aguacate y leche en polvo pero algo no estaba funcionando, no lograban hacer amarres. “Es que los intentos de negocios no salen a la primera”, justificó en su momento el industrial Alfonso Álvarez Miaja. Fuera de las ciudades costeras superpobladas, la población sigue circulando en bicicleta y no le interesa comunicarse con los extranjeros. Los lugareños consideran el aguacate como una fruta exótica “y quieren comerse los tacos con palillos y sin lavarse las manos”.

Michoacán tiene 500 empresas potencialmente exportadoras que desconocen qué instituciones pueden certificar, financiar y tecnificar sus productos, ha reconocido Susana Angélica González Marroquín, directora estatal de ProMéxico. Podríamos agregar que

La hoy delegada estatal de Economía, Nancy Cárdenas, coordinó a 3 generaciones de becarios a nivel nacional, alrededor de 300 estudiantes de 17 estados de la República. Se rehusó a hablar de sus vivencias con este medio de comunicación “porque pensarán que me estoy promoviendo y no me interesa dar esa imagen”. Únicamente se lamentó que el programa de becarios haya desaparecido en Michoacán “por falta de coordinación”, mientras que el Estado de México y Quintana Roo “sí supieron sacarle jugo”.