Paola Franco/ La Voz de Michoacán. Son pocos los morelianos que conocen la plaza Ignacio López Rayón, bajo ese nombre, son escasos también, los vecinos que aun guardan las historia que abraza dicho espacio de cantera rosa, que hace algunos ayeres fue uno de los suministros de agua para el Barrio de la Soterraña y los circundantes. Con un reciente trabajo de restauración, se topan ahora quienes se acercan a la conocida Plaza de la Soterraña, en la que convergen las calles Quintana Roo, Guerrero y Rayón. El espacio, antes terregoso, fungió por años como el espacio donde las familias confluían para abastecerse del vital líquido en la fuente al centro del terreno que ahora guarda una plaza, cuyo nombre rememora un personaje del movimiento independentista en México. Hacia 1620 no figuraba en los mapas, como tampoco aparecía el barrio de la Soterraña en el que se cimentó la plaza, su inexistencia para el siglo XVII es ratificado por uno de los mapas que se encuentra en las manos del apasionado estudioso de la historia vallisoletana, Ricardo Espejel. Fue hasta el año de 1857 cuando en un mapa de José Mota- Velazco apareció el barrio con su plaza y su distintiva capilla en cuyo altar principal lucía la Virgen de las Nieves, o Virgen de la Soterraña, algunos estudiosos de la historia la llaman también Virgen de la Subterránea, o de la Purísima Concepción. En el mapa de José Mota-Velazco la plaza aparece con dos nombres: Plaza de la Soterraña y del Tejamanil, así era nombrado el espacio que de acuerdo a información de Juan de la Torre se construyó en 1854. Embellecida con la siembra de árboles en 1855, dio espacio también a vendedores, que como relata el historiador Ramón Sánchez Reina, se aglutinaban para ofrecer productos del campo. Se cuenta que el nombramiento popular que recibió como plaza del Tejamanil fue por el encuentro que tenían en el espacio, vendedores de madera que era utilizada por los vallisoletanos para la elaboración de sus “tejamaniles” o techos. Para los 1883 las autoridades “rebautizaron” la explanada de cantera que comparte el espacio con áreas verdes, Plazuela de Don Antonio de Mendoza fue el nombre que se le dio. Aunque los comerciantes eran ya parte del paisaje de la plaza, su traslado no se hizo esperar, con la construcción de la Plaza Carrillo, encontrando a “la Soterraña” sin vendimias en 1894. Así el descanso y el paseo, se apropiaron del espacio público para comienzos del siglo XX; la plazuela Rayón ahora también es llamada Plaza de Cristo Rey, por la cercanía con el templo. Como el centro de distracción para lo que fuera el primer cuartel de la antigua Valladolid, es decir, el sur-poniente, la Plaza Rayón jugó un papel importante en la reunión, el abastecimiento de agua y el intercambio comercial. La importancia de la plaza iba más allá de los límites del barrio de la Soterraña, que enmarcaban las calles Allende y Manuel Muñiz, que en el siglo XVIII eran conocidas como la factoría y del molino; así como las calles Galeana y Nicolás Bravo, conocidas antiguamente como de Santa María y del Granjeno. Aunque la ciudad de las canteras rosas fue fundada en 1541, el barrio de la Soterraña no figura sino hasta mediados del siglo XVIII, con el crecimiento de la población que el auge económico de la etapa virreinal, detonó. Fue en el año de 1762 cuando Juan José Guzmán y Cendejas, vecino de Valladolid, comenzó la construcción de la capilla de Nuestra Señora de Nieva, cuya imagen original se desterró en el municipio de Nieva en España, y se trasladó a Morelia, relató el apasionado recopilador de historias, Roberto Cervantes Virrueta. Desde que se construyó la capilla hasta los años cuarentas del siglo XX, la veneración fue a la Virgen, mientras que después Cristo Rey fue el patrono del templo construido, en el que se reúnen vecinos del antiguo barrio de la Soterraña. La plaza, así como la iglesia han sido espacios que apropiados por los vecinos se han ido modificando, adecuándose a las necesidades, llegando incluso a tener jugos infantiles.