La interculturalidad en el salón de clases provoca tensión entre los alumnos, porque los profesores carecen de técnicas de enseñanza que les permitan ser mediadores y propicien entre los niños tolerancia, comprensión y diálogo, afirmó la investigadora Ma. de Lourdes Vargas Garduño, de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Al exponer algunas de sus conclusiones luego de realizar un estudio junto con la investigadora Irma Leticia Castro Valdovinos, sobre la interculturalidad y el conflicto en ámbitos escolares, afirmó que en los campamentos de jornaleros agrícolas en Michoacán, donde se imparte educación a los niños que provienen de comunidades indígenas de Oaxaca, Guerrero y la Meseta Purépecha, ha encontrado que en un mismo salón de clases conviven niños de tres lenguas diferentes, en donde el idioma español es el único nexo de comunicación. “La multiplicidad de costumbres desde modos de expresión, vestido, nivel económico, provocan entre los niños conflictos que lejos de ser solucionados de fondo, son simplemente objeto de castigo u otras soluciones que no hacen sino ahondar diferencias”. Afirmó que lo anterior ocurre porque no están preparados los maestros para actuar como mediadores. Es necesario buscar espacios de encuentro y relación, definió, porque los conflictos son inherentes a la sociedad, así como lo son las diferencias. Relató que desde el 2007 se inició un trabajo de con el Programa de Educación Básica para Niños y Niñas de Familias Jornaleras Agrícolas Migrantes (PRONIM) y la Facultad de Psicología de la UMSNH, en busca de mejorar los procesos de aprendizaje y formación del docente. En Michoacán se hablan a raíz de ese fenómeno migratorio en busca de trabajo, hasta 19 lenguas diferentes. Los profesores en el aula no tienen un grupo homogéneo y desde la comunicación básica entre profesor y alumno encuentran dificultades que no aprendieron a manejar en las Escuelas Normales. Cuando surge un conflicto entre niños de diferentes culturas, se tiende a arreglarlo de manera práctica pero no de fondo, afirmó Vargas Garduño, “se debe adaptar a las nuevas generaciones de michoacanos a la aceptación y a resolver el conflicto de forma que no se repita después. Los profesores de PRONIM lo que hacen es castigar, regañar, forzar actividades como la limpieza a manera de castigo o hacer “la ley del hielo” a los protagonistas del conflicto. Estos intentos han sido un fracaso, porque a los niños hay que enseñarlos a dialogar, a encontrar un punto de encuentro, a comprender la situación del otro”. La especialista dijo que dentro de su investigación se impartieron talleres a profesores sobre formas de mediación aplicada a la educación y concluyó que el reto para México, en donde convivimos con muchas culturas distintas, es lograr un proceso de formación teórico-práctico para profesores, que desarrolle actitudes y habilidades para actuar como agentes mediadores en las aulas; “el problema no está en el conflicto, sino en cómo lo afrontemos. De eso dependerá que podamos obtener efectos negativos o beneficios para la educación”.