Tras enterarse que sería padre, joven decide luchar contra la muerte y acepta trasplante

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Foto: La Voz de Michoacán. Marco Antonio se negaba a recibir un corazón de otra persona, pero una noticia de su novia lo hizo cambiar de parecer.

Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán

 

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Morelia, Michoacán. Marco Antonio es hoy uno de los pocos michoacanos que han recibido un trasplante de corazón, pero cuando tenía 21 años los primeros signos de la enfermedad le llegaron cuando se encontraba en medio de un partido de futbol. Intentó hacer un recorrido de velocidad y únicamente se quedó “doblado”. Después, cuando recibió el diagnóstico de que necesitaba un trasplante de corazón, se preguntó lo que la mayoría de las personas en estas circunstancias “¿Por qué me pasó a mí?”.

“Yo para eso pesaba 94 kilos. Me empecé a enfermar un lunes, me volví a pesar al siguiente lunes y mi peso ya era de 60 kilos. En una semana perdí todo ese peso, ya no podía caminar, no podía hacer ninguna actividad. Mi cuerpo ya no era el mismo, solo quería estar acostado, ya no le veía sentido a nada y siempre me preguntaba ¿Por qué a mí, si yo no hice nada? Ese fue siempre mi reproche para la vida, que por qué a mí si yo no era malo, no robaba, no hacía nada incorrecto”, comparte el paciente en entrevista a La Voz de Michoacán.

 

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Diseño: Enrique Santiago.

 

A medida que recuerda lo ocurrido hace más de cinco años, reconoce que su primera reacción fue rechazar la posibilidad de trasplante y dejar que la enfermedad siguiera su curso normal hacia la muerte, pero tuvo que llegar una llamada telefónica de su pareja para hacerlo cambiar de parecer.

Yo no me quería trasplantar. En sí cuando a mí me dijeron, yo les dije en la casa que a mí me dejaran, que era mi decisión y yo no me iba a trasplantar, que le hiciera como quisiera, pero yo no me iba a trasplantar y que yo iba a llegar hasta donde quisiera. Estaba con un doctor que me preguntó si me iba a trasplantar o no, y yo lo respondí que no, que ya estaba seguro. Él les dijo a mis papás que, si eso quería, que estaba bien, que ya era mayor de edad para decidir”. 

“Pero me explicó a grandes pasos lo que iba a pasar, que a lo mejor iba a vivir otros cinco años, pero que mis pulmones iban a estar siempre en agua, que siempre me iba a estar como ahogando. Él me preguntó de nuevo que si estaba seguro y me dijo que mejor me fuera a mi casa y me esperaba al otro día con mi decisión. Yo ya estaba enojado, ya me quería ir. Para la noche, me marcó mi novia y me preguntó que qué les dije, y yo le respondí lo mismo, que no me iba a trasplantar. Entonces, ella me dijo que estaba embarazada. ¿Cómo que embarazada? Sí, de tres meses. Al día siguiente fui con el doctor y le dije que siempre sí me iba a trasplantar”.

De acuerdo con la explicación médica que recibió Marco Antonio, su corazón sufrió un aumento de tamaño anormal presumiblemente causa por una serie de quimioterapias que recibió cuando tenía cinco años de edad. Una vez que comenzó con dolencias, su proceso inició en el Hospital General Número Uno del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Michoacán, pero posteriormente fue trasladado al Centro Médico “Siglo XXI” de la Ciudad de México.

 

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“Nos recibió el doctor Cigarroa y le pidió a mi mamá ver todos los estudios que traíamos. En cuanto vio la placa, dijo que necesitaba un trasplante. Me aceptaron de entre cinco que estaban propuestos para trasplante y me dijeron que estaba en una lista de espera con cinco personas, que, así como podía ser el primero que llamaran también podía ser el último. Después de que me dieron mi papel, en una semana me marcaron”.

Un día antes estaba platicando con mi novia y le dije que iba a apagar mi teléfono, que no creía que me marcaran porque apenas iba una semana. A las cinco de la mañana, me desperté, prendí el teléfono y lo dejé cargando. A las seis de la mañana me marcaron. Pensé que era una tía, pero cuando levanté el teléfono vi que era un número de la Ciudad de México, era el doctor Cigarroa y me dijo que posiblemente había un corazón para mí”, recuerda el joven sobreviviente de trasplante.

Aunque otros pacientes beneficiados con trasplante de corazón han tardado hasta tres días en despertar tras la anestesia aplicada para la operación, Marco Antonio recuerda que se despertó en cuestión de unas horas y al poco tiempo ya sentía hambre y su cuerpo era capaz de digerir los alimentos.

“Yo regresaba al hospital para rehabilitación, y las trabajadoras y las enfermeras hasta me tomaban fotos porque se quedaban sorprendidas porque yo terminaba sin ninguna complicación, sin ninguna alteración en el corazón y me decían que yo era el único que había llegado como si nada y que de verdad que parecía que ese corazón había sido hecho para mí, que parecía especialmente para mí”, finaliza Marco Antonio.