Tres lugares distintos y distantes. Tres formas de vivir lo que para muchos es la edad de “descumplir” años: la vejez. En la EDAM La Estancia Diurna del Adulto Mayor en Morelia (EDAM), es un espacio de esparcimiento y de encuentro. Allí las personas se divierten, se ejercitan y sobre todo: conviven y crean relaciones. En la estancia, el apoyo gubernamental municipal se nota; los abuelitos son tratados de buena manera, incluso hay transporte que los lleva y los regresa a casa. Para la señoraMaría de la Luz, el 26 de agosto pintaba como un día normal en la estancia. De repente, su esposo José, junto a la rondalla del lugar y las trabajadoras sociales “armaron una serenata” y un buen bailongo, el cumpleaños de María de la Luz era celebrado en un ambiente de felicidad y diversión, incluso una fotografía gigante de ella (de joven) adornó la serenata. Albergue Cristo Abandonado En el Albergue del Cristo Abandonado, los abuelitos están en el patio conviviendo con personas de varias edades. Este lugar se mantiene en funcionamiento por medio de donaciones y mucho amor. Un edificio en una colonia popular en la capital es testigo de muchas historias diarias. Adolfo tiene 15 años viviendo en ese lugar, él dice que tiene 35 años, pero en realidad son 45 y aunque no es adulto mayor vive, ayuda y regala la sonrisa ilimitada de su rosto. Sus zapatos rotos exhiben que no trae calcetines, muestran su peregrinar diario en las cercanías del albergue y de la colonia, a fin de ayudar a quien lo necesite; él conoce las historias de cada uno de los abuelitos que ahí residen, como la de Lupita, quien sufre un trastorno mental que la hace bajarse de la silla de ruedas y arrastrarse por el patio. Adolfo se encarga de que el piso siempre esté limpio. En el albergue se recibe a cualquier tipo de persona que llega. “¿Con qué corazón los rechazamos?”menciona una de las encargadas del lugar. Allí la carencia es total y diaria. Los adultos mayores son los principales residentes y los más necesitados. En el lugar, las sillas de ruedas rotas abundan. Casas de los Abuelos En otro lugar y al mismo tiempo pareciera que en otro mundo, La casa de los abuelos brinda asilo y un hogar a muchos adultos mayores. El lugar semantiene de donaciones y de apoyo gubernamental. Un amplio comedor, una sala de ejercitamiento y un verde jardín ayuda a los abuelos a disfrutar los diferentes momentos del día. La maestra María Lucina Pérez, sentada cómodamente en un sillón platica sobre los 50 años de su vida que dedicó a dar clases de natación y gimnasia. En sus ojos claros se nota el viaje que hace en el tiempo y sus palabras evocan su experiencia en el deporte. “Te voy a cantar algo… y “a cappella” recita una canción. Al terminar de cantar comenta que a ella “le encanta ver las nubes pasar, los rayos del sol como hilos de plata y las gotas de lluvia sobre las hojas”; para ella no importa el lugar donde esté: “nosotros somos los arquitectos de nosotros mismos. A mí me encanta porque soy una soñadora”.