La economía brasileña entró hoy oficialmente en “recesión técnica” tras sufrir una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de 1.9 por ciento en el segundo trimestre, que se suma a la contracción de 0.7 por ciento en los primeros tres meses del año, anunciaron hoy las autoridades. La mayor economía de América Latina acumula de esta forma tres trimestres de disminución del PIB, y en los primeros seis meses de 2015 la caída de la actividad económica se sitúa en 2.6 por ciento, uno de los peores índices del continente, solo por detrás de Venezuela. La industria encabeza los malos desempeños económicos, en especial el potente sector automotriz, que hasta hace un año era motivo de orgullo nacional y ahora registra una contracción anual en las ventas de 20 por ciento y en la producción de 18 por ciento. En conjunto, la industria brasileña se contrajo 5.2 por ciento en los primeros seis meses del año, un dato que superó los pronósticos más pesimistas de los analistas. La débil demanda y la incertidumbre provocada por la crisis política en Brasil han mermado las inversiones y la confianza en el sector, lo que se traduce en una pronunciada caída de la actividad y en desempleo, señalan los expertos. Datos publicados esta semana situaron el índice de desempleo en el segundo trimestre de 2015 en 8.3 por ciento, mientras algunos economistas pronostican que el país perderá un millón de puestos de trabajo este año. Los indicadores publicados hoy señalan que, además de la industria, los sectores de servicios y de agroalimentos –del que Brasil es una potencia mundial, al exportar millones de toneladas de carnes, sojas y frutas- también registraron contracciones, lo que apunta a que la recesión se está extendiendo a otras áreas económicas. El único indicador que registra un mejor índice que en 2015 es el de las exportaciones: entre abril y junio las ventas al exterior crecieron 3.4 por ciento respecto al primer trimestre y 7.5 por ciento respecto al mismo periodo de 2014, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La devaluación de la moneda brasileña contribuyó a mejorar la competitividad de los productos del país sudamericano, que trata de compensar con ventas al exterior la contracción de la demanda nacional. Las importaciones, sin embargo, retrocedieron 8.8 por ciento de abril a junio respecto al primer trimestre. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a quienes algunos sectores sociales culpan del mal curso de la economía, admitió esta semana que se equivocó en “tardar tanto en percibir que la situación de la economía era más grave de lo que imaginábamos”, y señaló que “no hay forma de garantizar” que Brasil salga de la recesión en 2016. “Me equivoqué en haber tardado tanto en percibir que la situación era más grave de lo que imaginábamos”, señaló la jefa de Estado. La presidenta, cuya popularidad cayó a mínimos históricos como consecuencia de los escándalos de corrupción y de la recesión –que algunos sectores prevén que cierre 2015 a 3.0 por ciento -, enfatizó que el curso de la economía no será “maravilloso” en 2016. “No tengo forma de garantizar que la situación en 2016 será maravillosa. Muy probablemente no lo será. Pero tampoco será la dificultad extrema que muchos pintan. Vamos a seguir teniendo dificultades, incluso porque no sabemos cómo se va a comportar el mercado internacional”, dijo la mandataria.