Sao Paulo, Todavía desconocida en decenas de países, la cachaza brasileña está tratando de seguir los pasos del tequila para regular su producción, aumentar su calidad y expandir los mercados del aguardiente base de la célebre “caipirinha”. El Instituto Brasileño de la Cachaça (IBRAC) trabaja para que, “antes de final de este año”, el gobierno apruebe la creación de un marco normativo que dé a la bebida nacional brasileña las bases para un sistema de control similar al del Consejo Regulador del Tequila. Carlos Lima, director del IBRAC, explicó a Notimex que “el desafío principal es crear un marco regulador como el del tequila en México” y advirtió que para internacionalizarse y conquistar nuevos mercados la producción de cachaza debe formalizarse. Precisó que más de 90 por ciento de la producción de la también llamada “pinga” proviene de la elaboración “informal”, pese a ser la tercera bebida destilada más consumida en el mundo, con 800 millones de litros producidos anualmente, según datos del IBRAC. Ello significa que la inmensa mayoría de medianos y pequeños productores no siguen normas fitosanitarias estandarizadas que garanticen la calidad y excelencia de este aguardiente elaborado a partir de la destilación del jugo extraído de la caña de azúcar. “Es muy similar a lo que sucedía en México. El tequila tiene denominación de origen desde hace 40 años, pero el Consejo Regulador solo existe desde hace 20”, acotó Lima. Recordó que “antes de eso también en México había dificultades para verificar que los productores siguieran todas las normas exigidas para garantizar la calidad del tequila”. El sector genera un volumen de negocio equivalente a unos tres mil 100 millones de dólares anualmente, según datos del IBRAC, pero apenas el uno por ciento de la cachaza -cachaça en portugués- que se produce es destinada a mercados internacionales. En 2012, solamente ocho millones de litros fueron exportados por un valor de 15 millones de dólares, en ventas dirigidas sobre todo a Alemania, Estados Unidos, Portugal y Paraguay, los primeros cuatro mercados internacionales. Lima reconoció que, “pese a los esfuerzos del gobierno brasileño por apoyar el sector”, todavía falta mayor impulso del lado oficial para “incluir la cachaza dentro del marco de los acuerdos comerciales de Brasil” con el exterior. Ese proceso de internacionalización también tiene un objetivo doméstico, pues comentó que “hasta hace 15 o 20 años la cachaza era aún percibida como una bebida de baja calidad y era rechaza por el brasileño de clase media-alta”. “No había orgullo de que la cachaza fuera una bebida nacional hasta que comenzó a haber cambios, aumentó la calidad de la producción y ésta comenzó a valorizarse nacionalmente después de que, curiosamente, fuera ‘descubierta’ en el extranjero”, dijo Lima. A nivel doméstico este aguardiente se encuentra en un proceso de diversificación de la oferta, con calidades bajas que sitúan el precio de un litro de cachaza en torno a los cuatro dólares, hasta botellas añejas que pueden costar varios cientos de dólares. “El futuro es ese: mejorar la producción, los embalajes... todas las grandes marcas ya tienen productos centrados en los consumidores Premium”, concluyó Lima.