Los Ángeles, Cal.- La garita de San Ysidro es el cruce fronterizo más transitado del mundo: cada año recibe a más de 30 millones de personas que van de México hacia Estados Unidos, y también es el que recibe la mayor cantidad de deportados en el sentido opuesto. Los llevan en autobuses desde un centro de detención y los bajan en la línea, junto a una puerta giratoria de barrotes horizontales de metal. Uno a uno los deportados ingresan en ese carrusel metálico. Al salir, ya están en territorio mexicano. Uno de cada cinco de los 1.8 millones de mexicanos deportados en los últimos 10 años, ha regresado a México por esa puerta. Más de 350 mil personas que llegan a un sitio que la mayoría no conoce, en el que no hay un indicio de dónde pasar la noche o dónde encontrar la siguiente comida. Algunos son deportados unas horas o días después de haber cruzado, pero otros han pasado toda su vida en Estados Unidos, han crecido, estudiado, hecho amigos, iniciado una vida profesional y proyectado su futuro ahí, hasta que un día los “regresan” a un lugar que les es desconocido. A estos jóvenes adultos, que llegaron como indocumentados a EU siendo niños, se les conoce como “dreamers”. Son reclutados Nancy Landa es “migrantóloga”. En 2014 finalizó una maestría en Migración Global en la Universidad de Londres, pero su conocimiento del fenómeno va más allá de esa credencial académica: ella es una “dreamer”. Llegó a Los Ángeles, California, siendo una niña, y fue deportada a México — por Tijuana, la garita de los viajes sin retorno— 20 años más tarde, en 2009. Su experiencia la llevó a reiniciar su vida en México y a descubrir que era extranjera, una alien, también en su país de origen. “Te enfrentas a un mundo de obstáculos”, afirma. Morena, curvilínea, con una cabellera negra y larga que crea un marco ondulado en torno a su mirada brillante, Nancy está sentada junto a un ventanal enorme en un edificio del centro de la ciudad de México, donde reside hoy, a cinco años de su deportación. “El problema es que llegas y no tienes documentación. A veces lo único que tenemos es un acta de nacimiento, pero aquí necesitas más para empezar a trabajar. Por ejemplo, para todo te piden tu credencial del Instituto Federal Electoral (ahora INE), y al no contar con ella demoras en tener lo básico para rentar un departamento, buscar un trabajo, sacar un pasaporte, revalidar tus estudios”, comenta. A pesar de haberse graduado con honores en Administración de Empresas en Estados Unidos y de tener experiencia laboral, el primer empleo de Nancy fue en un call center. De acuerdo con la académica Jill Anderson, autora del libro “Los otros dreamers” y fundadora del colectivo que lleva el mismo nombre, cerca de 500 mil jóvenes de entre 18 y 35 años han vuelto a México desde 2005, después de haber vivido en EU durante cinco años o más. Eso explica que, también de acuerdo con estimaciones de la investigadora, seis de cada 10 empleados en estos centros sean jóvenes que fueron deportados o retornados de EU. En los call centers el sueldo llega a 45 pesos por hora, mucho más que los 70 diarios que otorga el salario mínimo en el DF. Miguel Ramírez tiene 22 años y trabaja en Teletech, uno de los mayores call centers en la ciudad de México. Originario de León, Guanajuato, vivió en St. Louis Missouri durante 13 años, desde los siete hasta los 20 años. En abril de 2012 fue deportado: lo subieron a un avión que lo llevó a la frontera con Ciudad Juárez, le entregaron una caja con sus pertenencias y lo encaminaron al puente fronterizo.“Yo recordaba muy poco de México”, dice Miguel. “Mi sensación al entrar a México fue de miedo; miedo de no saber qué esperar. Me encontraba perdido en un lugar desconocido”.