El Papa Francisco llegó hoy a Corea del Sur y en su primer discurso público hizo un llamado a la paz en la península, tras advertir que el mundo está cansado de la guerra. El líder católico fue recibido la mañana de este jueves en Seúl tras un vuelo de 11 horas 30 minutos, durante el cual –por primera vez en la historia- el avión de un pontífice sobrevoló el espacio aéreo de China. Como es costumbre y como gesto de cortesía, el Vaticano envió telegramas papales a todos los jefes de Estado de los países sobrevolados, entre ellos al presidente de la República Popular China, Xi Jinping. “Entrando en el espacio aéreo chino, le presento mis mejores deseos a su excelencia y a todos sus conciudadanos, e invoco la bendición divina de paz y bienestar sobre la nación”, fue el histórico aunque breve mensaje. No obstante la declarada connotación de paz de la visita apostólica, mientras el avión papal se acercaba a su destino, desde Corea del Norte fueron lanzado cinco misiles que terminaron en el mar. Un gesto considerado como de evidente provocación. Tras su aterrizaje en el aeropuerto de Seúl, Jorge Mario Bergoglio abordó un pequeño auto utilitario y se dirigió a la nunciatura local, donde celebró la misa, antes de trasladarse hasta la Blue House, el palacio presidencial. Allí se reunió en privado con la presidente Geyn-hye y durante un discurso ante autoridades civiles y militares del país, invocó el “don de la paz” para una tierra “que ha sufrido largamente”, en donde la “herencia nacional ha sido puesta a prueba durante los años por la violencia, la persecución y la guerra”. En un discurso, pronunciado en inglés, Francisco animó “los esfuerzos a favor de la reconciliación y de la estabilidad en la península coreana” que “son la única vía segura para una paz duradera”. “La búsqueda de la paz por parte de Corea es una causa que es particularmente importante para nosotros, porque influye la estabilidad de la entera región y de todo el mundo, cansado de la guerra”, indicó. “Para restablecer y defender la paz, los instrumentos apropiados no son las demostraciones de fuerza o los frágiles equilibrios fundados en el terror, sino, más bien, el paciente trabajo de la diplomacia y el constante esfuerzo por derribar los muros de la desconfianza y del odio”, añadió. Se mostró convencido de que la paz puede ser alcanzada mediante el diálogo y la escucha atenta y discreta, en lugar de recíprocas recriminaciones, críticas inútiles y demostraciones de fuerza. “La paz no es simplemente ausencia de la guerra, sino obra de la justicia. Y la justicia, como virtud, exige tenacidad y paciencia; no pide olvidar las injusticias del pasado, sino superarlas a través del perdón, de la tolerancia y de la cooperación”, apuntó.