Escasez de equipo dificulta batalla contra ébola

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Enfermeras en un pabellón de ébola en Liberia deben cortar overoles para usarlos como protección improvisada de la infección, pese a promesas internacionales de más equipo, dijo un trabajador de salud el jueves.

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El brote de ébola en África occidental ha matado a 1.900 personas, y las autoridades advierten que se está agotando el tiempo para controlarlo. Nigeria, donde previamente el brote parecía relativamente contenido, se apresura a localizar a personas que pudieran haber estado expuestas a la enfermedad en semanas recientes.

Una severa escasez de indumentaria protectora para los trabajadores de salud, que corren mayor riesgo de infección por sus contactos con los enfermos, es un obstáculo mayor para frenar la diseminación de la enfermedad.

Los trabajadores de salud representan aproximadamente 10% de las muertes hasta ahora. Gran parte del equipo debe ser destruido tras su uso, por lo que los pabellones de enfermos necesitan un flujo constante de indumentaria.

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Una enfermera en un hospital en Monrovia dijo que ella y una colega han decidido cortar sus uniformes viejos y atarlos sobre sus cabezas. Ellas abren huecos en la tela para poder ver, dijo la enfermera, que habló a condición de preservar el anonimato porque no estaba autorizada a declarar a la prensa.

"Es realmente patético", dijo. "No estamos equipados para enfrentar la situación".

Sin gafas protectoras, los ojos les arden a causa de los vapores del cloro usado para desinfectar el pabellón, dijo.

David y Nancy Writebol, misionarios estadounidenses que trabajaron en otro hospital en Liberia, hicieron eco de esas preocupaciones, en conversación con The Associated Press en Carolina del Norte. Dicen que los médicos y enfermeras están abrumados por un aumento del número de pacientes y no tienen suficientes trajes protectores.

Liberia ha sido el país más afectado por el brote, con el mayor número de casos y muertes. La organización Médicos sin Fronteras, que dirige varios centros de tratamiento de ébola, dijo la semana pasada que su clínica en Monrovia está abrumada por la cantidad de pacientes y que los médicos ya no pueden proveer tratamiento intravenoso.