AP / La Voz de Michoacán Phoenix, EUA. Un niño de 1 año vestido con una camisa verde tomaba leche de un biberón, jugaba con una pequeña pelota morada que se encendía a cada rebote y pedía agua ocasionalmente. Y entonces llegó su turno de comparecer ante un juez de inmigración en Phoenix, que apenas podía contener su incomodidad durante la parte de la audiencia en la que pregunta a los inmigrantes acusados si han entendido los procedimientos. “Me avergüenza hacer la pregunta, porque desconozco a quién se la explicarían, a menos que crean que un niño de 1 año puede aprender la ley de inmigración”, manifestó el juez John W. Richardson al abogado que representó al menor. El niño es uno de los centenares de menores que necesitan ser reunidos con sus padres después que los separaron en la frontera, muchos de ellos a causa de la “política de tolerancia cero” del gobierno del presidente Donald Trump. Las separaciones han dejado mal parado al gobierno debido a la persistente difusión de noticias sobre niños llorando separados de sus madres y mantenidos aparte durante semanas. Los detractores también han censurado el sistema de las cortes de inmigración del país que obliga a los menores -algunos todavía en pañales- a comparecer ante jueces y seguir los procedimientos de deportación mientras están separados de sus padres. Estos menores no tienen el derecho a tener un abogado asignado por la corte y 90% son regresados a su país de origen sin la intervención de un defensor, según la agrupación Kids in Need of Defense, que les provee representación jurídica.