Agencias / La Voz de Michoacán Milwaukee, Estados Unidos. Un tirador disparó un potente fusil apuntando al expresidente Donald Trump durante un mitin. Él gira ligeramente la cabeza para leer un gráfico y la bala le raspa la oreja derecha. Un movimiento que evitó que le impactara en la cabeza. Para sus seguidores, fue la mano de Dios. Quienes el lunes lo proclamaron como candidato para las presidenciales de noviembre en la Convención Nacional Republicana de Milwaukee, consideran que Trump es un enviado de Dios para salvar a Estados Unidos. Y el multimillonario de 78 años, criado como presbiteriano, pero que ahora se considera un "cristiano no confesional", escribió en su red Truth Social que "solo Dios evitó que sucediera lo impensable" el sábado durante un mitin en Pennsylvania. Momentos después del ataque resurgió con el puño en alto y el rostro ensangrentado. Luego reapareció el lunes por la noche en la convención de Milwaukee, con la oreja derecha vendada, en medio de partidarios que profesan por él una especie de culto. "Soy cristiano y católico de fe, él tenía un ángel sentado en su hombro (...) la mano de Dios, a mi entender, apartó su rostro", dice a la AFP el republicano Jack Prendergast, delegado de Nueva York. "Ese era un rifle muy poderoso, si hubiera tocado un hueso habría explotado, y probablemente estaríamos hablando de algo diferente", consideró. La congresista derechista Marjorie Taylor Greene agradeció a Dios porque "su mano estaba sobre el presidente Trump", mientras que para el senador de Florida Marco Rubio, "Dios protegió a Trump". Y de acuerdo con el exestratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, actualmente en prisión por cargos penales de desacato al Congreso, "Trump lleva la armadura de Dios". Religión trumpista El exgobernante suele terminar varios de sus mítines con una especie de plegaria, en la que habla de "un movimiento, un pueblo, una familia y una gloriosa nación bajo Dios". Una especie de religión trumpista. Para Natasha Lindstaedt, politóloga de la Universidad de Essex, el episodio subraya el culto a la personalidad que Trump y su círculo íntimo que ha sido cultivado y reforzado por años. Algunos líderes "personalistas" son dictadores, otros son elegidos, pero su objetivo es el mismo: "Hacer que la gente les obedezca ciegamente y quede desconcertada por sus cualidades sobrehumanas", dijo a la AFP. Y tras haber escapado de un intento de asesinato, la retórica se ha elevado en proporciones bíblicas, añadió. "Creo que si yo hubiera estado allí, me habría matado [el tirador] porque me habría tirado encima de él [Trump]" para protegerlo, dice la cubana Flor de Lis Grotestan, miembro de la delegación de Florida. Sylvia Spivey, de la delegación de Texas, evoca un "milagro", antes de proponer la idea de un martirio por su pueblo: "Él recibió una bala por nosotros". No importa que haya sido hallado culpable por la falsificación de registros contables y de abuso sexual. Trump lidera las preferencias electorales, y sí él dice que hubo fraude en la elección donde fue derrotado en 2020, su electorado le cree. Sus seguidores asaltaron el Capitolio en noviembre de 2021, para tratar de evitar la certificación de la victoria de Joe Biden. La derecha y la religión en el discurso Apelar a la intervención divina es parte del discurso de algunos líderes de derecha en el continente. "Hay quienes dicen que fue suerte, yo digo que fue Dios. Es más, estoy seguro", dijo el expresidente Jair Bolsonaro, al recordar que sobrevivió tras ser acuchillado en 2018 mientras hacía campaña. Él resultó elegido a fines de ese año. Y, para el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, la guerra que libra contra las pandillas la está ganando también por obra divina. "Esta es una victoria demasiado sorprendente que está ahí cerca. Que quede claro que la gloria es para Dios y que es de Dios. Los seres humanos tenemos la dicha de ser instrumento de Dios para llevarle paz y felicidad al pueblo salvadoreño", dijo a fines de 2022. A inicios de este año fue reelegido con una abrumadora mayoría. "Los cultos a la personalidad son realmente malos para la democracia", dijo Lindstaedt, "porque hacen que la gente obedezca ciegamente cosas que normalmente no harían, se niegan a cuestionar la figura de autoridad".